Con base en los ingresos petroleros que el fisco empezó a recibir, Gómez diò un paso fundamental con la construcción de una red vial que conectó al occidente con el centro del país con la carretera Trasandina para que transitaran los vehículos del Ejército, la policía y el transporte de personas que la comunicación exigía. De igual manera, se instituye la moderna Administración Pública como instrumento para que fluyera el copioso ingreso petrolero que la hacienda pública recibía por el petróleo y se transformaba en obras públicas, principalmente vialidad, algunas escuelas y hospitales. Gómez encarga al doctor Gumersindo Torres para la difícil tarea de lidiar con las fuerzas más avanzadas del capitalismo de aquel tiempo, representadas en las compañías petroleras que en masa llegaron a Venezuela atraídas por las facilidades otorgadas para hallar y explotar el petróleo. Luego, al sistema judicial se agregaron los ministerios de obras públicas, sanidad y educación, labor que fue continuada con altos y bajos por los Generales López Contreras, Medina Angarita y Pérez Jiménez hasta que la democracia diò forma más robusta al moderno Estado Venezolano como lo conocimos.
Ese Estado ya no existe. Sus funciones básicas como la prestación de servicios son inexistentes, como lo refleja la destrucción de la industria petrolera, la de electricidad y la del agua. El sistema judicial está corrompido y funciona como brazo político del PSUV. Y lo más peligroso es que Maduro literalmente le ha entregado el control del orden público a grupos para militares, llamados colectivos. Así, se está disolviendo el Estado venezolano y habrá que reconstruirlo sobre nuevas bases.