En las muchas alocuciones y mensajes de Juan Guaidó hay un hilo conductor, ha dicho: no soy yo, somos todos juntos, nosotros mismos. Es el interés de la nación venezolana, vituperada, maltratada y negada por el régimen de Maduro.
Es la lógica que da la razón; y no me refiero al interés arrogante o el juicio parcializado, sino a la razón argumentada desde una pregunta clave ¿Cuál es el interés que colocó a Guaidó en ese sitial de liderazgo? Más allá de las respuestas secundarias, bien intencionadas, maliciosas o socarronas, hay una abarcante y potente: el interés nacional de cambiar el régimen autoritario y antinacional por un estado de legalidad y legitimidad democrática. Un estado de bien común, de derecho y justicia y de bondad.
Es el interés que fue declarado aquel 5 de Enero. El que movió a “los cien dignos”, el que impulsa a los grandes y a los pequeños. El postrero de Addy Valero y el humilde de Oneiber Peraza. El interés que empinó a los mártires del 2014 y del 2017. El interés acallado en quienes transan dignidad por comida, de quienes -atenazados por el hambre- ven un manjar en las bolsas de basura.
Es el clamor de enfermos, familiares y deudos, hecho sordina en los hospitales y las morgues. El interés incluso de quienes, impacientes, niegan a Guaidó con pasión extremista. No es poca cosa.
Las iniciativas de Arria y Ledezma seguro son bien intencionadas, pero ¿Estarán en una dirección eficaz que le dé sentido y condiciones para el logro del interés superior declarado?
El interés superior, repito, a mi interpretación, es cambiar el régimen, no retarlo ni justificar su sevicia y convalidar su conducta antidemocrática, es obligarlo a que juegue el juego de la democracia con las herramientas democráticas. Tampoco es poca cosa.
Guaidó no viene envanecido ni vanidoso; llega angustiado por el destino venezolano: no necesita una “guardia de corps” que lo proteja y lo cubra para llegar a un trono, no; viene a convocar al pueblo y a decirle -como buena nueva- cual “sermón de la montaña” el plan de la liberación. Guaidó no regresa para excluir sino para reunir, no viene a apartar sino a unir; viene a sembrar convicción y a dar ánimo a los vacilantes. Viene a convocar al sacrificio y proclamar ¡No más injusticia, no a celebrar éxitos o reconocimientos! Es la fidelidad a los principios que son reconocidos por el mundo democrático.
En fin, regresa a decirnos que somos “nosotros mismos” quienes cambiaremos el destino ingrato que hoy amenaza a Venezuela…Viene a mostrar principios no a mostrarse.
Guaidó regresa a convocarnos para hacer de nuestro interés -que siempre estuvo aquí- la victoria de Venezuela. De la nación ¡Nosotros mismos!