Más de 9.000 niños venezolanos cruzan a diario por los puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander para asistir a clases en el vecino país, esto con costos no solo económicos y riesgo de la violencia propia de la zona, sino con un alto precio en lo que a identidad nacional se refiere.
Javier Tarazona, director general de FundaRedes, quien conoce del tema, indica que estos pequeños cruzan los límites entre ambos países exponiendo sus vidas a riesgos que van desde las inclemencias del clima hasta conflictos y balaceras que son constantes en los puntos limítrofes.
Gerard Morales, cuya pequeña hija estudia primaria en el corregimiento de La Parada, cuenta que si bien cruzar los más de 800 metros desde la aduana de San Antonio hasta Migración Colombia es agotador, hacerlo todos los días, bajo el abrasador calor de la frontera, quita el aliento a todos, en especial a los niños.
Morales asegura que el cambio fue drástico para su hija, pero esta poco a poco se adapta a la rutina colombiana.
Explica que siempre se generan gastos, como el de la merienda, así como fotocopias o tareas asignadas, pero la matrícula del plantel fue gratuita. En cuanto a los útiles, comenta que le regalaron unos, pero otros sí debieron comprarlos, al igual que los uniformes y zapatos. Sin embargo, dejó claro que no tiene inconveniente en pagar lo que pidan, pues “es un cambio hasta de mil por ciento de lo que estaba viendo acá”.
El gobierno colombiano dispuso de buses para que los niños se trasladaran hacia los planteles que, por lo general, se ubican entre La Parada y Villa del Rosario. Estas unidades ingresaban por el puente y buscaban a los niños en la Aduana del Seniat. Pero a raíz de los sucesos de febrero, cuando se intentó ingresar la ayuda humanitaria a Venezuela y el gobierno de Maduro atravesó unos contenedores en el puente, se suspendió la entrada del transporte a buscar a los niños venezolanos. Los vehículos ahora esperan a los alumnos en la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) de Cúcuta y de ahí los llevan y regresan al culminar la jornada educativa.
Morales asegura que siempre hace el esfuerzo de llevar la niña hasta la DIAN de Cúcuta para ahorrarse la angustia. “Ella se viene con un grupo grande y pasan el puente solos. Sin embargo, siempre se le recuerda que no le reciba nada a desconocidos, pero como es un grupo grande se cuidan entre ellos”.
Tarazona explica que pese a vivir en Venezuela, estos pequeños no se forman con identidad venezolana, en lo que a historia y geografía se trata, pues las clases recibidas en las escuelas colombianas no mencionan la historia de Venezuela. “Aunque vivan aquí, estudian allá”, dice el director de FundaRedes.
Indicó que en los últimos años se ha evaluado todo el ámbito educativo: ausentismo, infraestructura, programas de alimentación, programación educativa, al igual que docentes y estudiantes, por lo que le causa alarma la deserción en los estados fronterizos.
“Esto ha llevado a que muchos niños hayan abandonado las escuelas venezolanas para irse a estudiar en Colombia”.
Asegura que esto trastoca la identidad de estos niños que se forman académicamente en territorio colombiano. “Obviamente tiene mejores condiciones que el sistema venezolano, mantienen una educación científica, hay la formación del esfuerzo… pero estos niños terminan siendo desdibujados desde su identidad”.
El nivel de pérdida de identidad no solo es relativo a los próceres, explica, pues Simón Bolívar fue el libertador de cinco países latinoamericanos.
Sin embargo, considera que el problema es que el niño se desdibuja en su identidad nacional por la narrativa, costumbres, modus vivendi, así como por temas de globalidad que sobrepasan lo local.
Ahí hay un desafío importantísimo, porque esto genera una repercusión conductual de desapego por el sentimiento e identidad nacional… el problema no es el canto del himno, sino que se pierde el sentido de nacionalidad”, dijo.
Lamenta que la migración de niños en busca de mejores condiciones en Colombia, desvanezca sus costumbres, tradiciones e identidad nacional. Incluso afecta el tema de calendarios de funcionamiento: mientras una familia está en Venezuela de vacaciones escolares, en Colombia no, el niño sigue estudiando.
Habló de los imaginarios sociales que son formados desde la escuela, que es una instancia de poder encargada de dar cuerpo a la identidad social. “Se pierde la carga afectiva que se debe tener por la nación”.
Deserción alarmante
Un informe de FundaRedes indica que la deserción, a escala nacional, supera 78 %. Y del porcentaje que está matriculado más de 60 % no asiste con regularidad a las escuelas del país.
78% de los niños en el país desertaron de las escuelas
Asegura Tarazona que unos 130.000 niños emigraron a Colombia, pues la educación venezolana no está ofreciendo las condiciones necesarias en lo que a preparación académica se refiere.
Tarazona hizo referencia al hecho de que la crisis de servicios que vive Venezuela afecta directamente la presencia de los estudiantes y docentes en las aulas.
“Es lamentable ver la estampida de maestros de las instituciones educativas. Será un inicio de clases con cifras históricas”. El ingreso de los maestros no supera los 4 dólares mensuales en promedio.
Denuncia que, frente a la migración de docentes, el Gobierno pretende contratar personal que no está capacitado para impartir clases. “Para ello crearon una micromisión que les dicta unos talleres a sujetos sin profesionalización, para que ellos suplan a los maestros que se han ido”, señaló Tarazona.
Esta situación, asegura, derivará en la profundización de la ideologización a niños y adolescentes por parte de quienes ingresarán a las aulas para sustituir a docentes que han emigrado del país.
Las rurales
Con cifras del informe explicó que la educación rural está prácticamente eliminada por las condiciones de infraestructura, acceso al transporte público e incluso que los niños y adolescentes trabajan para ayudar con el sustento de la familia.
“Si en los centros urbanos no hay docentes especialistas, no hay laboratorios de Física, Química, Biología, Computación, en los rurales la situación es peor y eso repercutirá en el futuro de la educación en el país, cuando estos niños vayan a la universidad sin la preparación necesaria”, advirtió Tarazona.