“Aléjese de los palacios el que quiera ser justo.
La virtud y el poder no se hermanan bien.”
Marco Anneo Lucano
Leo con entusiasmo que a la Jueza María de Lourdes Afiuni le otorgarán libertad plena en las próximas horas, ello debido –probablemente- a las gestiones de la Alta Comisionada de la ONU para los DD. HH, doctora Michelle Bachelet, cuyo informe, dicho sea de paso, acerca de la situación en Venezuela en la materia de su competencia, ha resultado demoledor, contundente e incontestable.
Por Jesús Peñalver
Confieso que al leer “han sido revocadas las medidas cautelares de libertad”, me confirmo en mi convicción que los funcionarios chavistas, tanto en sus cuentas en RR. SS como en sus portales oficiales, maltratan el idioma a menudo, lo golpean, incluso, dejan en evidencia la ignorancia en los asuntos de su competencia.
La Jueza Afiuni, quien corría una muy triste suerte en 2012 o 2013 por haber incurrido, supuestamente y según la inefable luisa ortega díaz (minúsculas exprofeso) en “corrupción sin haber recibido un centavo” o “corrupción espiritual”, recibió una medida cautelar que, aunque imperdonablemente tardía, aliviaba en buena medida el dolor, la dura carga soportada por tanto tiempo; ella y su honorable familia, su círculo de amistades y colegas y de algún modo, lo que queda de decencia en el sistema de justicia venezolano, celebraba en aquel momento.
Nunca cometió delito, nunca se comprobó tal cosa; pero lo que sí ha quedado en evidencia es la saña y la cobardía con que se le ha tratado, no solo en su condición de ciudadana venezolana, jueza de la República por concurso, sino como mujer y madre venezolana.
Curioso eso de ser corrupto sin estar demostrado que se ha solicitado, y mucho menos recibido dinero. Es sencillamente un absurdo jurídico, por cuanto la prueba o demostración de los hechos debe constar en el expediente que contiene todas las actuaciones del juicio, es decir, lo que no está en el expediente, no existe.
Una capilla necesita de al menos un santo; una exposición de un catálogo o texto; las medicinas se buscan en la farmacia, y desde luego, un delito configura la existencia de víctima y victimario lo que, evidentemente, nunca hubo en el amañado y de suyo desgraciado juicio que se le montó a esta digna venezolana.
Bien ha dicho en tono de sorna el abogado que dirigió eficazmente la defensa de la Jueza Afiuni: “es como si se hablara y aceptara un homicidio sin muerto”.
Nunca una venganza privada puede conducir al encarcelamiento de una persona inocente, y al parecer, eso ocurrió en el caso de marras. Tanto así, que el Ministerio Publicó –a cuya cabeza estaba luisa ortega, “eminente” profesional del derecho- admitió en la audiencia preliminar, que no estaba demostrado en el expediente, que la jueza María de Lourdes Afiuni hubiera solicitado ni recibido cantidad de dinero alguna, de tal manera, y con vista al señalamiento fiscal, procedía decretar de inmediato la libertad plena de la procesada, pues su reclusión no tenía y nunca tuvo basamento jurídico.
Es preciso recordar –no olvidarlo jamás- que esta mujer venezolana ha sido víctima de la justicia, hoy en manos de siniestros operadores, que sin remilgo alguno acataron la no menos siniestra orden presidencial del finado, dada en perversa cadena nacional, de encarcelarla y mantenerla entre los muros de una horrible cárcel donde padeció los más graves vejámenes que no son del caso explicar ahora.
Abogados, jueces y fiscales que con sumisión perruna no dudaron en obedecer a la mandonería chavista y en señal de “firmeza y discreción”, acataron aquellas diabólicas instrucciones del criminal golpista, desde luego, apartándose de los más elementales principios del derecho y la justicia.
Queda claro, el régimen del arañero, y hoy día el de la usurpación, con funcionarios como estos, no tiene ni paz ni “afiunidad” con la justicia.
Vale la pena insistir que en materia penal el silencio de la ley o la inexistencia de esta, operan a favor del encausado; que no habiendo delito, no puede haber encarcelamiento, de conformidad con el principio Nullum crimen, nulla poena sine praevia lege, es decir, ningún delito, ninguna pena sin ley previa.
Sostener que existe “corrupción sin dinero” o “espiritual” es tan burdo como la sensación de inseguridad de que hablaba aquella defensora del pueblo, hoy trocada en ferviente opositora al régimen. Equivale a seguir defendiendo la mentada revolución bonita, los innumerables intentos de magnicidios, o cualquier otro eslogan o consigna gobiernera, que solo existen en las mentes de sus ilusos creadores.
El caso Afiuni tiene muchas aristas; si embargo es bueno poner de bulto la seria amenaza que siempre existió en contra de su integridad física y emocional, estando en las mazmorras del INOF. Por ello es que ante el peligro que se cernía sobre su humanidad, encarcelada sin pruebas, víctima de una venganza privada, el país decente no dejó nunca de exigir justicia en su procesamiento.
De allí que su familia, defensores y sociedad civil, clamaran, con toda razón, que el sistema de justicia garantizara su existencia y la propia vida de la prisionera. Sobre estos particulares, importantes todos, se encargó el periodista Francisco Olivares de plasmarlos en su libro “La presa del Comandante”, revelador de la lamentable experiencia.
Resulta curioso, decíamos entonces, que estando en Venezuela los Poderes Públicos en manos de mujeres, en su mayoría, no se atrevieron nunca a voltear la mirada –al menos la mirada- hacia este caso tan emblemático de saña, injusticia y cobardía. Postración total.
Entretanto, la jueza Afiuni, aún maltratada y vejada en sus más elementales derechos humanos, siempre se mostró convencida de haber actuado apegada al ordenamiento jurídico vigente en el país; entereza y cataplines demostró tener esta valiente venezolana, cuando afirmó: “Si pudiera devolver el tiempo lo volvería hacer mil veces”.
Sabemos que la medida de entonces no borra en modo alguno las desgracias vividas, pero seguro estoy que la fortaleza, el aplomo y sobre todo la dignidad de esta admirable mujer, se impondrán al odio y al miedo que pretende inocularnos la usurpación aposentada tramposamente en el poder, heredera de aquel régimen culpable primigenio de esta y otras muchas terribles injusticias.
En cuanto a la medida anunciada hoy 5 de julio, referida a la libertad plena aludida ab initio de este escrito, esperemos sea cierta, verdadera, real. Mientras tanto, esperemos también sea la misma Jueza la que hable con su consabida entereza y su acostumbrado aplomo. Y sobre todo, desde su inocencia.