En cierta oportunidad, algún descocado planteo la perturbada peripecia que, si el vapuleado Presidente Maduro renunciara en enero 2017, se desataría un rápido y desvergonzado proceso de tres pasos: el Vicepresidente asumiría la Presidencia; días más tarde nombraría al obrero dimitido como Vicepresidente y en fecha posterior, el recién Presidente colocaría su abdicación al cargo con lo cual Maduro volvería de nuevo a la Presidencia. ¿Será posible semejante estulticia? Sin duda impúdica y desvergonzada sugerencia. Un choreo grosero a la voluntad popular.
Por Armando Martini
¡Cuidado! que la historia tiene sucesos similares y coincidencias preocupantes, como el alarmante episodio de 1973 en Argentina, que hoy parece repetir con la dupla Fernández.
María Estela Martínez, conocida como Isabelita o Isabel Perón. Algunos dicen que, en Panamá, otros en el Pasapoga de Caracas, cautivó al longevo general y lo acompañó en su exilio. Quienes lo derrocaron cayeron; regresó envuelto en multitudes. Con Isabelita, ya señora de Perón, ya no bailaba en pequeños espacios. Debutaba en el gran escenario de la Casa Rosada.
No se puede gobernar para siempre, y a Juan Domingo Perón el tiempo legal se le agotó, pero no el deleite por el poder. Quiso que los peronistas eligieran a Isabel como candidata. En el Partido Justicialista, entendían que era la desposada de su ídolo, pero no era Evita, ni jamás lo sería. No fue aceptada; Perón, refunfuñando, tuvo que acceder amargado, pero nunca vencido.
Así apareció Héctor José Cámpora, odontólogo, peronista, fanático leal y obediente; “el Tío” -como también se le conocía-. Fue propuesto candidato de la coalición Frente Justicialista de Liberación, y triunfó en las elecciones de marzo 1973. La percepción de la nación fue que el verdadero poder lo tenía Perón. La propaganda política era “Cámpora al gobierno, Perón al poder”.
“El Tío” sabía lo que tenía que ser y hacer: ejerció la presidencia por 49 días. Y renunciaron a solicitud del mismísimo general, y así, permitir nuevas elecciones.
El anciano líder, fue elegido candidato a Presidente y dispuso que Isabelita lo acompañara en la Vicepresidencia. Cargo de especial trascendencia pues se sabía que, a poco de cumplir 78 años, había sufrido serios problemas de salud. En septiembre 1973, venció la fórmula Perón-Perón obteniendo 62% de los votos. El caudillo falleció el 1 de julio 1974, la dolida viuda, compungida, triste y afligida, asumió la Presidencia ese mismo día. Así de simple, sin necesidad de revocatorio.
En Ecuador la cosa salió diferente. El comunista que hablaba belga creyó que llevaba la revolución correísta y represora a Ecuador, agarrado de manos con Chávez, hasta que debió irse dejando a Lenin Moreno quien, en vez de cuidarle el puesto, lo sacó y dejó colgando en Europa o cualquier lugar que no sea Ecuador, porque si llega por ahí va preso por ladrón y corrupto.
Los venezolanos eligieron al populista Hugo Chávez, soñando en lo que fantaseaban con cada nuevo Presidente, y la parafernalia habitual de no te jodas tanto que somos un país rico y tienes derecho a ser mantenido. Decidió enseñar a su pueblo como vivir sin riquezas, para lo cual comenzó por estudiar con el maestro de la ruina, Fidel. Expropió a Venezuela, la arruinó y los venezolanos descubrieron que también la comida podrida, bien escogida, puede que no nutra, pero llena barrigas. Como Chávez lo hacía todo castristamente, nombró heredero a su propio fantasma, capacitado para ver, oír, pajaritos, y hacer las cosas peor.
Para que no digan que la oposición venezolana no se adapta, después de tantos años empeñados en hacer proclamas y perder proclamaciones, finalmente quien se había convertido en preso, mártir y por eso, tenía menos oportunidades de equivocarse, logró armar un lío constitucional, y poner a su propio duende. Que se enreda porque, espectro al fin, sabe a quién obedecer y cuidarle el puesto. Pero atrapado por demasiadas opiniones, trata de responder a cada cual, según su pregunta, para entretener mientras el verdadero titiritero pueda salir a recoger el puesto que el títere dejará.
Mucho más joven y menos enfermo que el Perón de aquellos tiempos, ha generado entusiasmos pueriles de un pueblo que sigue soñando con arregladores de problemas. Asilado, no puede liderar ni aspirar la Presidencia interina. Pero si puede esperar que el encargado sea constitucional, renuncie a favor del heredero de Bolívar, según dicen, por vía materna, no por batallas.
Lección que debemos aprender y analizar. Nos parecemos a los argentinos en la facilidad con la cual nos dejamos engañar por líderes hábiles sólo en oratoria y espíritu represor, pero con fracasos costosos en el ejercicio del gobierno. A los venezolanos nos sucedió, error que seguimos pagando y sufriendo, cuando una mayoría votó por un fantasioso que cerró su vida después, nombrando antes de morir a un heredero peor que él. Hoy Chávez va siendo olvidado y Maduro reprobado por más del 85% de sus compatriotas bajo su creciente torpeza e impericia.
Jamás se debe ir contra la voluntad ciudadana, pero menos manipularla, engañarla o tratar de burlarla como en mal momento hicieran los argentinos y que ahora pretenden algunos hacer en Venezuela y repetir en la nación sureña. Mírense en ese espejo, no seamos tontos, aprendamos de la experiencia, no cometamos los mismos errores; el destino no se evade pues siempre nos alcanzará. Sin embargo, también da oportunidades.
No permitamos que nos trampeen el destino. Cuidado nos meten tío por liebre.
@ArmandoMartini