La realidad al día de hoy es que el régimen controla el uso de la fuerza física, judicial (pervertida) y comunicacional de manera hegemónica. Se trata de la realidad: sólida o frágil, pero realidad al fin. El régimen ayuno de apoyo popular, asesinó tempranamente la soberanía popular: el derecho de la gente a expresarse mediante el voto; solo saldrá del poder mediante una amenaza real, severa e inminente, nunca jamás responderá a legitimidad y legalidad alguna, lo que determina que todos los diálogos sean fallidos. Mientras tanto sigue el tortúrese al exprópiese en medio de una justicia delincuencial, que con instituciones destruidas desarticula la cohesión social. Bajo el poder de las mafias resulta inmoral y cómplice convocar elecciones libres, abiertas, seguras y confiables, que sólo lograrían dotar a la corporación criminal de legitimidad y estabilidad, al no existir un contexto institucional de orden y seguridad interna.
Es la hora de un liderazgo ético que asuma con grandeza, integridad y responsabilidad histórica, e impulse con estrategia y ejemplo personal, las acciones que conduzcan a la liberación de Venezuela y no a una nueva frustración derivada de un pacto cojitranco de cogobierno. El tiempo perdido es tiempo ganado por el régimen.
Continuar en el falso diálogo, sólo servirá para que la comunidad internacional registre una nueva burla de los forajidos.
Hay que buscar creativamente otros caminos, partiendo de la realidad en la que interactuamos. Qué no sea fácil asumir otros caminos no quiere decir que no existan y no se intenten. Jamás podemos aceptar y complacernos con chapotear sobre el establishment, dentro de un clima de fraude permanente a la verdad.
Hay que renovar mucho más que el gobierno.
La cosas siempre se pueden hacer mejor. No queremos seguir viendo a nuestro alrededor a siervos sumidos en la resignación. Hay que romper el sistema de relaciones amorales, donde todo vale lo mismo, que con lo malo se consigue lo bueno. Es la hora de un nuevo talante moral.
Bachelet resulta la mejor testigo para llevar su informe a la CPI. Los derechos humanos no son negociables. Llevar a cabo elecciones presidenciales libres con el régimen en funciones es toda una contradicción. Maduro no puede ser candidato con sentencia firme en su contra por corrupción dictada por el TSJ legítimo, hacer otra cosa sería desconocer a la justicia.
La activación del 187 es para demostrar que necesitamos la alianza internacional para la paz, porque solos no podemos. Si no pedimos la ayuda, nunca la darán. Los países no van a responder por lo que no estamos pidiendo.
Si liberamos a Venezuela, liberaremos para la democracia y el continente a cuatro Cubas. La responsabilidad de proteger no es un invento de Kofi Annan. Si buscamos la ayuda y perseveramos en ello, lo conseguiremos.
¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!