La escena era dantesca. Los restos de cuatro hombres sin vida dispersos en un radio de menos de 100 metros cuadrados, sobre una concurrida autopista que conduce a Venezuela.
Por Gustavo Arenas / El Tiempo
Sobre el asfalto había pequeñas manchas de sangre y panfletos amenazantes que sentenciaban: ‘Guerrilla presente, fuera paracos’.
Era la medianoche del 19 de enero de 2018. Un empleado del servicio de aseo del municipio de Villa del Rosario (Norte de Santander) encontró el primer cuerpo.
Era el de una persona que se encontraba debajo de un botadero de basuras, en el concurrido sector de La Parada.
La víctima yacía en el suelo, con sus manos amarradas y con su cuello horadado en un costado. El detalle que en un comienzo parecí no tener importancia era que al cuerpo le faltaba un zapato.
Luego del aviso dado por este empleado público, un cuadrante de la Policía Nacional se dirigió al sitio de los hechos y acordonó un perímetro de la zona, que al paso de las horas abarcó toda la calzada.
Armados con linternas para disuadir las tinieblas, los uniformados empezaron a escudriñar el sector y a unos 10 metros de allí, en un canal de aguas negras, encontraron otro cuerpo sin vida, con el cuello perforado, sus manos atadas y la misma advertencia: ‘Guerrilla presente, fuera paracos’.
El perito forense asignado para este caso sabía que faltaban piezas en ese macabro rompecabezas. Y siguió escudriñando hasta encontrar una silla de ruedas, con un hilillo de sangre, que conducía a un local comercial llamado Chatarrería La Parada, al otro costado de esta doble calzada.
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