Cuando veo a alguien decir que es radical enseguida trato de entender que se quiere decir, y por mucha vuelta que le doy al asunto termino por determinar que no es otra cosa que un profundo resentimiento reprimido, la frustración de algo que no tiene y quiere, como aquel niño malcriado que se tira en el piso para que le compren la pistolita de agua.
Lo radical es extremismo, y los dos extremos se unen en un punto: frustración, el ¿por qué tú tienes y yo no lo tengo? Siempre he analizado las perspectivas de un radicalismo vociferado por algunos personeros del Gobierno que cada día me convenzo más que lo que realmente quiere es lo que no tienen, es como aquel hombre que presume de su sexualidad y a la hora de la chiquita, del momento, no es más que una historia fantasiosa de algo que no existe, tal cual perro que ladra, definitivamente, no muerde.
Este país no soporta más radicalismo, no aguanta resentimientos sociales y mucho menos tribunales inquisidores que juzgan a las personas dependiendo de su amistad, o postura política, por lo que el deterioro es muy marcado, teniendo en cuenta la situación actual del país, no sé ¿quién dijo que con radicalismo se arreglaba todo? Pienso todo lo contrario, creo en el encuentro, en buscar vías de entendimiento, creo en consultar a los ciudadanos, o ¿no es así la democracia? El gobierno de las mayorías, no sé si los griegos o los romanos tenían razón, pero los pueblos deben resolver sus diferencias, que sea la consulta pulcra, abierta, directa y secreta donde la mayoría tenga la última palabra.
¿Qué necesitamos?
Estamos en un país donde nadie está gobernado, donde la economía se mueve sin control, y aunque parezca irónico porque todo esto lo comenzaron los controles, el país hoy en día es, como vaya viniendo vamos viendo, cuando esté país requiere del concurso de los mejores, hemos escuchado hasta la saciedad decir que Venezuela es un país rico, pero en verdad lo que hay es un estancamiento involuntario del ideal patriota y de la lucha social, que vaya en el bienestar de la nación.
Sueño y me niego a permitir que me roben el sueño de ver a Venezuela construir un futuro próspero, donde los jóvenes sean los albañiles de nuestra tierra abonada por el sudor y el esfuerzo de su gente, si le damos dinero sin trabajar se acostumbran a la limosna y eso no queremos para la nación, no se cual es el empeño de no querer escuchar al ciudadano, cual es el terror de ir a consultarle a los venezolanos ¿qué país quiere? Porque una intervención es un caza bobo donde el único perdedor será el pueblo venezolano que no tendrá refugio donde esconderse de las balas pérdidas y los errores colaterales que siempre se justifican, o ¿es acaso qué habrá un sitio específico alejados de todos donde se llevará a cabo esa batalla?
No más radicalismo pendejo que no nos conduce a nada, ven acompáñanos a construir otra Venezuela si es que realmente es lo que quieren, ya está bueno del chantaje del dedo en el teclado del teléfono, ese que señala quienes son buenos y malos, sin prueba alguna de un hecho comprobado, tal vez no seamos fuertes, pero si somos honestos y sinceros, por lo que apostamos a la voluntad divina del ciudadano.
Radicalismo, es tan falso que el simple pronunciamiento lo que genera es desprecio y resistencia, porque su pronunciamiento es tan vacío que lejos de generar empatía, produce silencio, estamos en una encrucijada, Norte o Sur, cara o sello, y en el medio de ese momento histórico nuestro conteo nostálgico de un país que ya jamás volverá a ser el mismo, cada segundo que pasa la hora se acerca, y nosotros desde aquí gritamos elecciones generales, a consultarle todo al país, que hable la gente, pero eso sí, como quien cierta un abasto y se baja la santa maría, se tumba todo y se comienza de cero, tampoco que se van a aprovechar de nuestra nobleza, veamos con los ojos abiertos quienes cuidará el destino de nuestro futuro.
@Griseldareyesq