El próximo 9 de abril los ciudadanos de Israel concurrirán a las urnas para elegir los 120 miembros del Parlamento del cual surgirá el primer ministro. Las elecciones estaban previstas para noviembre pero el primer ministro Benjamín Netanyahu decidió adelantarlas con la perspectiva de obtener su reelección y obtener una clara mayoría. El sistema de distribución proporcional fomenta la participación de múltiples partidos y complica la formación de una mayoría para gobernar.
El electorado elegirá entre una miríada de opciones ubicadas desde la derecha y el centro, pasando por los partidos religiosos, de izquierda y árabes. El Likud, conducido por Netanyahu, representa el eje sobre el cual se reunirán todos los partidos de derecha, mientras la alianza Azul y Blanca (Kahol Lavan) está integrada por el partido conducido por Benny Gantz, ex comandante en jefe de las Fuerzas de Defensa, y Yesh Atid, liderado por Yair Lapid. Gantz ubicó la alianza a la derecha en temas de seguridad, liberal en economía e izquierda en lo social y derechos humanos. Las encuestas indican una paridad entre estas dos opciones que deberán sumar a los partidos menores para llegar a la mayoría y elegir al primer ministro.
El primer ministro Netanyahu, de 69 años, espera retener el poder para obtener un quinto mandato y convertirse en el primer ministro con más años en el cargo. Las acusaciones de corrupción y autoritarismo no han afectado su popularidad y continúa siendo el favorito para el máximo cargo. No tuvo escrúpulos para ofrecer una alianza y dos puestos en su futuro gabinete al Partido Habayit Hayehudi, cuyo fundador fuera el rabino Kahane, proscrito en 1988 por promover el racismo, la violencia y la expulsión de los árabes de Israel.
El electorado israelí refleja también una grieta. La ley de nacionalidad aprobada en julio de 2018 estableciendo el carácter judío del Estado y el hebreo como lengua oficial profundizó la división entre liberales y “nacionales”. Los primeros enfatizan la democracia y la igualdad, mientras que los segundos defienden la identidad para garantizar la supervivencia y las futuras negociaciones con los palestinos. Netanyahu también acusó a su oponente de promover una coalición con los partidos árabes; Kahol Lavan tuvo que desmentir esas acusaciones y remarcar su posición sionista. Los ciudadanos de origen árabe representan el 17% del electorado.
En los últimos diez años, la economía tuvo un crecimiento continuo, con excepción de 2008 y 2014. En 2016 creció 4%; 3,5% en 2017 y 3,2% en 2018. El ingreso per cápita es de 40.200 dólares. La expansión del PBI es aceptable para una economía madura basada en una estructura industrial de alta productividad y un flujo constante de inversiones. Si bien la polémica entre los partidos incluye los temas de distribución del ingreso y los gastos de salud y educación, la discordia principal es el futuro de los territorios ocupados en la guerra de 1967.
El actual primer ministro logró cementar una relación especial con el presidente Donald Trump, quien prometió el acuerdo del siglo. Los Estados Unidos aparecen como el negociador principal con la Autoridad Palestina; Trump designó a su yerno, Jared Kushner, para elaborar un Plan de Paz y nombró como embajador a David Melech Friedman. Tanto Kushner como Friedman no poseen credenciales diplomáticas. Las declaraciones de Trump sobre el conflicto israelí-palestino replican su manejo de las relaciones internacionales. La decisión de trasladar la Embajada a Jerusalén y el reconocimiento de la soberanía israelí de las Alturas del Golán intentan tensionar y humillar al adversario para negociar desde una mejor posición. El presidente palestino Mahmoud Abbas calificó las acciones norteamericanas como una bofetada y reclamó la aceptación de la iniciativa propuesta por la Liga Árabe en 2002 de reconocer la existencia del Estado de Israel a cambio de volver a las fronteras de 1967.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, declaró ante el Congreso que el Plan de Paz será presentado después de las elecciones y aclaró que no contempla los viejos parámetros sobre los asentamientos o la capital; se negó a responder sobre la viabilidad de dos Estados.
El respaldo de Estados Unidos y la divulgación de un plan de paz son suficientes para mantener la relación de fuerzas en Israel. Netanyahu no pudo estar ajeno a esta elaboración y una modificación en la composición del Parlamento sumaría incertidumbre. Todo indica que Netanyahu pasará a la historia como el mandatario que más tiempo estará al frente del Gobierno israelí.
El autor es ex embajador y analista internacional
Publicado originalmente en Infobae