El joven diputado Juan Guaidó, actual presidente del Parlamento de Venezuela, transformó este miércoles su accidental liderazgo en el mayor desafío que ha enfrentado Nicolás Maduro desde que ascendiera al poder en 2013, al adjudicarse las competencias de la Presidencia del país.
Su acción, respaldada de manera inmediata por Estados Unidos y varios Gobiernos de la región, es otro episodio de la larga crisis política que atraviesa Venezuela, y el mayor acto de desconocimiento al que haya tenido que hacer frente Maduro.
Guaidó basó su reclamo del poder en la presunta ilegitimidad del nuevo mandato de Maduro hace casi dos semanas ante el Supremo, luego de ganar con holgura los comicios de mayo pasado ante la ausencia de la oposición.
Estos comicios han sido tachados de “fraudulentos” por la oposición y por buena parte de la comunidad internacional, lo que convierte a Maduro en un “usurpador” a los ojos de sus detractores.
Pero el joven que hoy planta cara a Maduro es casi un recién llegado, que no rehuyó a la carga ante la ausencia forzada de las principales figuras de su partido, Voluntad Popular, que enfrentan la prisión, el asilo o el destierro.
Tras el triunfo electoral que les permitió controlar el Parlamento desde 2015, las principales agrupaciones de la oposición venezolana acordaron rotar entre ellas la presidencia del poder Legislativo cada año.
En 2019, la jefatura del Parlamento corresponde a VP, el partido del líder preso Leopoldo López, del asilado Freddy Guevara y del exiliado Carlos Vecchio, sus dirigentes más experimentados y representativos.
De ese trío, solo Guevara no estaba procesado judicialmente antes de 2015, y por su ascendencia dentro de VP estaba llamado a tomar las riendas del Legislativo este año, pero se asiló en la embajada de Chile en Caracas para evitar enfrentarse a la Justicia, que investiga su papel en las protestas violentas de 2017, que se saldaron con más de 100 muertos.
Así, Guaidó, un ingeniero de 35 años con maestrías en Administración Pública, subió a la presidencia del Parlamento y acaparó los focos, convirtiéndose rápidamente en el nuevo líder del antichavismo.
Este legislador elegido por el costero estado de Vargas, cercano a Caracas, es definido como de centro por sus colaboradores, pese a que milita en una agrupación que es miembro pleno de la Internacional Socialista y que voceros del Gobierno de Maduro ubican, a manera de insulto, a la derecha del espectro político.
En su adolescencia, Guaidó sobrevivió a la “tragedia de Vargas”, como se conoció a las lluvias e inundaciones que dejaron miles de muertos y desaparecidos, y trastocaron la normalidad de esa entidad federal en 1999.
El opositor dio muestra de su carácter cuando en 2015 participó en una huelga de hambre para exigir que se fijara la fecha de los comicios parlamentarios, en los que fue elegido con más de 97.000 votos.
Inició su carrera política como líder estudiantil, vinculado con la social democracia, en la Universidad Católica Andrés Bello, hasta que se unió a VP, del cual figura como miembro fundador, en 2009.
Su primer escaño en el Parlamento lo ganó como diputado suplente para el período 2010-2015, y luego fue designado como candidato a legislador principal por su partido en ese último año.
En su trabajo parlamentario ha defendido la soberanía de Venezuela sobre el Esequibo, una zona en disputa con Guyana y que supone un tercio del territorio de este país, y ha denunciado el entramado de corrupción gubernamental por el caso Odebretch, que según una investigación del Legislativo dejó a Venezuela pérdidas patrimoniales millonarias.
El 2018 de Guaidó, padre de una niña de poco más de un año y aficionado al béisbol, un deporte considerado como el “pasatiempo nacional” en Venezuela, estuvo marcado por una intensa actividad social y el encuentro con luchadores sociales de distinto signo, una de sus pasiones según dijeron a Efe integrantes de su equipo de trabajo.
Como es común entre los ingenieros, el nuevo presidente del Parlamento venezolano tiene una mentalidad estructurada y metódica y es señalado como un hombre tolerante, familiar y con aplomo.
Estas últimas características serán imprescindibles para que Guaidó lleve adelante el proyecto que pregona casi desde que le apuntaron los reflectores: el cese de la “usurpación” que hace Maduro, la instalación de un Gobierno de transición y la convocatoria a nuevas elecciones. /EFE