¿Sensación de prosperidad? Economistas explican creciente circulación de dólares en Venezuela

¿Sensación de prosperidad? Economistas explican creciente circulación de dólares en Venezuela

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(Foto: AP / Ariana Cubillos)

 

“¿Acepta divisas?”, preguntaba una señora acompañada de sus 4 hijos menores en un puesto de venta de carnes en el mercado Guaicaipuro. Al ser consultada sobre lo qué buscaba exactamente y si el producto sería utilizado para el guiso de hallacas, la mujer contestó que no. 

Raylí Luján / La Patilla

Aunque contaba con dólares, los recursos no le alcanzaban para cubrir los costos del típico plato navideño venezolano. La sensación de prosperidad que había en el lugar, lleno de consumidores que adquirían diversos productos en cantidades promedios y pagaban en divisas, parecía desvanecerse con la realidad de esa familia. 

Para el asesor financiero José Ignacio Guarino, la economía venezolana aunque no se encuentra en mejores condiciones debido a la falta de producción, sí se está moviendo. “Se mueve en una moneda que no es la suya, por ende de forma desordenada e improvisada, dado que no hay contactos ni planes con la reserva federal de los Estados Unidos”, explica.

Lo que Guarino describe como sensación de mejoría y liquidez, que causa mayores expectativas en la población, la economista Sary Levy lo atribuye a una mayor circulación de moneda extranjera sumado al hecho de que en 2019 no se reflejaron los exorbitantes niveles de hiperinflación que sí se registraron en 2018.

La profesora de la Universidad Central de Venezuela dice que es difícil hablar abiertamente de “prosperidad” cuando en Venezuela se ve un parque industrial en continua contracción, o una economía que no logra ni siquiera ofrecer a sus ciudadanos servicios básicos como: electricidad, agua, transporte, telecomunicaciones, educación, salud

Indica que el flujo en divisas que circula hoy en la economía nacional se alimenta de varias fuentes, pero ninguna de ellas es el resultado de un aumento de productividad o exportaciones. “Los ahorros de venezolanos en divisas (producto de una vida honesta de trabajo y esfuerzo), remesas de los migrantes (que apoyan a sus familias a sobrevivir la crisis nacional y les envían periódicamente ciertas cantidades dinerarias); y considerando el desorden y el descontrol, otros flujos provenientes de actividades ilícitas, que ingresan por transacciones de consumo de bienes y servicios (…) De ahí que ese incremento de consumo no sea auto-sostenible y dependa de la continua inyección de flujos externos”, sostiene.

Fotógrafo: Adriana Loureiro Fernández / Bloomberg

 

Guarino considera que el proceso se da con tanta fluidez luego de que el Ejecutivo Nacional se viera “obligado a dejar pasar y dejar hacer con el tema de la dolarización”. Cree que el apagón general de marzo 2019 marcó un antes y un después. “Dejó en evidencia que el bolívar era poco o nada tranzable, que la defunción de dinero, teórica y bibliográfica, había terminado. Quién tenía el bolívar en efectivo en ese momento no le servía para nada”. 

El presidente de Interbono asegura que nadie había podido imaginar que se pudiese dolarizar un país “donde aún existe -en la teoría- un control de cambio y divisas que ingresan controladas por el Ejecutivo, el que finalmente implementó un plan de ajuste económico a la vista de todos pero sin decirlo”.

¿Quién suministra los dólares?

Gabriel Velásquez, jefe del departamento de investigación económica de Econométrica señala que “es el sector privado, el que en menor medida lo pone en circulación, a través de ahorros familiares o empresariales, mientras que en mayor medida, ha sido el sector público y sobre todo el gobierno”. Destaca que ya existe una dolarización transaccional desde hace un año aproximadamente y que en 2020 se verá una profundización.

Por su parte, la profesora Levy descarta que exista un proceso de dolarización como tal. Un verdadero proceso de dolarización, exige para empezar, un diálogo con la Reserva Federal y un acuerdo con el Gobierno de los EEUU, para la entrega de dólares, y eso está muy lejos de darse con la actual realidad política en el país”.

Sostiene que ante la falta de ingresos por el colapso inducido a la industria petrolera, “las importaciones con divisas de los propios importadores han sido el mecanismo para surtir los anaqueles y es un subterfugio de apertura económica, pues bien realizada, podría reanimar la economía nacional, pero bajo este esquema, solo beneficia a algunos”.  

Bodegones/alimentos. Foto: VOA

 

Velásquez apunta que las decisiones que ha tomado el Estado, las que considera se alejan sorpresivamente del pensamiento comunista, como lo es el encaje legal para ralentizar los agregados monetarios o la dolarización de créditos hace que también se perciban mejoras en algunos sectores. “No se está abriendo la economía, pero sí se percibe una flexibilización. Es por ello que se ve ese síntoma de mejoras”, apunta.

Auge de bodegones

En relación a la proliferación de bodegones y otros comercios con artículos de lujos, Levy cree que este tipo de comercios “se alimentan de importaciones, y al igual que otros locales, tratan de ofrecer bienes y servicios a una pequeña parte de la población que sí goza de capacidad adquisitiva y que ante las dificultades para realizar sus consumos en el exterior, hoy los realiza en el país. Hablamos de una pequeña proporción de la población que puede darse estos lujos”.

Para Guarino, la economía en Venezuela la mueven 3 millones de personas aproximadamente y explica que “si el 1% de esa población tiene buenos ingresos en dólares, se comprende entonces el efecto bodegones u hoteles de lujo. Es ese 1% el que sostiene la muy mermada economía”. 

Considera que el empresariado real que aún permanece en el país “comprendió que ‘Papá Estado’ se acabó y que por ende cada emprendedor que es empresario comprendió que serán los generadores de su propia renta”. 

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