Cuartos de alquiler a altos precios en Cúcuta donde se hacinan migrantes venezolanos

Cuartos de alquiler a altos precios en Cúcuta donde se hacinan migrantes venezolanos

Maria del Carmen Martinez 25 años junto a sus dos hijos en el interor de su cuarto situado en el sector de la Parada en el municipio de Villa Rosario, a escasos metros del puente fronterizo internacional Simón Bolívar. María del Carme es de San Felipe Estado de Yaracui Venezuela. Sobrevive ahora trabajando como trochera – ÁLVARO YBARRA ZAVALA

 

 

Es la ley de la oferta y la demanda, que aprovecha la huida en masa; muchos vecinos de la ciudad fronteriza alquilan casas a precios altos, donde se hacinan decenas de venezolanos, publica ABC.





Por Jorge Benezra
Cúcuta (Colombia)

En Cúcuta uno de los negocios más rentables en los ultimos dos años es el alquiler de cuartos a venezolanos. El sector de La Parada en el municipio de Villa del Rosario, a pocos metros de el Puente fronterizo Internacional Simón Bolívar existe viviendas donde pernoctan decenas de venezolanos que viven con pésimas condiciones sanitarias y de hacinamiento.

Hay como unas veinte casas de este tipo donde arriendan a los venezolanos. En cada casa, se quedan entre 50 y hasta cien venezolanos. Todo dependiendo del tamaño de la habitación, teniendo el derecho para dormir en colchonetas ubicadas en el piso, además de poder asearse y cocinar los alimentos necesarios para darles a sus familiares. Los precios no son baratos. Cada persona paga 4.000 pesos por día
(alrededor de 37,5 euros mensuales) solo por dormir, ya que los servicios deben pagarlos aparte.

Muchos colombianos de esta zona han destinado sus viviendas al negocio de los «cuartos calientes» como nos comenta un taxista «Es un secreto a voces y las autoridades no hacen nada», dice

Estas viviendas durante todo el día tienen vida propia. Los «cuartos calientes«, este tipo de alquiler está determinado por el horario laboral. La mayoría de los inquilinos se dedican a trabajar en los caminos fronterizos ilegales (trochas) y al comercio informal. El paso fronterizo no tiene horario. Así, cuando uno de los residentes va a trabajar cede su lecho para que sea ocupado por otro y este más comodo. A veces no existe ni colchón, pero una mochila puede ser suficiente para reposar la cabeza y matar el cansancio.

Maricarmen Martínez uno de los venezolanos que se encontraba en una de las viviendas, le comenta a ABC que «esta es una de las pocas opciones que tenemos para poder dormir dándole refugio a nuestros hijos. No son las mejores, pero es lo que podemos. Por suerte en este cuarto dormimos once personas y somos la mayoría familia y amigos. Le hemos dicho a los dueños que no metan más personas».

Condiciones precarias

Las condiciones de estos inmuebles son más que precarias. Olores fétidos por la falta constante de agua, pisos y paredes sucias. En pocos metros cuadrados pueden llegar a convivir hasta 20 personas. Lo que hace que sus habitantes tengan frecuentes afecciones de piel y respiratorias. En estos recintos no se establece ningún tipo de relación contractual entre el arrendador y los inquilinos. Es la ley del boca a boca. La gente llega recomendada por un primo, hermano, amigo que ya reside allí y se la presenta al dueño de la vivienda. La convivencia es pactada entre todos los habitantes del inmueble.

En estas viviendas cualquier espacio se aprovecha para convertirlo en cuarto en el que conviva una o varias familias. En la mayoría de casos, son venezolanos en situación ilegal quienes se alojan en este tipo de viviendas, ya que no cuentan con pasaporte, tan solo con una tarjeta de movilidad fronteriza que solo los autoriza a la entrada y salida en el Norte de Santander. Las autoridades migratorias estiman que unos 2.000 ciudadanos venezolanos se quedan diariamente de manera ilegal.