El salario mínimo en Venezuela es seis dólares, el más bajo del planeta tierra. Para poner esto en contexto es conveniente citar los precios de algunos bienes que conforman la canasta alimentaria en Venezuela expresados en dólares. Un kilogramo de carne cuesta 4 dólares, un kilogramo de queso blanco se adquiere con seis dólares, un kilogramo de arroz vale un dólar, entre otros bienes. Es cierto que la gasolina es gratis y la electricidad literalmente no tiene precio, pero aun así, este salario básico es ridículamente bajo. Tal vez por esos subsidios tan absurdos es que el salario es ínfimo. Pero lo que refleja con mayor claridad la depauperación en que viven los venezolanos es lo siguiente: en 1977 un estudiante de la UCV recibía una beca de Bs 600 mensuales, lo que equivalía a US$ 140, que en dólares actuales, cuarenta y dos años después son al menos US$ 2.500 mensuales. Eso no lo recibe ningún becario en ninguna parte del mundo, salvo en Qatar o en Emiratos Árabes.
El proceso de ruina en Venezuela cuya expresión son esos salarios de hambre, afecta a toda la Administración Pública, así un médico especialista tras más de veinte años de estudios apenas gana US$ 12, un General de la FAN su remuneración integral no pasa de US$ 50 mensuales para citar dos casos emblemáticos. Es claro que trabajar en el sector público en Venezuela se ha convertido en una labor de apostolado. Pero no todos pueden ser apóstoles y por tanto se generan incentivos para la corrupción. Es fácil apreciar funcionarios civiles y militares que con el salario que devengan jamás pueden justificar el modo de vida que llevan. Por ejemplo, no creo que pueda ser justificable que muchos integrantes de la espuria Asamblea Nacional Constituyente, tengan un vehículo cuyo precio excede los US$ 60.000, sin que se conozcan sus bienes de fortuna y muchos de ellos fueron militares golpistas que si llegaron a coronel fue mucho, y que nunca han tenido un trabajo formal o que puedan tener una formación que lo acredite para comprar un automóvil o camioneta por ese precio.
Ese salario de seis dólares mensuales es la expresión de un estado de catástrofe social que sufre el pueblo venezolano y que hace que más del 80% de los hogares viva en situación de pobreza. Obviamente de ello son responsables las devaluaciones sucesivas del bolívar y el cuadro de alta inflación e hiperinflación que sufre Venezuela. De esta manera, para volver a tener un salario decente primero debe producirse un cambio político que desplace a este régimen nefasto y al mismo tiempo avanzar en la aplicación de un programa económico que acabe con la hiperinflación y que propicie un crecimiento acelerado y sostenido de la economía.