El 27 de noviembre de 2018 Netflix anunció que el animé Neon Genesis Evangelion estaría disponible en su catálogo para todo el mundo. Desde entonces, miles de fans de esta serie de culto quedaron a la espera de una fecha de lanzamiento, que recién nos llegó en marzo de este año: 21 de Junio. Desde ahora pueden verse los 26 episodios de la serie original, y las dos películas que funcionaron a modo de cierre. Netflix tiene en su haber varias series de animación japonesa, algunas originales, algunas muy populares, otras más de nicho, pero ninguna tan importante como Neon Genesis Evangelion, una serie que revolucionó por completo la industria de la animación en Japón a mediados de los años ’90.
Por Infobae
La influencia de Evangelion es determinante para la animación japonesa al punto tal que podemos dividir su historia en dos eras bien diferenciadas: antes del estreno y después del estreno de Evangelion, en Octubre de 1995. El animé como lo conocemos hoy nació hacia finales de los ’60 y se desarrolló durante los años ’70 y ’80, época en la que nacieron muchos personajes hoy clásicos como Astroboy, Lupin III, o Mazinger Z, y se consolidaron subgéneros como el mecha anime (o series sobre robots, normalmente gigantes), al que Evangelion pertenece.
A lo largo de esos años, el animé fue volviéndose mainstream en Japón, como resultado de varias adaptaciones de mangas (historietas japonesas) que hicieron del animé un boom, primero dentro de Japón y luego en el resto del mundo. Aún con una diversidad de géneros bastante amplia, eventualmente el tipo de historias disponibles en la tv japonesa se volvió algo bastante estandarizado, dada la necesidad de crear historias que fueran populares para la mayor cantidad de gente posible. Los géneros más comunes eran los animés de deportes (como Captain Tsubasa, aquí conocido como Super Campeones), los de chicas mágicas (Sailor Moon, Magic Knight Rayearth, o afines), las comedias románticas disparatadas (Ranma ½), o las series de aventuras para varones como Dragon Ball y Saint Seiya.
Por supuesto había espacio para historias mas ‘serias’, orientadas al público nerd y otaku(aficionado al manga y animé) o a mercados más adultos o sofisticados, pero estas historias eran contadas en OVAS (animación original directo a video, de pocos episodios) o directamente en películas para cine, como Akira, de Katsuhiro Otomo, o las películas de Hayao Miyazaki en Studio Ghibli, que hizo sus primeras armas en World Masterpiece Theater, sello de animación que adaptó en forma de series anuales obras clásicas como Heidi, Mujercitas, o Las Aventuras de Tom Sawyer.
Pero si hablamos exclusivamente de televisión y el animé orientado al público de masas, hacia mediados de los ’90 la programación estaba casi exclusivamente compuesta de adaptaciones de mangas populares orientados al público infantil y a la venta de merchandising. Quizás algo no muy diferente a lo que ocurría con la industria estadounidense en esa época, que venía de estrenar series como Masters of The Universe, GI Joe o Transformers (esta última una colaboración entre Hasbro y la empresa japonesa Takara Tomy), también orientadas 100% a la venta de figuras de acción y juguetes.
Todo cambió de la mano de Gainax, un estudio de animación formado por estudiantes universitarios que lograron hacer sus primeros pasos en la industria a partir de un par de cortos autofinanciados, y de un director que batalló con una fuerte depresión a lo largo de varios años: Hideaki Anno, conocido hoy por ser el creador y director de Neon Genesis Evangelion.
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Evangelion no es el primer animé importante de mechas. A comienzos de los años ’70 comenzó a emitirse Mazinger Z, creación de Go Nagai que es quizás el mecha japonés más icónico. En 1979, Mobile Suit Gundam también tuvo mucho éxito, iniciando una franquicia que continúa al día de hoy, y lanzando también un notable interés por el sci-fi y las aventuras espaciales, línea continuada por el animé Macross, que fue adaptado para el público occidental bajo el nombre de Robotech, o incluso por la miniserie Gunbuster, una creación de Anno de finales de los ’80. Pero Evangelion fue muy diferente a todo lo anterior por varias razones.
Para empezar, fue un animé extremadamente corto para los estándares de la época. Consideremos por ejemplo a Dragon Ball, uno de los animés más exitosos de la historia, extremadamente popular al día de hoy. La primera parte de la saga, Dragon Ball a secas, cuenta con 153 episodios. Dragon Ball Z, la continuación, tuvo 291. En 2015, Dragon Ball Super sumó 131 episodios más, y eso sin contar los 64 episodios de Dragon Ball GT, hoy considerada ‘no canon’ (o fuera del mundo ficcional planteado por la serie).
