En una de sus fábulas, Esopo explica que las hienas cambian de sexo cada año. La historia cuenta que un macho intenta forzar a una hembra quien le recuerda que al año siguiente cambiarán las tornas. Otra historia del mismo autor narra que un zorro rechaza a una hiena argumentando que no puede estar seguro de si será su novia o novio.
Por: Óscar Cusó || EL PAÍS
Las moralejas son, más o menos, claras, pero el sexo de las hienas sigue siendo difícil de determinar. En 2010, el zoológico japonés de Maruyama recibió a Kami y Kamutori, dos hienas moteadas. Durante cuatro años, los cuidadores del parque intentaron aparearlas, pero desestimaron la idea tras recibir unos exámenes hormonales que aseguraban que la pareja nunca podría tener descendencia. Ambos miembros eran machos. Sexar a estos mamíferos no es tarea fácil, ya que las hembras son grandes, agresivas y tienen un pseudopene.
Los genitales de machos y hembras de las hienas moteadas son extremadamente parecidos. El tamaño, la forma y la erección del clítoris son prácticamente iguales a las del pene. Además es el único mamífero que no dispone de una abertura vaginal externa, los labios se fusionan para formar una especie de escroto. Su pseudopene les sirve para orinar, copular y dar a luz. En la gestación, los altos niveles de testosterona determinan esta morfología fálica a la vez que condicionan su carácter. Las hembras mandan sobre los machos, sea cual sea su rango, y entre ellas también hay una jerarquía que se mantiene con violencia. En clanes hambrientos de 40 a 60 individuos, los más agresivos se llevan la mejor parte del botín. No obstante, también pacifican el ambiente cuando es necesario. Las hembras adultas se saludan con los pseudopenes para promover la cooperación, rebajar las tensiones y reforzar los lazos sociales con parientes y otros aliados cercanos. Las asperezas se liman con ceremonias genitales.
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