Los reyes de Tailandia saludaron a sus súbditos desde un balcón del Gran Palacio Real en su primera audiencia pública que ha tenido lugar en el tercer y último día de actos con motivo de la coronación.
El rey Vajiralongkorn, que fue coronado el sábado en un ritual hindú y budista y salió el domingo en procesión por las calles de Bangkok, apareció junto con la reina Suthida, una antigua azafata con la que se casó y elevó al trono por sorpresa el pasado miércoles.
Miles de tailandeses, vestidos de amarillo, el color del rey, reaccionaron con vítores a la pareja real mientras agitaban sus banderas nacionales y amarillas desde una calle adyacente al palacio.
Entre los asistentes se encontraba el primer ministro y jefe de la junta militar, Prayut Chan-ocha, que dedicó unas palabras al monarca, así como miembros del Gobierno.
“La reina y yo nos sentimos muy contentos y felices al ver la buena disposición de la gente aquí presente”, dijo Vajiralongkorn en un discurso en el que agradeció las bendiciones del primer ministro en nombre de los tailandeses y conminó a sus súbditos a “cumplir juntos con sus deberes en aras del progreso de la nación”.
Hacia el final, también aparecieron a saludar en el balcón tres de los siete hijos del rey: Bajarkitiyabha (40 años), Sirivannavari Nariratana (32) y Dipangkorn Rasmijoti (14).
El balcón, orientado hacia el sureste del complejo real, es el mismo al que salió el difunto monarca Bhumibol Adulyadej, padre de Vajiralongkorn, y la reina madre, Sirikit, tras su coronación en 1950.
Minutos después de saludar a sus súbditos, Vajiralarongkorn se dirigió a una sala del Gran Palacio donde tuvo lugar una recepción con decenas de diplomáticos extranjeros, que asistieron a la coronación en representación de sus países, en lugar de los mandatarios o miembros de las casas reales extranjeras, por decisión de las autoridades locales.
Vajiralongkorn, que reina como Rama X de la dinastía chakri, fue proclamado monarca en diciembre de 2016, tras pasar tres meses de luto por la muerte de su padre el 13 de octubre de ese año, aunque la coronación se programó para más adelante.
El monarca, de 66 años, pasa largas temporadas en Alemania y no ha heredado el carisma de Bhumibol, que ocupó el trono durante siete décadas y era venerado como un padre por la mayoría de los tailandeses.
Tres veces divorciado y con siete hijos de tres mujeres diferentes, el soberano se desposó tres días antes de su coronación con Suthida, que llevaba apareciendo en público con él desde 2014 y que ostenta el cargo de general del Ejército.
El matrimonio con su tercera esposa, Srirasmi, se disolvió a finales de 2014, después de que los padres y varios hermanos de ella fueran acusados de lesa majestad, que castiga con entre 3 y 15 años a quienes critiquen o insulten a la familia real.
Unos meses más tarde, fueron condenados a penas de entre dos años y medio y cinco años y medio.
Los tres días de celebración de la coronación han costado al erario público 1.000 millones de bat (unos 31 millones de dólares o 27,9 millones de euros).
El momento álgido tuvo lugar el sábado, cuando Vajiralongkorn recibió y se colocó él mismo la corona dorada de 7,3 kilogramos de peso y en forma de espiral con un diamante en la cúspide en un ritual en el que participaron sacerdotes hindúes y budistas. EFE