En comparación a esas épicas interminables en donde veíamos a los personajes crecer desde la infancia a la adolescencia y la adultez e incluso tener hijos, Evangelion contaba una historia extremadamente densa pero con un ritmo veloz y compacto, en apenas 26 episodios. Quizás si hubiera sido desarrollada como película o como OVA -como inicialmente fue la idea- no estaríamos celebrando su regreso a las pantallas como una de las grandes series de la época- y hubiera quedado relegada al olvido o como una curiosidad, un experimento ambicioso y nada más.
Por suerte llegó a las pantallas televisivas, y aunque inicialmente no tuvo tanto éxito en un espacio de programación normalmente dedicado al público infantil, sus personajes con motivaciones y personalidades complejas, su animación absolutamente espectacular y su trama mezcla de animé de mechas con thriller psicológico y referencias al existencialismo y la Cábala judía (y robots larger than life y chicas lindas, también) hicieron las delicias del público adulto de la época, que descubrió la serie cuando la mudaron de horario a un segmento más late night, y a medida que la trama se alejaba cada vez más de las convenciones del género mecha en favor de la introspección y la experimentación formal.
En Sudamérica, la serie llegó a los fans primero a través de cintas VHS importadas disponibles en comiquerías, y luego a través del canal Locomotion, una señal de cable que mezclaba animé con series para adultos como Duckman o Dr. Katz, algo así como un Adult Swim latinoamericano. El éxito de Evangelion le abrió las puertas a una infinidad de animés originales que intentaron seguir el mismo modelo, algunos de forma literal, apostando de nuevo a la idea de combinar mechas y ambición conceptual (Escaflowne, Raxhephon), y otros mezclando géneros y estéticas diversas, como la brillante y también fundamental Cowboy Bebop, de Shinichiro Watanabe. Los animés de principios de los 2000 e incluso el éxito global de la animación japonesa en su totalidad, se debe prácticamente a la existencia de Evangelion.
Sobre erizos, Freud y la Cábala
En apariencia, Neon Genesis Evangelion parece adherir a las convenciones de un animé de robots gigantes tradicionales. Por un lado, hay enemigos sobrenaturales y de enormes dimensiones, y una organización secreta, NERV, que los combate usando robots gigantes y pilotos jóvenes. Pero ya desde el comienzo, Evangelion subvierte todas las convenciones posibles: el héroe ya no es el protagonista canchero y cool, a la manera de Lupin, Koji Kabuto o Rick Hunter, sino un adolescente introvertido, aislado, con problemas para relacionarse y en una relación extremadamente conflictiva con su padre. Los enemigos, en vez de parecerse a monstruos como Godzilla o a los típicos invasores alienígenas de series de este estilo, son llamados ángeles. Se manifiestan sin explicación alguna y cada uno de ellos tiene un diseño más estrafalario que el anterior: un octaedro flotante, una araña que chorrea ácido del ojo, un ojo gigante orbitando la atmósfera y hasta una sombra sobre el suelo son algunos de los enemigos que enfrentan los protagonistas.
Los robots de la serie, con un diseño inspirado en los Oni (demonios) japoneses, tampoco se quedaron atrás en estos delirios conceptuales: las unidades Evangelion 00, 01 y 02, las principales de la serie, están lejos del Big Bang Punch de Mazinger Z o de los senos-misiles de su compañera Afrodita A. No, los robots de Evangelion usan armas convencionales como rifles o trinchetas (obviamente de tamaño descomunal), al mismo tiempo que deben estar permanentemente enchufados, al riesgo de funcionar con una batería de 5 minutos de autonomía. En el interior, los pilotos operan los robots con sus propios pensamientos, sumergidos en líquido amniótico. Estas innovaciones, en combinación con los intrincados diseños mecánicos de la serie y los diseños de personaje estilizados de Yoshisuki Sadamoto, dieron como resultado un producto singular.
La serie está plagada de ideas conceptuales y narrativas, en el medio de una trama que no da respiro y que involucra organizaciones paragubernamentales, espionaje, pero también coming of age, sexualidad, y abundantes simbolismos sobre la maternidad y la falta o la imposibilidad de relacionarse con otros. En efecto, cuando Hideaki Anno estaba desarrollando la serie, en medio de una intensa depresión, el concepto de Evangelion nació en torno a la idea de no tener que huir, algo que el protagonista de la serie, Shinji, se repite a sí mismo muchas veces a lo largo de los 26 episodios. Esta dificultad del personaje principal para encontrar refugio en otras personas encuentra una metáfora ideal en la parábola de Schopenhauer del dilema del erizo, que aparece referenciada primero en un diálogo, y luego directamente en el título de un episodio.
