Apenas entrando a casa, deseamos cumplir con nuestra entrega de los lunes. Duro y difícil fue el itinerario cumplido por los parlamentarios hacia el Táchira, como ha ocurrido con otros puntos cardinales del país sometido a la dictadura inescrupulosa de dos décadas.
Indecible represión que enluta al país, es el rasgo fundamental de los capítulos postreros del régimen. La tragedia irradiada desde Miraflores, es el signo inequívoco de esta hora, aunque también esboza una ancha avenida hacia la libertad que abre día por día, minuto por minuto el pueblo venezolano en su inatajable ascenso ciudadano.
La Fracción Parlamentaria 16 de Julio estuvo en Los Andes, en Cúcuta y en San Antonio, como en el larguísimo camino sembrado con más de 38 alcabalas oficiales que decretaron un viaje aproximado a 40 horas. Desde el túnel de La Cabrera hasta el asalto de las tres unidades autobuseras de la Asamblea Nacional, por obra de un grupo fuertemente armado, el solo itinerario fue, a la vez, la amarga síntesis de un constante enfrentamiento con las autoridades de la dictadura y – grata compensación – de la generosa emoción y adhesión de cada localidad que recorrimos por una civilidad militante.
Es la ruta del coraje que, para el venidero martes, debe completar la Asamblea Nacional con la autorización a la que se refiere el artículo 187, numeral 11 constitucional. Así como, desde hace meses atrás, insistimos en el artículo 233 de la Constitución que resultó ineludible, ahora le toca a la instancia legislativa una autorización histórica como la inmediata presencia de una misión de paz ante las demenciales y desproporcionadas respuesta de esta dictadura.
Los venezolanos cumplen y la Asamblea Nacional ha de hacerlo también, consecuente con la coyuntura que demanda firmeza y decisión. No hay otra opción que luchar, luchar y luchar.