Los acontecimientos de las últimas horas, reafirman la tesis de la profunda división que existe en las Fuerzas Armadas. En el ente castrense la procesión va por dentro. La familia militar no es ajena al caos y a la anarquía en que está sumida Venezuela, sino que también es víctima y quiere cambio.
Nos asombra el miedo del gobierno a detener a Guaidó, quien ha hecho lo que le ha dado la gana, a la luz pública. Le temen a la respuesta internacional e internamente pierden autoridad. No hay quien le ponga el cascabel al gato.
La parada de Guaidó buscó un efecto domino en la FANB, que no llegó a producirse, pero que causó graves daños a un desgobierno que quedó al desnudo y no pudo castigar a nadie. A partir de lo ocurrido le va a ser difícil a Maduro conciliar el sueño. Desde el norte informaron que entre quienes lo rodean hay conversaciones y negociaciones para ponerle fin a la tragedia. Y es que un régimen aislado y con una hiperinflación desbocada, sin efectivo y un colapso general de abastecimiento y servicios es insostenible.
En fin: 1) Un Gobierno desgastado, a la defensiva, sin apoyo popular y sin un claro apoyo militar. 2) Unas Fuerzas Armadas que muestran fisuras, divididas, con falta de mando e incapacidad de respuesta. 3) Con un presidente encargado que está retando de frente al desgobierno con impunidad, con claro apoyo popular y que ha despertado la atención internacional. 4) Una oposición se ha cohesionado con la presencia de los diferentes líderes, unida en la Asamblea Nacional. 5) Los apoyos a Maduro de gobiernos extranjeros han sido escasos y sin compromiso. 6) Las organizaciones internacionales presionan la salida de Maduro con negociación y la realización de elecciones. 7) Se ha cerrado alrededor de Guaido una sólida protección internacional. 8) No se ha visto una masa popular y de colectivos en apoyo de Maduro. 9) El colapso económico es total. 10) El desgobierno es un barco que se hunde y que a nadie conviene reflotar.
Las cartas están echadas. Mientras tanto, Leopoldo López se resguardó en la embajada española, donde los resultados de las elecciones confirman que la postura adversa del gobierno de Pedro Sánchez frente a Maduro no variará. España ha optado una vez más por la centro izquierda, que se ha alternado sanamente en el poder con la centro derecha, desde el inicio de la democracia. Los extremismos fueron derrotados una vez más. El partido Unidas Podemos de Pablo Iglesias bajó del tercer al cuarto puesto, perdiendo un tercio de sus diputados. El partido de derechas Vox del cual se esperaban hasta 60 diputados, solo ha logrado 24, y a costa del PP. Nos alegra que la participación haya estado cerca de las mayores en la historia, superando el 75% de los votantes. Lo que reafirma una firme voluntad democrática. Sirve de reflexión que la derrota del Partido Popular se deba sobre todo a una fragmentación del espectro electoral del centro y la derecha, que ahora en vez de uno tiene tres referentes. El ganador del trío es Albert Rivera con Ciudadanos, partido que crece un 80% con relación a sus anteriores resultados. Rivera fue el ganador de sendos debates que demostraron lo importante de preparar bien la confrontación de ideas. Preocupa que los nacionalistas e independentistas sigan en sus regiones obteniendo una importante votación, aunque no la suficiente para provocar una hecatombe. La unidad e integridad de España está garantizada en la Constitución y es algo que solo podría decidir el conjunto de los españoles.
Salvando las distancias a Pedro Sánchez hay que reconocerle que convocó a unas elecciones, cuando más la necesitaba, para salir del atolladero. Aquí hay que hacer lo mismo, antes de que termine de desintegrarse lo que queda de nación. Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres antes de que sea demasiado tarde.
@OscarArnal