No debería ser objeto de mucha controversia. Lo sucedido no se presta a diversas interpretaciones, salvo naturalmente para quienes por razones políticas tienen interés en tergiversar los hechos. Sorprendente es que han surgido posiciones pretendidamente equilibradas, pero no hacen otra cosa que desconocer la realidad y colocar en igualdad de condiciones dos eventos con características absolutamente distintas y contrastantes.
>> No les pareciera suficiente la legitimidad del acto que aprobó legalmente él acta de su instalación, comprobando la asistencia, verificando el quórum reglamentario, votando por cada cargo nominalmente; e instalado por quien tenía la competencia para hacerlo, trasmitido en vivo por canales de internet y en presencia de representantes del cuerpo diplomático acreditado en el país.
Algunas posiciones supuestamente “objetivas”, para equiparar ambos actos, recurren arbitrariamente a la presunta existencia de quórum, en la reunión promovida por los tránsfugas tarifados con respaldo del oficialismo, cuando no hay ninguna constancia de la asistencia y sus principales protagonistas se contradicen al señalar el número,de los presentes, opinan distinta sobre la forma en que según ellos se votó y si eso no fuera suficiente ahora señalan con el mayor descaro que les robaron la lista de asistencia.
>> Cuando se pretende levantar una polémica basada en cálculos aritmético sin ningún basamento, y se mide con un mismo rasero las conductas de las fuerzas democráticas que legítimamente sesionaron y eligieron a Juan Guaido como Presidente de la Asamblea Nacional, no sólo se está cometiendo una injusticia, sino se está favoreciendo -consciente e inconscientemente- la patraña oficialista.
Olvidan todas las trampas, trapisondas y marramuncias ejecutadas contra el poder legislativo, desde inventar una figura como el “desacato” para cercenar sus facultades, elegir de manera fraudulenta la ilegítima constituyente, violar constantemente la inmunidad parlamentaria al perseguir y apresar diputados; pasando por alto el gigantesco abuso del destacamento de la Guardia Nacional al impedir el ingreso a parlamentarios, determinando quienes podían acceder y quienes no al acto de instalación, el de disponer de numerosos recursos para la denominada “Operación Alacrán” dirigida a captar varios diputados, la mayoría de ellos investigados por hechos de corrupción.
Algunos de los autores de esos análisis presumiibles de “equilibrados y objetivos”, sitúan el problema como resultado de las divergencias existentes en el territorio opositor, coincidiendo con el discurso del oficialismo y obviando el verdadero meollo de la cuestión, como lo es la legitimidad de una elección, claramente demostrada contra la usurpación ilegítima de los tránsfugas y sus aliados.
Los integrantes de la denominada mesita se reunieron al día siguiente del atropello contra la Asamblea con los representantes de Maduro, de haber sido consecuentes con sus declaraciones iniciales, de las cuales parecen haberse retractado, han debido plantear públicamente, o condicionar su asistencia al reconocimiento de la elección de Guaido, muy por el contrario el vocero Bertucci reconoció a los usurpadores. Sin duda era mucho pedir, sobre todo después de conocer las posturas de algunos dirigentes, que inexplicablemente le atribuyen la responsabilidad de los sucesos a las fuerzas democráticas.
>> Hay situaciones en política que no admiten argumentaciones ambivalentes, son definitorias. Los protagonistas de la trastada del cinco de enero, no sólo perdieron una lista, sino el menor sentido de la decencia y la dignidad. A la hora de pronunciarse sobre los acontecimientos esa característica no puede ser ignorada, resulta extremadamente reveladora de una actuación no sólo inescrupulosa, anti-democrática y violatoria de la Constitución, las leyes y el reglamento interior y de debates que rige el funcionamiento de la Asamblea Nacional.