Tras el retiro de la protección ecuatoriana a Julian Assange y la entrega a la justicia británica, cada vez se conocen más detalles sobre la larga y turbulenta estadía del cofundador de WikiLeaks en la embajada londinense.
Por Infobae
El gobierno del ex presidente Rafael Correa, quien no confiaba en las autoridades del Reino Unido, encargó la seguridad de la sede diplomática a una firma de seguridad española. Así, las imágenes captadas por las cámaras de UC Global, una empresa de seguridad privada, fueron publicadas por el periódico El País y muestran más detalles sobre el extravagante encierro de Assange.
Desde el pequeño edificio de ladrillos rojos, el activista continuó dirigiendo su grupo de Internet, realizó conferencias de prensa ante cientos de admiradores desde un balcón, montaba su patineta por los pasillos y fue el anfitrión de un desfile de visitantes, incluidas Lady Gaga y Pamela Anderson, de quien se rumoreaba que era su novia y le llevaba sandwiches veganos.
Según una carta escrita en el 2014 por Juan Falconí Puig, entonces embajador ecuatoriano en Londres, describía la incómoda situación de los funcionarios por la presencia y comportamiento de Assange. El asilo estuvo lejos de ser un dolor de cabeza únicamente político: también había temas de convivencia. Entre las principales preocupaciones de Falconí, según reportó el New York Times, destacaban la afición de Assange por montar una patineta y jugar fútbol con los visitantes. El skate, según Falconí, “dañaba pisos, paredes y puertas”.
El embajador dijo que los juegos de fútbol habían destruido el equipamiento de la embajada. Cuando un agente de seguridad detuvo el juego y se llevó el balón, Assange “comenzó a temblar, a insultar y a empujar al agente”, mientras reclamaba el balón y luego “se lo lanzó”.
Entre 2012 y 2018, Ecuador gastó 6,2 millones de dólares en la seguridad y manutención de Assange, según la cancillería ecuatoriana. No solo se trataba de su alimentación o cuidados básicos: algunas operaciones requerían gastos excepcionales.
Cuando se dañó una cañería del baño, que el informático la solía abrir durante sus conversaciones privadas para hacer ruido, y mitigar el temor a ser grabado, la embajada necesitaba arreglarla, pero no quería contratar a cualquier persona. Sospechaban que la inteligencia británica no desaprovecharía la oportunidad de usar al máximo el ingreso de un fontanero. Por ello, mandaron a traer un plomero de confianza desde España en una misión diplomática de 4.000 euros.
Otros testimonios de los empleados españoles de la firma de seguridad indican que Assange solía dar entrevistas vestido solo de la cintura para arriba, la parte que se veía en cámara. Para abajo, estaba en ropa interior.
Los problemas de convivencia, los pronunciamientos políticos y el cambio de rumbo de la diplomacia ecuatoriana llevaron a una crisis. Ya con otro canciller, Ecuador le entregó nuevas reglas de convivencia y expresión, con una cláusula de anulación de asilo si las violaba. Assange demandó a Ecuador por vulnerar sus derechos, lo que empeoró aún más las relaciones. El recurso fue rechazado.
En octubre pasado, Quito le impuso un drástico protocolo que regía sus visitas, comunicaciones e incluso su higiene personal en la embajada, y le advierte que todo incumplimiento le llevará al “fin del asilo”.
Con información de AFP y EFE