de negocios son palabras horribles”
Axel Kicillof, Ministro de Economía de Cristina Kirchner
A partir de 1860 Argentina vive décadas de memorable desarrollo económico. Crece en tándem con el sólido sistema educativo que fuera impulsado por el Presidente Domingo Faustino Sarmiento. En 1920, es el primer país del planeta en erradicar el analfabetismo. Su capital humano, envidiable para el resto del continente, tiene acceso temprano a tecnologías avanzadas. Con un abierto apoyo a la inversión privada y visión de economía de mercado abierta, alcanza una enorme capacidad exportadora.
Con el advenimiento del Peronismo, en 1945, comienza una diferente y larga historia para la economía argentina. El Estado, mussoliniano, se erige en gran ductor. Para su propósito identitario con la voluntad del caudillo, el populismo será el modo de seducción con su pretendida intención de abatir la desigualdad social. Comienza un nuevo esquema de política económica que va a truncar el ascenso del país, que había crecido a tasas superiores a las de EE.UU., Canadá o Australia.
Son ejes de esa economía populista: la intervención del mercado, la nacionalización de empresas, los controles cambiarios, el gasto público expansivo. Los resultados inherentes: déficits fiscales -financiados inorgánicamente- ondas sucesivas de inflación o hiperinflación, devaluación, recesión, abultado endeudamiento externo, intervención de organismos multilaterales, situaciones de default (ocho hasta el presente). Consecuencias naturales: tasas de interés reales negativas, caída del ahorro interno, desconfianza en la moneda local, propensión a la dolarización de los excedentes, desaceleración de la inversión privada,… Durante tres cuartos de siglo, casi invariablemente, se alarga la frustración de la que fuese la economía más promisoria del SXX.
Esta semana se inicia un proceso eleccionario. En octubre, 44 millones de argentinos decidirán si respaldan el intento serio de corrección de su desvarío económico, iniciado hace cuatro años, o retornan al trillado modelo populista, últimamente degradado a su versión más infame…