En días pasados vimos a Evo Morales renunciar alegando que lo hacía por evitar que sus copartidistas sufran represión ante el golpe cívico que recibieron, no lo hace admitiendo que perdió, de hecho, afirma haber ganado, así que esa renuncia no es más que un juego político que alarga la inestabilidad y que revuelve el río en Bolivia.
Es cierto que Evo no respetó los resultados del referéndum del 2016, y que a través de una sentencia del TSJ le permitió ser candidato; a pesar de ello, la oposición boliviana aceptó la sentencia y fueron a las elecciones, en las que Morales saca más votos que los demás candidatos, la Organización de Estados Americanos (OEA), recuenta los votos ante el reclamo de Mesa y dice que gana, pero que hubo alteración de los resultados, y que se requiere de una segunda vuelta. Ante la presión, Evo acepta ir a elecciones nuevamente, y ofrece diálogo, la oposición desperdicia esa oportunidad de seguir controlando la agenda del país, y cae en la trampa de Morales, al no sentarse a establecer las condiciones para lograr lo que están intentando ahora: Nuevo órgano electoral y elecciones sin la participación de Evo.
A nuestro juicio, desde Unidad Visión Venezuela, lo relevante es si dichos eventos del pasado 10 de noviembre acercarán o alejarán a Bolivia de la democracia.
Ahora, para nosotros lo importante a resaltar es que la oposición boliviana, a pesar de tener todo en contra por el ventajismo gubernamental, sin vacilar fue a votar. A diferencia de nuestro país, donde un sector opositor irracional, a pesar de saber que somos una mayoría contundente, se niegan a participar y por ende a usar la única arma que tenemos los demócratas, como lo es el voto. Insisten en la “genialidad” de la abstención, que lo único que logra es mantener cómodo a Maduro y su entorno en el poder, pero que a través de esta vía y de las sanciones está más que demostrado que no se va a lograr el objetivo planteado, y lo que deseamos la mayoría de los venezolanos, que es lograr el cambio de gobierno.
Más allá del mal cálculo político, que a nuestro juicio y en total desconocimiento de la política, ha hecho la oposición boliviana – ahora gobierno-. La renuncia de Evo Morales, no significa que haya sido derrotado, ya que su dimisión tuvo un objetivo claro y estratégico, que fue desmovilizar a los sectores de clase media y pasar de la defensiva a la ofensiva, ya que ahora son los movimientos sociales que controla el MAS (partido de Evo), son los que dominan las calles, la crisis institucional, y por ende están marcando la agenda.
Es decir, que Morales ha conducido a un callejón sin salida, en el que el mayor problema que tiene el gobierno interino es no comprender la lectura del país, en las que las movilizaciones tienen como objetivo principal mantener el conflicto, para forzar al ahora mediante el chantaje al gobierno a negociar. O, ¿qué va a hacer el gobierno acaso? Anular el Parlamento, seguir usando la fuerza y la represión.
La realidad es que hay un gobierno interino (el conservadurismo), divididos entre la candidatura de Comunidad Ciudadana, las candidaturas cívicas, la candidatura que quiere presentar el señor Costa, etc, mientras el MAS (Partido de Evo), se mantiene unificado, con lo que tiene una posibilidad real de volver al gobierno.
Además, ahora para nombrar ese nuevo Poder Electoral de consenso, va a tener que no solo tener el visto bueno del MAS, que es quien tiene los dos tercios necesarios en la Asamblea Legislativa, sino que va a pedir que su partido pueda participar en el proceso electoral, que Evo pueda regresar al país a “pacificar” a los movimientos sociales, y aun no siendo candidato va a ser el jefe de campaña del abanderado que decida presentar su partido para las venideras elecciones.
En resumen, lo de Bolivia nos deja a los venezolanos dos enseñanzas fundamentales: una lo importante que es organizarse y participar a pesar en las elecciones a pesar de no tener las condiciones, lo segundo lo necesaria que es la unidad para poder concretar con éxito el cambio de régimen.
@OmarAvilaVzla