Alex Skeel es un joven británico de 22 años. Durante años fue víctima de los maltratos físicos y psíquicos de su pareja y madre de sus hijos, la primera mujer condenada en Reino Unido por abuso doméstico contra un hombre.
Por: ABC
Alex, de 22 años, de Bedfordshire, en Reino Unido, estaba solo a «días de la muerte» cuando la policía llamó a su puerta, lo que llevó a una investigación que dio con la madre de sus dos hijos en prisión.
Jordan Worth fue la primera mujer en el Reino Unido en ser condenada por maltratar a un hombre. Ahora, Alex, la víctima de esos abusos, quiere difundir el mensaje de que las mujeres también pueden ser perpetradoras de violencia doméstica.
Alex ha revivido su horrorosa experiencia de cinco años en un nuevo documental de BBC Three «Abused By My Girlfriend», que revela con detalles desgarradores cómo pasó de ser un adolescente despreocupado a ser golpeado, apuñalado y quemado de forma regular.
«Llevábamos tres años juntos y todo había comenzado con cosas pequeñas como que no usara el color gris o que no le gustaba mi peinado, para entonces ya llevaba nueve meses sufriendo abuso físico continuado», explica Alex.
«Nunca olvidaré el momento en que mi novia, Jordan, vertió agua hirviendo sobre mí por primera vez. Me había arrinconado en la esquina de una habitación de la casa que compartíamos en Bedfordshire (Inglaterra), sosteniendo el hervidor lleno de agua ardiendo. Todo sucedió a cámara lenta. Me escoció la piel. El dolor no se parecía a nada que hubiera experimentado antes. Le supliqué que me dejara meterme en un baño lleno de agua fría, era lo único en lo que podía pensar que detuviera la quemazón. Me dejó meterme en la bañera y el alivio fue instantáneo. Pero después me obligó a salir, o decía que me volvería a echar agua hirviendo», relata el joven recordando un episocio especialmente doloroso.
«Con el tiempo, ya había conseguido aislarme de todos mis amigos y familiares. Me había prohibido verlos e incluso usurpado mi cuenta de Facebook, una táctica clásica de abuso doméstico. Empezó a impedirme que comiera. Perdí muchísimo peso».
«Intenté luchar contra su comportamiento, pero ella encontraba la manera de tergiversar las cosas y culparme a mí. Sabía que no tenía la culpa de nada, pero al final acaba convenciéndome y terminaba pensando: “¿qué estoy haciendo mal?».
«Tuvimos dos hijos juntos. Esperaba que eso cambiara las cosas. No fue así, y empecé a temer que, si la abandonaba, ella les haría daño. Así que nunca me fui».
El abuso mental del principio se volvió cada vez más físico. «Esperaba a que me quedara dormido y entonces me golpeaba con una botella en la cabeza y me decía: “¿en qué estás pensando?”».
«Después de un tiempo, dejó de dolerme. Estaba tan acostumbrado al dolor que ya ni lo sentía. Así que ella ideó otra forma de lograr lastimarme. Después de la botella, llegó el martillo. Y después del martillo, podía encontrar cualquier cosa para golpearme. Llegaron también los cuchillos. Varias veces estuvo a punto de alcanzar una arteria en mi muñeca. Y después de eso, llegó el agua hirviendo. Llegué a tener quemaduras de tercer grado. Cada vez que me acostumbraba al dolor, ella subía de nivel.».
Un vecino llegó a llamar la policía varias veces cuando escuchó gritos en distintas ocasiones, pero Alex mintió. «No fue algo agradable, pero lo hice para salvarme la vida», cuenta sobre las razones por las que no denunciaba.
Todo terminó en 2018, cuando un oficial de la policía vino a la casa para hacer un seguimiento de una visita que había hecho anteriormente. Ahí salió toda la verdad.
«Mis heridas eran tan graves en ese momento, y estaba tan demacrado después de haber perdido tanto peso… Tuve la suerte de tener tantas lesiones que las pruebas eran muy sólidas. Todo eso ayudó a alejar a Jordan de mi vida.»
Jordan fue sentenciada a siete años y medio de prisión en abril de 2018. Admitió haber tenido un comportamiento controlador o coercitivo en una relación íntima, hiriendo con intención y causando graves daños corporales.