Desde 2013 el presidente Nicolás Maduro ha mantenido un discurso de impulsar a los “motores de la economía”, pero las acciones oficiales han llevado a que los sectores clave acumulen 19 trimestres de retroceso, publica Crónica Uno.
Tras cuatro años de silencio, el Banco Central de Venezuela (BCV) actualizó las cifras sobre el desempeño de la economía, los precios y la balanza de pagos que reflejan el colapso que se arrastra desde hace cinco años más 20 meses en hiperinflación, que pulveriza el ingreso de los ciudadanos, y que ha llevado a la migración de más de tres millones de ciudadanos.
Así están los principales motores:
Petróleo. El primer motor de la economía es el petrolero, según las autoridades, pero esta actividad que genera 96 de cada 100 dólares que ingresan al país está en su peor momento.
Las cifras del BCV muestran que el sector cayó 25,8 % del Producto Interno Bruto (PIB) en el tercer trimestre del 2018. Y aunque el precio del crudo el pasado año promedió 61 dólares, más que en el ejercicio previo, la producción se desplomó. De 2 millones de barriles diarios que se generaban en 2017 se pasó a 1,5 millones de barriles diarios, de acuerdo con la información de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep). El declive obedeció a la prolongada merma de las inversiones, la deuda con los proveedores, la falta de personal calificado y los problemas de mantenimiento. A lo cual se sumaron los impactos de las sanciones de Estados Unidos. A fines de 2017 Maduro ordenó al presidente de Pdvsa, Manuel Quevedo, elevar en un millón de barriles la producción, pero sucedió lo contrario.
Manufactura. El Gobierno calificó a la manufactura como el “tercer motor” de la economía, pero este sector se deteriora con fuerza, lo que impacta en el abastecimiento y en los precios. El BCV informó que esta actividad retrocedió 46,1 % en el tercer trimestre de 2018. Las regulaciones, el descenso de 23 % en las importaciones de materia prima y equipos, las fallas en los servicios públicos y la disminución de la demanda impactaron en el funcionamiento de las industrias, que operan a menos de 25 % de su capacidad, según datos del sector industrial. Son pocas las empresas que se mantienen frente a un entorno adverso.
Construcción. El denominado segundo “motor” de la economía está paralizado. La menor inversión y la baja disponibilidad de insumos como productos de acero o cemento tienen contra las cuerdas a las obras públicas y privadas. Los datos oficiales señalan que en el tercer trimestre este sector cayó 67,9 %, la peor caída, ni siquiera en 2003 cuando se registró el paro de actividades la construcción tuvo ese retroceso. Aunque el Gobierno destaca que la producción de viviendas avanza, en la construcción pública el mayor peso lo tiene Pdvsa y en la industria las obras están detenidas. En la construcción privada, son pocos los proyectos que están en marcha, porque no hay demanda, el financiamiento es limitado y no hay suficientes materiales.
Comercio. La actividad comercial, de acuerdo con la información del ente emisor, descendió 42,3 % en el tercer trimestre de 2018. La baja oferta de bienes por la caída de la producción nacional y de las importaciones, el incremento de las fiscalizaciones y el descenso del consumo en 24 % por el deterioro de los ingresos que causa la hiperinflación, golpearon a los comercios, y el número de establecimientos con santamarías bajas, creció.
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