Tras los apagones, la culpa fue inicialmente de iguanas y rabipelados, luego de saboteadores, ahora, ya vamos perfeccionando la mentira a nivel de “Ataque Electromagnético”. Cuando tuvimos una serie de sismos de mediana intensidad, la responsabilidad de esos eventos, según algunos dirigentes del gobierno, era de una tecnología militar experimental estadounidense ultra secreta (de la cual ellos si estaban enterados) desarrollada para generar terremotos en los países “independientes” como Venezuela. La mayoría de los venezolanos están convencidos de que esta larga cadena de excusas vergonzosas son producto de la criminal actitud del gobierno usurpador para evitar su salida del poder, sin embargo, creo que es pertinente escudriñar un poco más para saber el origen real de tales manifestaciones discursivas.
Es posible que debamos establecer como hipótesis que esa actitud mitómana del gobierno de Nicolás Maduro tenga una relación directa con el profundo tercermundismo que al pensamiento unidimensional que profesa el régimen militar. La semilla de ese constructo ideológico tercermundista es el convencimiento, más bien autoengaño, de que los países pobres son pobres por la existencia de países ricos, aún más, que los países ricos son ricos porque han saqueado a los países pobres. Bajo esa lógica, el campo de acción “revolucionario”, de todo movimiento de “liberación nacional”, es la pendejera consuetudinaria de los ideólogos con sobaco ilustrado de desconectar del sistema capitalista, de la economía de mercado global, a los “dos o tres Vietnam” en los que intentan convertir a sus respectivos países.
Obviamente, eso es una absoluta falacia. Los países pobres son pobres, no por un malévolo imperio saqueador (que si existen tales imperios pero no son la causa de la pobreza), contrariamente, son pobres porque solo exportan materias primas, porque destruyen todo intento de crear industrias transformadoras, porque sus gobiernos no ofrecen seguridad jurídica a la inversión, desconocen la propiedad privada, reprimen los reclamos de salarios dignos y, principalmente, invierten más en adquisición de armamento que en salud y educación pública. Los imperios saqueadores llegan, al ver los resultados de esos estados fallidos, para convertir los escombros en cenizas, pero ya el mal está hecho, o más precisamente, ya fue autoinflingido.
Algunos dirían que esa estructura de pensamiento que permite culpar al imperialismo de todos nuestros males es de origen Marxista, pero estarían equivocados. El mismo Marx, de su puño y letra, analizando el imperialismo británico frente a la India, consideraba que las sociedades atrasadas, con culturas ensimismadas, atrapadas en el misticismo y altamente jerarquizadas en castas, solo pueden iniciar los primeros pasos hacia el progreso bajo la intervención de un sociedad técnicamente más avanzada. ¿No me creen los “sobaco ilustrado”? Revisen sus artículos, publicados por primera vez en el New York Herald Tribune el 25 de junio y el 22 de julio de 1853. Además, él mismo consideraba totalmente impracticable el “socialismo científico” (su miope versión del socialismo) en sociedades atrasadas, solo era posible en sociedades altamente industrializadas como “Inglaterra, Alemania o Estados Unidos”. Quienes no se sacan la literatura marxisma debajo del brazo harían bien en leerla de vez en cuando.
Nuestro análisis debe apuntar a los autoritarismos, militares y pretorianos, fundamentalmente populistas y personalistas, que necesitan una excusa primigenia para despojarse de toda responsabilidad y a la vez seguir usufructuando los beneficios de ejercer el poder “por los siglos de los siglos”. Durante la existencia de la URSS, se compatibilizaron los intereses geopolíticos de esa potencia con esta cualidad inherente de los gobiernos incapaces e incompetentes del tercermundo y se construyó ese entramado justificador. El entramado sobrevivió al imperio que lo creó, ahora es útil a la Rusia de Putin y a la Venezuela de Nicolás Maduro.
Tanto se procedió a “copiar y pegar” que cuando Nicolás Maduro habla de Europa y Estados Unidos lo hace bajo la expresión, con carga peyorativa, usada en Rusia: “Occidente” como si Venezuela no fuese geográfica y culturalmente parte del Hemisferio Occidental. Lo peor, es que los Venezolanos son vistos por el régimen como medios, como una ficha en el tablero, en la meta de ser “dos o tres Vietnam” que destruyan a “Occidente”. No importa las víctimas, no importa el sufrimiento, lo importante es la “meta”. Me podrán decir lo que les de la gana, pero para mi vale mucho más un venezolano, que mil vietnamitas, mil cubanos o mil bolivianos, poco nos debe interesar ser “la punta de lanza de la lucha antiimperialista” si no podemos salvar la vida de los venezolanos que mueren a causa de la Crisis Humanitaria. Pero la mala semilla sigue sembrada en Miraflores.
Julio Castellanos / @rockypolitica / jcclozada@gmail.com