Venezuela vuelve a vivir el caos y la miseria chavista por un nuevo apagón rojo que comenzó ayer al mediodía, y afecta a casi todo el país.
Jorge Rodríguez, informó a través de Twitter a eso de las 4 de la madrugada, la suspensión de las actividades en centros de trabajo y escuelas. “El Gobierno Nacional ha decidido la suspensión por 24 horas de las actividades laborales y educativas en todo el país”, dijo.
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Añadió que el régimen ha puesto “desde el mismo momento de los ataques” todo el esfuerzo “para restituir, tan pronto sea posible, el servicio eléctrico en todo el territorio nacional”.
En Caracas, los locales comerciales, bancos y colegios estaban cerrados y el transporte público trabajaba al mínimo. El metro y los ferrocarriles no operaban.
Como las líneas telefónicas e internet presentaban fallas, algunos no se enteraron de la medida gubernamental de cancelar la jornada laboral por 24 horas y acudieron a sus centros de trabajo sólo para encontrarlos cerrados.
“La calidad de vida que tenemos en el país está por el piso”, se quejó Yolanda González, una asistente dental de 50 años que estaba esperando transporte público para ir a trabajar en una zona de clase media de Caracas, sin saber si el consultorio estaría abierto.
“¡Cómo me voy a enterar si no hay luz, no hay internet! Lo que hago es gastar en pasaje”, agregó al ser consultada si había oído del aviso oficial de suspensión laboral.
La falta de luz también afectaba el servicio de agua potable, dejaba hospitales sin energía y generaba el colapso de la banca electrónica, vital por la escasez de efectivo en un país con hiperinflación.
Las operaciones en el principal terminal de exportación de petróleo, Jose, fueron afectadas por los cortes de luz, dijo a Reuters una fuente de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). El resto de la industria petrolera, que cuenta mayormente con suministro propio, no reportaba fallas.