Están pasando muchas cosas. Todas graves y, quizás, definitivas. La mayoría no son nuevas, como el control y la represión brutal contra los medios de comunicación independientes, no controlados por el régimen. Otras son más recientes como el apagón nacional y la suspensión práctica de las comunicaciones electrónicas, aunque sea de manera intermitente que aún se mantiene. Por supuesto, repiten como loros que todo es consecuencia de la “guerra” de Estados Unidos contra Venezuela, incluida la hambruna, la escasez de alimentos y medicinas y el desastre educacional y hospitalario. Solamente omiten los escandalosos casos de corrupción y el clima de inseguridad de las personas, los bienes y las familias en general como consecuencia de las acciones del crimen organizado bajo inspiración y controles determinables con facilidad.
Todo es conocido por una nación harta, fatigada e indignada que sufre la vergüenza de soportar la tiranía. Millones se han ido del país. Pobres, ricos y clase media, estudiantes y profesionales, viejos y jóvenes en busca de un presente mejor que les aseguro el futuro. No es necesario continuar con la sobre diagnosticación de los males presentes, pero no queda más remedio.
En todo caso, la lucha debe continuar como ha sido planteada desde la Asamblea Nacional en boca del presidente (e) Juan Guaido. Primero, acabar con la usurpación madurista. Tiene que irse a corto plazo, por las buenas o por las malas. Segundo, una etapa de transición que atienda los problemas inmediatos y eche las pases para la construcción de la Venezuela que deseamos. Y tercero, finalmente, una elecciones universales, limpias con nuevo CNE y condiciones adecuadas de imparcialidad y observación internacional. Este es el orden de los factores cuya alteración pone en peligro los objetivos aprobados.
Esto lo escribo porque noto cierta tendencia en parte del liderazgo opositor y en el madurismo, por supuesto, de replantear el tema electoral como trampa caza ratones, para salir de los problemas inmediatos y supuestamente darle paso a una presunta solución a la problemática inmediata que los tiene contra la pared y con el agua al cuello.
Hay quienes de buena fe apuestan a la salida electoral inmediata basándose en encuestas y tomándole el pulso al descontento nacional. Incluso aceptando a Maduro como candidato oficialista. No podemos continuar con la falsa creencia de confundir democracia con elecciones. Estas son un factor importante de la democracia, pero no el único, ni siquiera el más importante en la lucha por la libertad y la defensa de la vida.
No hay solución posible a ninguno de los problemas nacionales, incluido lo electoral, mientras la tiranía se mantenga y Maduro esté al frente de la misma. En consecuencia, ese primer paso hay que darlo sin vacilaciones, sin complacencias sospechosas y con la certeza de su inaplazable necesidad.
Lunes, 11 de marzo de 2019
@osalpaz