Dos visiones distintas de país están en juego en las elecciones del Reino Unido este jueves, en las que el ‘brexit’ es el tema central. Si se divorcian los británicos de la Unión Europea, como propone el primer ministro y candidato Boris Johnson, tendrá un impacto de largo plazo. Si gana Jeremy Corbyn del Partido Laborista, sin embargo, el país también experimentará cambios radicales.
Johnson dice que quiere crear una economía dinámica de mercado, mientras que Corbyn favorece políticas socialistas. En realidad, ninguno de los dos ofrece una agenda con la que un creyente en la democracia liberal de poderes limitados estaría de acuerdo. Pero desde ese punto de vista, la opción superior es Johnson.
La plataforma del Partido Conservador de Johnson promete aumentos en el gasto público, especialmente respecto a educación y salud. El partido no incrementará los impuestos, pero ha abandonado la idea de rebajar algunos, como el corporativo. Propone además un aumento en el salario mínimo que llegaría a ser entre los más altos del mundo en desarrollo. Advierte el Institute for Fiscal Studies (IFS), un centro independiente británico, que esta política podría afectar de manera negativa al empleo.
Las propuestas impositivas y fiscales de Johnson no son radicales. Por eso, el IFS las caracteriza de “modestas”. Lo radical de Johnson es el ‘brexit’. Sin duda, muchos de quienes votaron a favor en el referéndum del 2016 lo hicieron por razones nacionalistas y xenofóbicas, algo a lo que la retórica de Johnson a veces apeló. Pero Johnson no es un ideólogo, y en la práctica ha sido liberal en lo social (ha propuesto amnistía para los inmigrantes ilegales y fue uno de los primeros políticos en favorecer el matrimonio homosexual, por ejemplo). Cree firmemente en el comercio libre y ha llenado su gabinete de gente que profesa ser creyente en el libre mercado. Es más probable mantener y conseguir políticas liberales con un primer ministro Johnson que con la alternativa en esta elección.
De hecho, una vez Corbyn dijo que Hugo Chávez “nos mostró que hay una manera diferente y mejor de hacer las cosas. Se llama socialismo”. El socialismo tiene influencia en la plataforma del Partido Laborista. Propone nacionalizar las industrias de agua, energía, ferrocarriles, correos y banda ancha de fibra. Según el IFS, agregaría 310.000 empleados al sector público y 150.000 millones de libras a la deuda pública por encima de lo que costaría pagar por las nacionalizaciones. Advierte el IFS que “nacionalizaciones a esta escala en las economías avanzadas de Occidente casi no se han visto en la última mitad de siglo” y que representan una reestructuración significativa de la economía británica.
Corbyn además fortalecería los sindicatos y requeriría que los trabajadores de las empresas grandes se conviertan en dueños de hasta el 10% de las acciones de esas compañías. Aumentaría el gasto público y los impuestos de forma masiva. Por cada libra extra de gasto público que los conservadores proponen, los laboristas gastarían 28 libras adicionales. Corbyn promete crear numerosos beneficios como la reducción de la semana laboral a cuatro días sin disminuir los salarios, la construcción de 150.000 viviendas al año y la extensión a un año del salario durante la baja por maternidad. Habría una agenda verde agresiva que también afectaría la organización económica del país.
El Partido Laborista no se opone al ‘brexit’ pero sería menos probable bajo su liderazgo. En todo caso su agenda es mucho más radical. Según las encuestas, ganará Johnson. El reto para la democracia liberal será el de lograr reformas profundas de mercado para revertir el crecimiento bajo actual. Nada fácil en tiempos en que las políticas de mercado están claramente bajo ataque popular.
Este artículo fue publicado originalmente en El Comercio (Perú) el 10 de diciembre de 2019.