Hoy el régimen de Nicolás Maduro continúa enviando unos 40 000 barriles de petróleo por día a Cuba.
Por Orlando Avendaño en PanamPost
No ha sido la mayor crisis humanitaria que ha padecido el hemisferio occidental, la capaz de sabotear una relación que hoy, más que nunca, parece inamovible. Y no por cosas del azar sino porque todos los esfuerzos de las dos tiranías están dispuestos para que esa relación se mantenga intacta. Venezuela no soltará a Cuba y Cuba no soltará a Venezuela.
Podrá estar en el horizonte la muerte de más de 300 000 venezolanos por desnutrición; o la expulsión de casi cuatro millones de nacionales que no aguantan más la tragedia; también la crisis aguda que sufren los hospitales y la megasuperhiperinflación que ha vuelto polvo el poder adquisitivo en Venezuela. Podrá estar todo ello a la orden pero nada entorpece el flujo diario de cash —o barriles de petróleo— a la pequeña isla que domina al otrora gran país americano.
Según comentó el experto de la Universidad de Texas, Jorge Piñón, al Wall Street Journal, hoy el régimen de Nicolás Maduro envía unos 40 000 barriles de petróleo por día a Cuba. “Esos envíos tienen un valor de más de USD 800 millones anuales”.
Al hacer la estimación con el actual valor mundial del petróleo, Venezuela estaría enviando USD 2,5 millones diarios al régimen castrista en La Habana.
No obstante, son cifras que se quedan cortas al ser contrastadas con los intercambios anteriores. Hasta el 2017, a cambio de la asistencia médica que ofrecía Castro, Cuba recibió un promedio de USD 2 360 millones anuales. Más del doble de lo que ahora envía el régimen de Nicolás Maduro.
En concreto, Venezuela ha entregado a Cuba más dinero que la Unión Soviética en casi treinta años.
Hoy es a cambio de la tutela y la receta para mantener una dictadura en medio de un continente hostil por seis décadas. Es un acuerdo degradante, que desangra a Venezuela, y que se mantiene bajo una dinámica de sumisión voluntaria. De servidumbre voluntaria.
No es la isla una potencia militar o económica. Pero, pese a ello, mantiene sometido a un país mucho más grande y fuerte. Me dijo hace poco el prestigioso político colombiano Fernando Londoño: “Es como si la mujer pagara al delincuente para que la violara”. Y así, bajo esa dinámica, el régimen de Nicolás Maduro continúa saldando la cuenta con el Estado invasor.