Los hombres que arrancaron las uñas de los pies de Carlos Guillén y colocaron una bolsa de plástico sobre su rostro en un cuartel general de contrainteligencia en Caracas eran venezolanos, pero los oficiales que supervisaban su tortura eran cubanos.
Por: Ethan Bronner, Alex Vasquez y David Wainer | Bloomberg
Lo que los delató de inmediato fue su acento, explicó Guillén, ex teniente del Ejército venezolano acusado de traición que luego de ser puesto en arresto domiciliario y escapar, huyó a Colombia.
Los acentos también fueron una advertencia para María Martínez Guzmán, parte del equipo de Univision que obtuvo una entrevista en febrero con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, que quedó sorprendida por lo que presenció: cubanos con trajes y audífonos dando instrucciones a los asesores de Maduro, que vestían jeans. El mandatario se enojó tanto con las preguntas de los periodistas que ordenó que el equipo fuera detenido y luego expulsado del país.
“Quedó muy claro quiénes vigilaban a Maduro, quiénes eran responsables de él y quiénes simplemente recibían órdenes”, señaló recientemente Guzmán, un productora de televisión cubano-estadounidense de Miami. Agregó que la jerga que usaban los hombres en la habitación dejó claro que eran de la isla.
Cada vez que la comunidad internacional trata de comprender cómo es que Maduro, pese al colapso económico y las sanciones estadounidenses, se ha mantenido en el poder durante los últimos dos meses, el foco se pone en el papel desempeñado por Rusia y China, patrocinadores financieros clave de su régimen autoritario.
No obstante, Cuba y su equipo de agentes en terreno también son cruciales, ya que brindan apoyo de inteligencia que ha ayudado a frustrar los planes de Juan Guaidó, el legislador opositor reconocido por más de 50 países como el líder legítimo de Venezuela, orientados a derrocar a Maduro e instalar un gobierno de transición.
“Sistema nervioso”
“Sabemos que los guardaespaldas de Maduro son cubanos. Sabemos que hay una presencia cubana muy importante en las dos agencias de inteligencia principales”, afirmó Elliott Abrams, enviado especial del Departamento de Estado de EEUU para Venezuela, en una entrevista. “Los cubanos constituyen una especie de sistema nervioso de este régimen. No estaría allí si no fuera por ellos”.
En un tuit publicado hace 10 días, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, calificó de mentiras y propaganda afirmaciones de que cubanos entrenan e intimidan a funcionarios venezolanos. Voceros del gobierno venezolano no respondieron a solicitudes de comentarios.
La estrecha relación entre ambos países comenzó luego de que Hugo Chávez fuera electo presidente de Venezuela en 1998 y se acercara a Fidel Castro, alineando así sus ideas socialistas. Durante la siguiente década, decenas de miles de cubanos fueron enviados a Venezuela para instalar centros médicos y comunitarios y desarrollar programas deportivos, además de ofrecer herramientas de represión política. Por su parte, Venezuela pagó con petróleo.
Caracas continúa enviando a la isla al menos 50.000 barriles diarios, aseguró Abrams. Tras la muerte de Chávez y la llegada de Maduro al poder en 2013, la caída de los precios del petróleo, junto con la mala gestión y la corrupción, hicieron que los despachos de crudo se volvieran una carga cada vez mayor. La crisis venezolana obliga a Cuba, otrora estandarte de resistencia tercermundista respaldado por los soviéticos, a encontrar otras formas de salir de la pobreza.
A petición del presidente
Anthony Daquin, quien trabajó en el Ministerio del Interior cuando modernizó su sistema de identificación, aseveró que es “controlado técnica y operativamente por cubanos desde la Universidad de Ciencias Informáticas de Cuba”. Daquin, consultor que actualmente vive en EE.UU., detalló que hay unos 300 cubanos que dirigen el Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería y que hay “una copia de cada cédula venezolana” en la universidad ubicada en La Habana.
Zair Mundaray, un alto fiscal venezolano que huyó a mediados de 2017, indicó en una entrevista en Bogotá que cuando formó parte de un consejo que asesoraba a Maduro sobre seguridad ciudadana, observó a dos cubanos sentados tomando notas durante las reuniones. Mundaray dijo que habló con el ministro a cargo, argumentando que las reuniones eran secretas, y le respondieron que estaban presentes a petición del presidente.
Muchos de los personeros cubanos más importantes en Venezuela se alojan en recintos bien protegidos, especialmente en Fuerte Tiuna, la principal base militar de Caracas cerca de la casa de Maduro, según Guillén y otros venezolanos conocedores del tema.