“Vivir aquí es una bendición”, proclama con la más ancha de sus sonrisas José Rivera. En esta fresca mañana de sábado ha montado en la plaza central del pueblo su bien surtido puesto de frutas. Frambuesas, duraznos, aguacates, moras… José tiene de todo.
Por: Guillermo D. Olmo – BBC Mundo
Su puesto despliega más colores que la paleta de un pintor expresionista. Por eso atrae cada fin de semana a los turistas que visitan la Colonia Tovar, a pocos kilómetros de Caracas, en lo alto de una montaña.
Este agricultor de 50 años se dice un privilegiado en la Venezuela de la crisis. Heredó una finca que explota junto al resto de su familia: “Toda la vida nos ha ido bien”, dice.
Relatos como este no abundan en la Venezuela actual.
Pero este lugar no es solo venezolano; es también alemán.
Sí, han leído bien; la Colonia Tovar es alemana.
Paseando por sus calles, repletas de cervecerías de estilo bávaro y restaurantes que sirven una amplia variedad de salchichas con repollo agrio, o contemplando su iglesia principal, dedicada a un santo católico que murió mucho antes de que los europeos tuvieran noticia de la existencia de América, cuesta imaginar que el Caribe queda a poco más de 30 kilómetros.
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