El 17 de septiembre de 1.937 llegan a Coro las primeras Hermanas Salesianas, Madre Décima Roca (visitadora) y Sor Teresina Zingale (Directora Provisoria) luego en ese mismo año se incorporan Sor María Bonino, Sor Irene Treviño y Sor Carmen Vega, comenzaba la obra salesiana en Coro a instancias de Mons. Lucas Guillermo Castillo, Obispo de Coro para la época, salesiano a carta cabal. Era presidente de la República de Venezuela el General Eleazar López Contreras y presidente del Estado Falcón el Arístides Tellería. Así Nace el Colegio María Auxiliadora de Coro como una propuesta evangelizadora para la niñez y la juventud coriana a través de la pedagogía y pensamiento educativo de Don Bosco, implícito, desarrollar todas las potencialidades y realizar a plenitud la misión en la vida de cada alumna. Así lo vivimos y palpamos quienes fuimos bendecidas al pasar por sus aulas; se cultivó una espiritualidad para abrirnos a la vivencia de una fe que se expresa en el servicio solidario a los más débiles y pequeños y en el empeño tenaz de colaborar en la construcción del Reino de Dios en la tierra bajo la égida de María Auxiliadora; recibimos conocimientos que con amor al estudio se inculcaron celosamente construidos en el contexto cultural y social de cada una.
Conocimos la actividad sostenida del Oratorio Festivo, obra social de integración, concebida por Don Bosco que reunía las niñas pobres de las barriadas corianas lección hermosa de acercamiento sin barreras, inclusiva y abierta, propuesta solidaria de servicio y justicia, expresión de amor a los marginados de siempre.
Coro orgullosa de poseer un colegio que le daba prestigio y enaltecía el gentilicio, consciente de que de sus aulas emergieron mujeres responsables y dignas con formación, garantes de familias cristianas, decentes, con ideales sin techo; maestras de las diferentes promociones de normalistas allí graduadas afianzadas en el ideario preventivo de Don Bosco y fortalecidas en María Auxiliadora que entusiastas de cara al viento y el sol urticante salieron a los caminos de Falcón e hicieron de su magisterio compromiso y reto de lograr “Buenos Cristianos y Honestos Ciudadanos” ¡Viva Jesús – Viva María era el eco de aquel saludo que se grabó en el alma!
El 24 de mayo próximo pasado el Colegio María Auxiliadora de Coro cerró definitivamente sus puertas. Nos toca muy de cerca ésta decisión irreversible que nos mueve pensar como se amputa un brazo necesario y útil para nuestro ser de pueblo que se va quedando en la indigencia más precaria, cuando más se necesitan instituciones de raíces profundas que orienten la desbandada moral y ética que amenaza y condena.
No caben las medias palabras, mucho menos la conformidad, la comunidad coriana como siempre desasistida y confusa con una “desesperación tranquila” y la ignorancia y la sin razón marcando la pauta.
¿Hay energía saludable en la conciencia coriana?
¿Se ha dicho y visto que en la sombría actualidad del país los signos de la vida son la destrucción, derrumbe, negatividad, fracaso, nada escaparía de eso, ni material, ni moralmente?
No es el cierre de una mera empresa educativa. Es algo de trascendencia social y humana. Es el abrupto cierre de un camino.
El Colegio María Auxiliadora de Coro, de inspiración cristiana, de sentimiento y razón salesiana, nunca fue una colmena excluyente, sectaria y dogmática, lo expresan en su actuar largas generaciones que salieron de sus aulas. El cierre del Colegio María Auxiliadora no puede tomarse resignadamente como un detalle más de nuestro infortunio histórico hoy recrudecido entre siniestras sombras, preciso es explicar, entender, razonar responsable y claramente. Defender con honor. Coro creyó en la obra educativa, aportó fe y confianza. Alguien le deberá explicar pues se trata de un bien moral de la ciudad mariana arraigado en el haber social.
¿Qué otras pérdidas debe sufrir Coro y consentir sin remedio?
Con tristeza reconocemos que nos vamos quedando vacíos… entre cachivaches y “nulidades engreídas” ¿Será que hay un soterrado interés en desplazar la presencia de la pedagogía salesiana en Coro? ¿Será que el empeño salesiano de Monseñor Castillo y Monseñor Iturriza se estrelló contra la indiferencia y la indolencia? “No hay que llorar la muerte de un viajero. Hay que llorar la muerte de un camino” A.E.B.