La sorprendente gira de Juan Guaidó ya se ha cobrado su primera víctima: la ofensiva internacional iniciada por Nicolás Maduro la semana pasada, que contó con el respaldo previo de José Luis Rodríguez Zapatero, uno de sus principales defensores en Europa.
Por DANIEL LOZANO / elmundo.es
El ‘hijo de Chávez’ eligió al prestigioso The Washington Post para responder primero al brusco giro de la estrategia venezolana de la administración de Donald Trump. Su segundo objetivo, menos evidente pero igual de importante para la propaganda bolivariana, era recuperar posiciones políticas y diplomáticas ante el desprestigio acumulado por sus continuas embestidas contra el Parlamento democrático, por las violaciones de derechos humanos y por la tragedia social y económica que ha expulsado a más de cinco millones de ciudadanos de su país.
Vieja táctica que reaparece cíclicamente y que viene acompañada de declaraciones de apoyo de amigos y aliados. En este ocasión quien se adelantó fue Zapatero, al calor del nuevo Gobierno entre PSOE y Podemos: “La realidad que se nos ha presentado de Venezuela no es esa realidad que es allí, estoy cansado de decirlo y explicarlo. Cuando se instala una idea hay muchos intereses en que se instale una idea y aquí se está dando”.
Sus palabras fueron repetidas hasta la extenuación por los medios revolucionarios. Últimas Noticias, periódico líder comprado por un millonario boliburgués para cumplir las órdenes de Maduro, destacó las palabras de Zapatero: “La Operación Guaidó no ha funcionado ni funcionará”.
Zapatero aboga por el cese de las sanciones y por el diálogo con los grupúsculos opositores en la Mesa inventada por la revolución, conformada por cuatro partidos que sólo suman tres diputados de 165 en el Parlamento. Maduro añadió al Post estar dispuesto a sentarse con Guaidó en otra mesa del diálogo, pero nadie le preguntó por la negociación entre Gobierno y oposición, con la mediación de Noruega, que él mismo dinamitó en 2019 cuando ya no la podía manejar.
El ex líder del PSOE también apoyó al Gobierno tras el “suicidio” del concejal Fernando Albán, muerto durante los interrogatorios a los que fue sometido, según las organizaciones de derechos humanos. Zapatero rechazó entonces una investigación independiente e internacional y apostó con “prudencia” por las pesquisas abiertas por la Fiscalía, uno de los tentáculos de Maduro. Quince meses después nada se ha avanzado más allá de la explicación oficial, suicidio, en la que casi nadie cree.
Que las consecuencias de los siete años de Administración de Maduro sean tan visibles no significa que el chavismo abandone la lucha por imponer su relato. Antes lo hacían con una marea continua de millones de petrodólares; ahora, con menos dinero, toca aguzar el ingenio con inyecciones financieras más precisas. La reactivación de PetroCaribe para contentar a los aliados caribeños en la batalla por la secretaría general de la OEA es hoy otra de las prioridades.
“Ahora es el momento de negociaciones directas con EEUU para acabar con el estancamiento político. En una relación de respeto y diálogo todo es ganar-ganar. En una confrontación, todo es perder-perder”, acuñó Maduro. En el trasfondo, los pozos de petróleo del país con mayores reservas del planeta, ahora bajo la esfera de la estatal rusa Rosneft, pero con las multinacionales del norte, como Chevron, siempre al acecho.
El “presidente pueblo” adelantaba así sus alfiles sobre el tablero geostratégico para dar respuesta a Mike Pompeo, secretario de Estado de Trump, quien hace días apostó por “una rápida transición negociada a la democracia es la ruta más sostenible y efectiva hacia la paz y la prosperidad en Venezuela”. Nada de intervenciones, nada de vías rápidas. Diálogo, diría Maduro, su receta favorita: diálogo para que todo siga igual.
Lo que Maduro no esperaba cuando sus colaboradores confirmaron la entrevista con el Post es que el segundo objetivo de la táctica revolucionaria quedaría desactivado por una nueva acción inesperada y atrevida del “títere diabólico”, como llaman a Guaidó en el Palacio de Miraflores. Un nuevo salto de frontera que le convirtió en la estrella de la cumbre antiterrorista de Bogotá y que ayer le trasladó a Europa con una agenda cargada de reuniones con altos mandatarios con una excepción: Pedro Sánchez.
El presidente legítimo del Parlamento volverá a exhibir en Londres, Bruselas, Davos y Madrid los trapos más sucios del chavismo, haciendo añicos el segundo as bajo la manga de Maduro: la realidad venezolana es la de burbuja boliburguesa de Caracas, el casino del Humboldt y las falsas cifras económicas, frente a las “mentiras de los medios derechistas antirrevolucionarios”.
Rota la ofensiva, no quedaba otro remedio que echarse en los brazos de los amigos. El canciller Jorge Arreaza “compitió” con Guaidó viajando a Teherán para reunirse con el presidente Hasan Rohani mientras el “presidente pueblo” anunciaba el último fichaje para su consejo de ministros: el embajador de Cuba en Caracas.
“Prácticamente el embajador de Cuba aquí forma parte del Consejo de Ministros. Tiene que estar puertas abiertas en cada ministerio para coordinar y para avanzar”, subrayó el líder revolucionario, quien aseguró que previamente lo había consultado con “nuestro hermano mayor y protector, Raúl Castro”.