Al frente del Envigado FC durante más de una década, Gustavo Upegui era reconocido como el dirigente deportivo que sacó de la segunda división al club, para convertirlo en la cuna de grandes estrellas del fútbol colombiano como James Rodríguez, Fredy Guarín, Juan Fernando Quintero y Dorlan Pabón. Pero detrás de la imagen del empresario exitoso se escondía la de un despiadado narcotraficante capaz de traicionar hasta la muerte a sus más cercanos socios para mantener la autonomía del negocio. Así lo reseña infobae.com
No está claro en la historia del crimen en Colombia cómo fue que Upegui ingresó al rentable mercado de la coca, pero una vez en 1998 decidió contar al diario El Espectador cómo conoció a Pablo Escobar, el líder del Cartel de Medellín con el que se le relacionaba entonces. Fue en los años 60 cuando su familia se trasladó a vivir a Envigado, en una casa diagonal a la de Abel Escobar y doña Hermilda Gaviria, los padres del capo.
En aquella época fueron amigos de infancia, hasta que su familia volvió a mudarse. Se reencontraron nuevamente en los ’80 compartiendo actividades políticas, cuando Escobar decidió lanzarse como congresista para evitar que fuera aceptado el tratado de extradición con Estados Unidos para los narcotraficantes, lo que terminó por catapultarlo. Esa es la historia de Upegui. Pero las autoridades tenían otra versión.
Para ellos fue el mismo Escobar el que introdujo a Upegui al negocio del narcotráfico, hasta que se convirtió en su mano derecha, incluso para actividades personales como conseguir animales exóticos para llenar el zoológico de la hacienda Nápoles. Más tarde, cuando el capo creó una empresa criminal para formar sicarios -la pesadilla que sigue en pie aún en la actualidad-: La Oficina de Envigado, Upegui quedó al frente de ella.
Upegui siempre negó esa relación, pero varios episodios decían todo lo contrario. En marzo de 1988, una emboscada de dos mil uniformados cercó la finca El Bizcocho, ubicada en el barrio El Poblado, de Medellín, propiedad de Upegui, pero que en realidad tenía como objetivo capturar a Escobar, quien logró escapar en calzoncillos, según contaron en aquella época los medios nacionales. Al capo no lo encontraron pero hubo allanamiento de morada.
En el lugar las autoridades encontraron documentos que vinculaban a Escobar y a Upegui con corruptos altos funcionarios del Estado. Incluso, cuando el capo se entregó al gobierno de César Gaviria para pagar reclusión en la cárcel que él mismo había construido, La Catedral, dejó encargado de los negocios de afuera a Upegui. Fue en esa época cuando Escobar tentó su suerte acabando con un clan mafioso, los Galeano y los Moncada, sentenciando su propia muerte.
Ahí se produjo la conformación de Los Pepes (Perseguidos por Pablo Escobar) por sus máximos enemigos, a la cabeza del Cartel de Cali y los paramilitares Castaño. Fue esta estructura criminal la que ayudó, con información de inteligencia y una despiadada guerra de sangre, a las autoridades colombianas y estadounidenses para acabar con el líder del Cartel de Medellín. Terminó todo con el asesinato de Escobar en diciembre de 1993, abatido por la Fuerza Pública encima del techo de una casa cuando intentaba huir.
De hecho, un informe de la Fiscalía revelado en VerdadAbierta.com asegura que uno de los fundadores de Los Pepes fue el mismo Upegui, lo que ellos explican es que tras ser amigos personales, este último quería quedarse en poder único de La Oficina, como en efecto sucedió, en compañía de otro extrabajador de Escobar, el paramilitar alias Don Berna.
“Este nuevo poder colocó a disposición suya la estructura política existente en el municipio de Envigado, la cual es absoluta y sin oposición de ninguna fuerza política por obvias razones”, dice el informe de la Fiscalía, cita el portal investigativo. Para entonces Gustavo Upegui también marcaba otra importante historia en el narcotráfico, cuando compró las acciones del club Envigado FC.
Envigado FC
Envigado FC llevaba un año en primera división y sólo cuatro de fundación, cuando el exconcejal J. Mario Rodríguez, su entonces presidente, invitó a Upegui a unirse como socio. Él terminó comprando todo el club con un propósito claro, identificar jóvenes promesas del fútbol para llevarlos a la gloria y, así, valorizar el reciente equipo. Fue entonces cuando apareció un niño de 11 años que hizo dos goles olímpicos a esa edad en un campeonato infantil.
Fue en el estadio Atanasio Girardot de Medellín, en 2003, en la final de la liga Pony Fútbol. Se llamaba James Rodríguez. El mismo día, después de la victoria, el mismo Upegui fue a hablar con su madre, María del Pilar Rubio, y su padrastro Juan Carlos Restrepo para ofrecerle un club en el cual formarse. La idea era que jugara primero en las inferiores de Independiente Medellín y luego en la profesional de Envigado. Entonces, la familia se trasladó de su natal Ibagué a Medellín.
Cuenta un reportaje de Las Dos Orillas que Upegui les facilitó un lugar donde vivir y le consiguió trabajo a los padres. James empezó a jugar en grande, pero los técnicos estaban preocupados por su corta estatura. Entonces, el club Envigado FC hizo lo mismo que el Barcelona por Messi, le costeó un tratamiento hormonal al pequeño para que ganara potencia y talla; igual que a Juan Fernando Quintero.
Con el tratamiento muscular y gimnasio, James llegó al 1,80 metros. En 2006 el Envigado le pudo la 10 y lo lanzó a debutar con 14 años, durante el segundo tiempo de un partido contra Cúcuta Deportivo. Al mes de ese primer encuentro en la profesionales asesinan al dirigente de su club, el empresario Gustavo Upegui. Todo el episodio quedó registrado en el libro James, su vida, en el que el periodista Nelson Fredy Padilla hace una biografía del que se convirtió en el astro del fútbol colombiano, hoy centrocampista del Bayern Múnich.
El 3 de julio de 2007, ocho hombres vestidos de policías y fingiendo un allanamiento ingresaron a una finca de Upegui en San Jerónimo, Antioquia, y le dispararon a sangre fría en la cabeza. El asesinato se dio en medio de una disputa interna de La Oficina, y fue ordenado por Daniel Mejía, alias ‘Danielito’, para quedarse al frente de la organización criminal.
Tras la muerte del dirigente deportivo, el club se vino a pique, un año después regresó a segunda división y fue incluido en la lista Clinton hasta hace poco. Y todo este entramado de ilegalidad no le bastó a Upegui para ir a la cárcel, solo pagó 45 días por un triple homicidio. Ya al frente del Envigado FC secuestraron a sus dos hijos, los liberaron, pero sus tres captores fueron asesinados en una masacre perpetrada en el Bajo Cauca antioqueño con ayuda de Don Berna. Por este caso fue detenido en 1998.
Nunca más regresó a la cárcel, ni por la evidente relación con Pablo Escobar y el Cartel de Medellín, ni por el lavado de dinero que hacía en Envigado FC, ni por los crímenes por los que lo señalan al frente de La Oficina. Incluso, ni teniendo abierto 16 procesos relacionados con unos asesinados por asfixia mecánica y estacas en el Valle de Aburrá que dejaron al menos 70 muertos, según VerdadAbierta.com.