El dilema del erizo cuenta cómo el pequeño animal, ante la necesidad de calor, busca la compañía de otros erizos, pero esa proximidad le causa daño por las púas de su cuerpo que lo hieren al acercarse a otros erizos. Este problema aqueja no sólo al protagonista Shinji, sino también a la introvertida y solitaria Rei Ayanami, a la eufórica piloto alemana Asuka Langley S?ry? y su tutor Kaji, ex-amante de la comandante de operaciones de Nerv, Misato Katsuragi (también con sus propios daddy issues). Y quizás uno de los personajes más ricos y complejos de la serie sea el propio padre de Shinji, el comandante de NERV, Gendo Ikari, cuyas motivaciones forman parte de los misterios centrales de la serie.
Pero volviendo a la cuestión del erizo, esta parábola funciona como uno de los ejes temáticos de la serie, que también se nutre de un denso sistema de referencias intelectuales y estéticas para construir su universo. Desde conceptos del psicoanálisis como el ello, yo y el superyó, el rol fundamental de la madre (ahondar en esto sería spoilear, pero la serie tiene un par de twists increíbles en relación a esto), a la utilización de músicas atípicas para un animé de género, como el Canon de Pachelbel o la Suite para Orquesta No 3 en Re mayor de Bach, a una mitología construida en torno a la fe judeocristiana y en particular, con muchos elementos de la Cábala judía.
El nombre mismo de la serie anuncia esto: Neon Genesis Evangelion puede traducirse como Evangelio del Nuevo Genesis, en alusión directa a la trama de post-apocalipsis y renacimiento que estructura la serie. Parte de la iconografía religiosa de Evangelion está en la superficie, como en las referencias a los rollos del Mar Muerto, los mencionados ángeles (entre ellos Adán y Lilith), o la supercomputadora Magi con partes nombradas según los tres Reyes Magos. Pero además, gran parte de la iconografía de la serie tiene raíces en el misticismo judío y la Cábala: en textos como el Zohar, el Talmud o el libro de Epoc. El mundo de la serie está definido por el 2do impacto, un evento cataclísmico que causó la muerte de más de la mitad de población. La organización secreta que comanda los Evangelion, NERV, tiene la misión de evitar un posible 3er impacto y eventualmente llevar a cabo el Proyecto de Complementación Humana.
Estos conceptos también se relacionan con el judaísmo: el Shevirat Ha-Kelim y Tikkun Ha-Olan hablan, al igual que en la serie, primero de un universo separado (o quebrado) que tiene como objetivo la reunificación. Estas ideas tienen su manifestación más explícita en la película The End of Evangelion, donde podemos observar el Árbol de la Vida y sus diez emanaciones espirituales. Si por momentos parece incomprensible que esto pueda ser el núcleo argumental de un animé de adolescentes al mando de robots gigantes es porque realmente lo fue. Hacia el final de la serie, cuando los elementos introspectivos de la misma y sus diferentes hilos argumentales estaban llegando a un punto crítico, Hideaki Anno se quedó sin el presupuesto suficiente para continuar con el nivel sostenido hasta ese momento, al punto tal que decidió que los últimos dos episodios fueran enteramente una exploración de la psiquis del protagonista con animación experimental y lo-fi. De todas maneras, su idea no era deconstruir el género mecha al fin y al cabo sino hacer un estudio de personaje y un análisis sobre la cultura otaku. Luego del final, los fans decepcionados llegaron a amenazarlo de muerte.
De ahí que Anno tuviera que desarrollar The End of Evangelion para satisfacer a los fans rabiosos y ansiosos por un cierre más convencional. Pero en la película, Anno redobló la apuesta. The End of Evangelion contiene alrededor de 45 minutos con espectaculares secuencias llenas de disparos, violencia, peleas de robots, explosiones con una animación extremadamente fluida y bellísima, y 45 minutos furiosamente experimentales, donde la mezcla de texturas, conceptos y estilos rompe con toda expectativa posible. Es realmente una experiencia fundamental para todo fan, no solo del cine de animación japonés, sino del cine en general.
Luego del estreno de la serie original y sus dos películas (además de The End of Evangelion, está el resumen de la serie Death and Rebirth) hubo reediciones varias, cortes del director, e incluso una serie de remakes en alta definición que eventualmente contaron una historia muy diferente a la de la serie. La cuarta parte todavía sigue demorada, acaso motivada por las digresiones en la carrera de Anno, que hace poco dirigió una extraordinaria versión de Godzilla, Godzilla Resurgence (Shin Gojira). Pero no hay nada como experimentar esos 26 capítulos originales. Netflix mediante, una enorme cantidad de gente está más cerca de experimentar una de las series de televisión más intensas y abrumadoras jamás realizadas (y tararear su hiper pegadiza canción de apertura).
*Neon Genesis Evangelion (Gainax, Hideaki Anno)
Death and Rebirth / The End of Evangelion (Production IG, Gainax)
Drama sci-fi animado, 26 capítulos y dos películas disponibles en Netflix desde el 21 de Junio.