La vuelta a las armas de un grupo de disidentes de la exguerrilla colombiana de las FARC puede convertir al Darién, la inhóspita selva entre Panamá y Colombia, en una ruta aún “más insegura” para los miles de migrantes que la cruzan cada año en su camino hacia Estados Unidos, alertó este viernes la OIM.
El jefe de misión en Panamá de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), Santiago Paz, explicó que los tratantes guían a los migrantes por la jungla por las rutas que usan las organizaciones criminales dedicadas al narcotráfico y el comercio ilícito de armas, a las que ahora se puede sumar la guerrilla.
“Hacemos un llamado a una articulación regional entre los gobiernos porque la migración no puede ser observada desde la atención de un solo gobierno, sino de una región”, apuntó Paz, tras un foro sobre trata de personas celebrado en Panamá.
El otrora número dos de las FARC, Iván Márquez, anunció a finales del pasado agosto su intención de iniciar junto a otros excomandantes una nueva rebelión por la supuesta “traición” del Estado colombiano a lo convenido en los acuerdos de paz firmados en 2016 y que pusieron fin a la guerrilla más longeva del continente.
El Darién, de 580.000 hectáreas de extensión, estuvo durante muchos años bajo el dominio de las extintas FARC y fue el centro de operaciones del Frente 57, que mantuvo cruentos enfrentamientos contra las fuerzas de seguridad panameñas.
“En caso de que el conflicto armado en Colombia reviva puede ser un motivo de expulsión de migrantes”, agregó Paz.
Durante su travesía por el Darién, los migrantes se topan con un sinfín de animales peligrosos como jaguares, serpientes venenosas y alacranes y tienen que sortear crecidas de ríos y caminos abruptos.
Muchos son asaltados y agredidos por los grupos criminales que también transitan por las trochas e incluso hay reportes de mujeres que han sido violadas.
Las autoridades forenses de Panamá estiman que en los últimos cinco años han muerto casi medio centenar de migrantes cruzando el Darién, pero reconocen que la cifra puede ser mayor porque apenas hay denuncias, los cuerpos se abandonan y el terreno es casi inaccesible.
El jefe de misión de la OIM aseguró que el flujo de migrantes creció “significativamente” durante los seis primeros meses del año, con respecto a 2018, pero que este mes se ha reducido un poco por las condiciones climáticas y el exceso de lluvia, que hacen aún más intransitable la ruta.
Según el funcionario, actualmente hay cerca de 800 migrantes recibiendo ayuda humanitaria por parte de las autoridades panameñas y de la propia OIM en los albergues que existen en el país: dos en el Darién y otro en la frontera con Costa Rica.
Preguntado sobre si es necesario construir nuevos albergues, Paz apuntó que “por el flujo (de migrantes) que se tiene esperado, siempre va a faltar algo más”, pero insistió en destacar “el esfuerzo que ha hecho todo el tiempo el Gobierno de Panamá”.
Según datos del Servicio Nacional de Migración de Panamá, entre enero y julio de este año atravesaron el Darién más de 17.600 personas -entre ellos más de 2.000 menores-, lo que supone casi el doble de lo registrado en todo 2018. La mayoría de ellos procedía de Haití, Cuba, India, Camerún, Congo y Bangladesh.