Renuncia de Evo Morales en Bolivia eleva tensión con la oposición en Nicaragua

Renuncia de Evo Morales en Bolivia eleva tensión con la oposición en Nicaragua

Un policía antidisturbios bloquea la entrada de la Universidad Centroamericana (UCA) durante una protesta contra el gobierno del presidente nicaragüense Daniel Ortega, en Managua. 19 de noviembre de 2019. REUTERS/Oswaldo Rivas

 

 

Las tensiones han aumentado en Nicaragua desde que Evo Morales, un aliado izquierdista del presidente Daniel Ortega, renunció al poder en Bolivia, alentando la protesta de opositores e incitando al mandatario a arrestar a activistas y aumentar la presión sobre el disenso.

Morales dejó la presidencia el 10 de noviembre después de que el Ejército lo instó a renunciar y miembros de la policía desertaron para unirse a las protestas callejeras por acusaciones de fraude electoral.

En Nicaragua, en donde más de 300 personas murieron el año pasado durante las protestas contra el gobierno, la tensión volvió en las últimas semanas, después de meses de relativa calma.

Ortega ha advertido que en su mandato no se repetirá lo que sucedió en Bolivia.

“La situación de Bolivia fue un ‘shock’ para el gobierno”, dijo un diplomático en Managua, quien pidió el anonimato.

A pocos días de la partida de Morales de Bolivia, el tono del partido gobernante en Nicaragua, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), se endureció. Ortega pronunció un discurso lamentando la caída de su aliado socialista y advirtiendo a la oposición que “están jugando con fuego”.

Sus opositores, mientras tanto, dieron la bienvenida a la caída de Morales, que Estados Unidos dijo que enviaba una señal a otros “regímenes ilegítimos” como Nicaragua y Venezuela.

La semana pasada, un grupo de madres de presos políticos comenzó una huelga de hambre en una iglesia de Masaya, una pequeña ciudad cerca a Managua. La policía respondió rodeando la iglesia y luego cortando el agua y la electricidad.

En Managua, la policía ha reforzado su presencia en las calles. El gobierno anunció el martes una extensión de cinco años del mandato del jefe del Ejército, Julio César Avilés.

“Están siguiendo una estrategia de intimidación a los opositores para que se abstengan de salir a la calle y envalentonarse por lo que está sucediendo en Bolivia”, dijo Tiziano Breda, investigador del centro de estudios Grupo de Crisis Internacional (ICG, por su sigla en inglés).

“También quieren demostrar que Nicaragua es diferente de Bolivia y aún controlan las fuerzas de seguridad, la policía y el sistema judicial”, añadió.

Dieciséis activistas fueron detenidos por supuestamente planear ataques “terroristas” y acusados por un juez de tráfico de armas. Sus familias dijeron que estaban llevando agua y medicinas al grupo de madres en huelga de hambre.

Una segunda huelga de hambre se disolvió cuando la catedral de Managua fue asaltada por un grupo de personas que activistas dijeron que están vinculadas con el partido Sandinista en el poder. Un sacerdote fue golpeado, según la Iglesia Católica e imágenes divulgadas a través de las redes sociales.

Uno de los hijos de Ortega encabezó la semana pasada una protesta frente a la sede de la COSEP, un organismo empresarial que forma parte de la coalición opositora Alianza Cívica, denunciando al sector privado como enemigo de la democracia.

Analistas han señalado que la estrategia del gobierno es arriesgada. “Si hubiera algún evento imprevisto, como la muerte en una huelga de hambre, podría ser contraproducente y envalentonar a la oposición”, agregó el analista de ICG.

Los acontecimientos en Bolivia han dado una nueva esperanza al movimiento contra Ortega, dijo Haydee Castillo, miembro del movimiento opositor Unidad Nacional Azul y Blanco, que está llamando a una huelga nacional, pero también reconoció que se debe actuar con precaución.

Reuters

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