González Pons: Maduro controla muchas cosas, pero no tiene el apoyo de nadie

González Pons: Maduro controla muchas cosas, pero no tiene el apoyo de nadie

El vicepresidente del Partido Popular Europeo (PPE), el español Esteban González Pons. EFE/ Stephanie Lecocq

 

Juan González Pons atiende a ABC solo unas horas después de que las autoridades de Venezuela devolvieran en el aeropuerto Simón Bolívar a la delegación del PPE, de la que también forman parte Esther de Lange y Paulo Rangel, vicepresidentes del Grupo; José Ignacio Salafranca, vicecoordinador de la comisión de asuntos exteriores y miembro de la Asamblea Europarlamentaria Latinoamericana; Gabriel Mato, vicepresidente de la delegación América Central, y Juan Salafranca, secretario general adjunto del Grupo. Así lo reseña abc.es

¿Cómo se produjo su expulsión de Venezuela después de que no le autorizasen a entrar en el país?





Hemos viajado cuatro diputados europeos y un funcionario del Parlamento. En la escala en Santo Domingo ya nos advirtieron de que el Gobierno venezolano «de facto» estaba dividido acerca de qué hacer con nosotros, y cuando llegamos nos llevaron al Salón de Protocolo y pensábamos que todo estaba arreglado. Pero después vino alguien que nos llevó a una sala sin ventanas ni ventilación donde nos anunciaron que no nos permitían entrar y nos expulsaban. Quisieron quitarnos los teléfonos y los equipajes, pero los embajadores de la UE, de España y de Países Bajos no nos abandonaron en ningún momento. Y tengo que decir que todos los uniformados y los demás funcionarios venezolanos nos pedían disculpas en voz baja y una vez en el avión los pasajeros venezolanos aplaudieron nuestra entrada. Es evidente que Nicolás Maduro controla muchas cosas pero no tiene el apoyo de nadie.

¿Tenían en cuenta que esto podía producirse?

La paradoja de la situación radica en que nosotros habíamos sido invitados por el presidente legítimo de Venezuela y presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, y éramos la primera delegación internacional que iba a visitarle, o la primera que se atrevía a hacerlo. También pensábamos haber visitado a Leopoldo López en el quinto aniversario de su detención. La orden de expulsión no se produce por ser quien somos, sino por a quién íbamos a ver; lo que el Gobierno ilegítimo de Maduro no podía aceptar es que una delegación internacional llegase a cumplimentar a Guaidó como presidente de Venezuela. El primer apoyo que recibimos cuando estábamos retenidos en el aeropuerto fue el de Pablo Casado e inmediatamente recibimos la llamada del ministro de Asuntos Exteriores de Colombia, Carlos Holmes, que nos animaba a volver esta misma semana para estar este fin de semana en la frontera entre Colombia y Venezuela y participar en la marcha que el sábado intentará hacer llegar la ayuda humanitaria. Y ahí estaremos. Nuestra intención no era ni será provocar a nadie. De hecho, si Maduro quería entrevistarse con nosotros, no teníamos ningún inconveniente en ello, porque habría sido la ocasión de preguntarle por los presos políticos que tiene que liberar y por las muertes de las que tiene que responder. Solo queremos ayudar a la transición pacífica.

El ministro Josep Borrell ha dicho que no es lo mismo una delegación de Parlamento que una delegación de parlamentarios y que el Grupo de Contacto debe seguir trabajando.

Borrell y la Alta Representante Europea, Federica Mogherini, como la peor parte de la izquierda europea, quieren que haya una transición pero sin que Maduro sea derrotado y para eso acaban justificando siempre al dictador como en otros tiempos otros llamados demócratas querían justificar a Pinochet o a Castro. La delegación que ha ido es una delegación oficial en la medida en que la invitación de la Asamblea Nacional es una invitación oficial. Si el presidente del Gobierno español invita oficialmente a unos senadores norteamericanos, esa es una visita oficial. Si el presidente legítimo de Venezuela, Juan Guaidó, invita a una delegación de eurodiputados, también. Y por eso después de lo que ha ocurrido, el Grupo de Contacto debería detener su actividad, porque solo sirve para salvar a Maduro, no a los venezolanos. Es absurdo que cuatro eurodiputados sean expulsados de forma humillante el lunes y que el miércoles un director general de Mogherini sea autorizado por el gobierno ilegítimo de Venezuela.

¿Le preocupa la presencia militar norteamericana?

No conozco más informaciones que las que se han publicado en ABC. Mi impresión es que si hay presencia militar ha de ser solamente para encuadrar la operación de la ayuda humanitaria, para la que se necesita un gran esfuerzo de seguridad. Pero nadie, a día de hoy, salvo Maduro si acaso, tiene la menor intención de que esto se convierta en un conflicto violento. Nuestro objetivo es una transición pacífica a través de elecciones libres.

Pero las elecciones presidenciales no las puede convocar Maduro.

No las puede arbitrar Maduro y pienso que tampoco puede ser candidato. Personalmente no descansaré hasta el día en que sea acusado en los tribunales de La Haya de crímenes contra la humanidad, por la memoria de los muertos, de los heridos, de los encarcelados y de los millones de venezolanos que han tenido que abandonar su país camino del exilio. Maduro es un criminal que deberá responder por sus actos. La persona que ejecutó nuestra expulsión nos dijo literalmente: «Maduro no quiere que ustedes vean». Y cuando un asesino cierra las puertas y baja las cortinas es porque se dispone a matar.

¿Qué opina del papel de España en este momento?

Ha de hacer lo contrario de lo que está haciendo. Borrell y el presidente del Gobierno Sánchez están tratando de que haya una transición sin que Maduro sea derrotado, mientras que lo que deberían hacer es ponerse en primera línea para impulsar esa derrota de la dictadura y el triunfo de la democracia.