Rusia sacó esta semana pecho con su renovado helicóptero Mi-26, una bestia de 28 toneladas capaz de transportar a más de 80 hombres totalmente equipados para la guerra o vehículos blindados ligeros. El nuevo Mi-26, el helicóptero pesado más grande del mundo, dotado ahora con la tecnología del siglo XXI, superaba finalmente todas las pruebas y alzaba el vuelo sobre el cielo de Moscú, publica Infobae.
Rostec, la compañía productora, orgullosa de su criatura de guerra, asegura que ahora esta nave puede realizar trayectos de forma autónoma, el veterano ingeniero jefe S. M. Popov afirmaba que “Con este nuevo modelo, cuando el piloto automático está encendido, el helicóptero puede moverse independientemente en la ruta sin que el piloto esté involucrado”.
De momento, este modelo va a ser destinado tan sólo a las Fuerzas Aéreas rusas, aunque China, el gran aliado el Kremlin a la hora de posicionarse sistemáticamente contra EEUU en la esfera internacional, ya ha mostrado interés en hacerse con este modelo, una aeronave que puede marcar la diferencia en territorios tan vastos como Asia.
América Latina, actual campo de batalla de la Guerra Fría 2.0 entre Washington y Moscú, es el gran objetivo para Rostec. Actualmente países como México o Perú e incluso Colombia, tradicional aliado de EEUU en el cono sur, cuentan con modelos Mi, pero es en Venezuela donde el interés y el apoyo ruso son más evidentes.
El asesor de ventas de Russian Helicopters, Sergey Ostapenko afirmaba a este respecto que “si el gobierno de Venezuela está dispuesto a comprar nuevos helicópteros se los venderemos. No tenemos restricciones en cuanto a las ventas de helicópteros . La única restricción que tenemos es la de las sanciones de la ONU”.
El régimen de Maduro ha comprado en la última década más de 50 modelos a Rostec, la mayoría del tipo Mi-17, helicóptero mucho más ligero y funcional para el país caribeño, y ahora Rosoboronexport, el monopolio del armamento ruso, ha abierto un centro de formación y entrenamiento en el estado venezolano de Yaracuy. Este centro ofrecerá entrenamiento para los modelos Mi-17V-5, Mi-35M y Mi-26T. La Casa Blanca advirtió tanto a Rusia como a otros países que el envío de armamento para apoyar a Maduro sería considerado como una “amenaza directa”.
En la planta de Rostov del Don, en el sur de Rusia, donde, por primera vez en 5 años, se ha permitido entrar a un reducido grupo de periodistas, la actividad es frenética. La construcción del nuevo Mi-26 es el centro de atención de todos, no en vano tan sólo ver sus aspas, las más largas del mundo, impresiona.
Esta fábrica, un centro estratégico de alta importancia militar para Moscú, es de donde salen las unidades que van a repartirse por los países aliados de Rusia, y también es donde los helicópteros que necesitan pasar por el taller son reparados, una operación costosa y complicada que lleva mucho tiempo por lo intrincado de la logística.
Esta situación cambiará pronto para el cliente y aliado venezolano, ya que Rusia está terminando un centro de reparación y mantenimiento de modelos “Mi” en suelo venezolano, lo que “contribuye, ante todo, a la solución de problemas relacionados con la renovación, el mantenimiento de las condiciones de los helicópteros”, en palabras del ingeniero jefe de la planta de Rostov Alexander Latotsky.
La estrategia del Kremlin de entrenar a los pilotos venezolanos y de ofrecerles mantenimiento “in situ”, se suma al reciente despliegue de un centenar de uniformados rusos en el país caribeño, en un claro gesto del Kremlin de que su apoyo a Nicolás Maduro es total, no sólo en lo político y en lo económico, sino también en lo militar.
Desde que estallase la crisis política en Venezuela, el Kremlin no ha dudado en defender la legitimidad de Maduro, y aunque los negocios petroleros entre Moscú y Caracas son importantes, no son el motivo principal del incondicional apoyo ruso.
Para el analista ruso Pavel Fengenhauer “los intereses militares son los más importantes, muy por delante de lo invertido en hidrocarburos, que puede ser fácilmente perdido”.
Fengenhauer resalta también lo irónico del apoyo del Kremlin al régimen chavista asegurando que “Putin es un cristiano nacionalista de derecha. En Europa, Putin apoya a extremistas y populistas de derechas, pero en América Latina apoya a la izquierda. Básicamente, la única ideología rusa es la anti-estadounidense”.