Estamos en la sombra, inmovilizados, encogidos, escondidos, olvidados y victimizados, lo cual impone llamar al gentilicio de la raza cósmica, a los tres minotauros para que con genio, carácter y direccionalidad política nos aboquemos a construir la transición impostergable. Transición que lo primero que no debe tener… es fecha. Sí debe tener un contrato: la ciudadanía en participación política, en nuestro espacio y tiempo de enorme confusión e irresponsabilidad masiva política, para comenzar a crecer y sólo parar cuando en el paredón de la justicia hayamos hecho valer el honor cívico de los venezolanos y Venezuela. Venezuela país, que después de 20 años, ha sido objeto del más grande y doloroso asalto por parte de una regresión política autocrática primitiva.
Por José Machillanda
Es tal la regresión que esa supuesta maldita casta de ladrones e ignaros armados, -bazofia social militarizada- han violado la ley, la Constitución y sobre todo irrespetado el espíritu del venezolano. Todo, absolutamente todo. Los venezolanos como ciudadanía, como sistema central del sistema político hoy violentado por la barbarie, con nuestro propio entendimiento de demócratas, con conciencia sobre nuestra comprensión de “pueblo-asamblea” y el rol del gran actor del ciudadanos, reubicaremos nuestro honor y convicción política, con el ánimo que nos es propio y como un todo lleno de honor ciudadano dibujaremos de nuevo la República, la real República.
La República de una sociedad civil -ciudadanía real- con voluntad de Asamblea venezolanista, de patria heroica y genuina que nada tiene ver con este castrismo obsecuente, servil y criminal. La ciudadanía-República distante de esas falacias del pasado primitivo que tenemos que cambiar, para montarnos en el concepto de Patria Civilista. Patria Civilista que privilegia la Constitución, la tradición venezolanista y la necesidad de la democracia, esa democracia que reposa en nuestro imaginario y que requerimos convertirla hoy 7 de octubre en fuerza moderadora para dibujar con tino civilista la democracia huidiza arropada por la barbarie militarista
La ciudadanía creciendo desde el barrio, desde el caserío, sin estridencia pero con genio venezolano, con genio venezolanista para apostar a la masa decisoria “con voluntad y definición de pueblo libre para ganar y guarecer espacio y tiempos políticos importantes”, que nos fortalezcan como grupo determinante que quiere la paz, la concordia, el desarrollo y la fe en el futuro. La ciudadanía tiene que saber y fortalecer a la política que descansa sobre el ciudadano participante, activo y nunca más sobre actores operadores y negociadores fusílameles, cobardes, que apuestan al partidismo y a su predictibilidad de negociación oscura de espalda al ciudadano.
Ciudadanos civilistas como productores-propietarios y realizadores de una nueva democracia lejana al grupalismo insolente y acomodaticio, ciudadanos categóricamente confrontados con la escoria del socialismo, ignaro y propio del simplismo revolucionario. Los ciudadanos civilistas apuntan desde ya a la nación democrática, prospera que llama desde este instante al cursus honorum para ser ciudadanos capacitados, léase, republicanos, demócratas practicantes y elite de la decencia y hartos, ¡Por Dios! de la revolución asquerosa y perversa inmoral, que cree que todavía puede engañar al 87% que la adversa.
Ciudadanos venezolanos, participantes contendientes como pueblo universal, si se quiere elitesco, decente, diferenciados de este horror, que ahoga al gentilicio venezolano que hoy sufre vejámenes por culpa de unos locos atrabiliarios, ladrones e incapaces con capuchas politiqueras, que no saben que la primera responsabilidad que nace en Política es la función protectora. Función protectora que impone buen gobierno enmarcado en la ley y en la Constitución, para resolver las demandas previstas y pospuestas del ciudadano en educación, alimentación, trabajo, salud, vivienda y recreación. Bestiarios revolucionarios, obcecados e ignorantes que fueron a una isla del Caribe a buscar maestros y guías, y vinieron a destruir a una patria maravillosa.
La ciudadanía y los ciudadanos estamos cansados y no lo permitiremos. Los ciudadanos como elite tenemos que decir ¡Basta ya!, debemos ser universalistas y accionar de manera tal que, con organización, luces y razón, podamos atrevernos a generar un entendimiento sagaz y necesario para construyendo ciudadanía con la universalidad ciudadana… se desobedezca esta locura. Y con la desobediencia, la historia y el mundo de apoyo construir el milagro de la Venezuela en desobediencia civil hasta detener un país que no existe, aunque la guerra psicológica y primitiva se empeñe en un engaño permanente de que triunfa la revolución bonita, lo cual es totalmente falso, impone y obliga que los ciudadanos mostremos el camino de la nueva democracia.
Es original,
Dr. José Machillanda
Director de CEPPRO
@JMachillandaP