La noticia de que un gran inversor abandona el proyecto de Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén, es motivo de inquietud en Argentina. La estadounidense Schlumberger, socia en un 49 % de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) en el bloque de Bandurria Sur, una de las tres áreas principales de extracción de gas, está esperando para este primer trimestre ofertas de compra de su participación.
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Pero seguirá en su rol de operadora de servicios especiales, según anunció su director general, Olivier Le Peuch. Las otras dos empresas activas allí son Chevron (EE. UU.) y Petronas (Malasia). En ese yacimiento de hidrocarburos no convencionales, descubierto en 1920, se depositan grandes esperanzas en cuanto a la recuperación económica del país, en graves dificultades, y ante el desafío de hacer frente a una deuda externa que es la mayor de los últimos 30 años.
Actualmente, la producción de petróleo de lutitas (shale oil) en Bandurria Sur es de alrededor de 10.300 barriles por día, y dentro de una década podría llegar a los 58.000 barriles, según la presentación más reciente de YPF a los inversores. Bandurria Sur, junto con Loma Campana y La Amarga Chica, forma la zona más prometedora de Vaca Muerta, de donde se extraen unos 64.000 de los 100.000 barriles diarios de crudo. Allí YPF también produce el 30 % del gas de lutita (shale gas) en Argentina, pero su operación está estancada, según el Instituto Argentino de Energía General Mosconi. Y los planes de Alberto Fernández para mejorar la producción aún no están del todo claros, si bien el gobierno dijo que enviará al Congreso una ley de hidrocarburos para lograr previsibilidad y “reglas claras e iguales para todos”.
Difícil producción y riesgo país en 2.000 puntos
“El panorama de Vaca Muerta es muy complicado. No solo porque se fue Schlumberger, sino porque el negocio está parado”, dijo a Deutsche Welle Fausto Spotorno, economista y director del Instituto de Economía de la Universidad Argentina de la Empresa (UADE). Producir hidrocarburos de lutitas implica una inversión mucho mayor en infraestructura y equipamiento que producir petróleo y gas convencional, explica. Los pozos de shale se mantienen abiertos unos tres años, y luego vuelven a cerrarse, por lo cual se debe volver a perforar la roca a través de hidrofractura.
“Eso hace que el negocio requiera de mucho dinero, y que comporte un gran riesgo para las empresas que toman deuda para financiarse”. Sin embargo, lo más dramático, subraya el experto, “es que las tasas de interés de esa deuda están afectadas en Argentina por el riesgo país, que es muy alto y hoy llega a los 2.000 puntos”. Eso hace que muchas inversiones en el país dejen de ser rentables y se tornen riesgosas.
Preocupación y poca precisión en cuanto a planes
El desembarque de Schlumberger preocupa al Gobierno de Fernández, y con razón, ya que la estatal tendría una deuda equivalente a dos veces sus ganancias anuales. De acuerdo con informaciones de la agencia Bloomberg, la anglosajona Shell y la noruega Equinor estarían interesadas en comprar el 50% de Schlumberger en el bloque de Bandurria Sur, donde están pendientes unos 6.300 millones de dólares en inversiones. Si bien ya trascendió que hay algunas operadoras internacionales interesadas en asociarse con YPF, no se sabe quién encabeza la lista ni se conocen cifras exactas. Y el Gobierno argentino aún no ha especificado cuáles son sus decisiones al respecto.
A pesar de la incertidumbre, según el portal World Energy Trade, la petrolera estatal estaría en camino a desembolsar cerca de 2.300 millones de dólares para la exploración, producción y perforación de nuevos pozos.
Además del riesgo país, el otro gran problema son las retenciones o impuestos a las exportaciones, explica Spotorno, que además es profesor de la Universidad del Centro de Estudios Macroeconómicos (CEMA). Eso reduce las ganancias obtenidas por las empresas. Y, como si eso fuera poco, “el precio del gas en Argentina está afectado también por el congelamiento de las tarifas locales, ya que el dólar ha subido muchísimo y este es un negocio cuyos costos – maquinarias, infraestructura, ingenieros- se pagan en dólares”, señala. Con tarifas bajas, el rédito de las empresas no es el esperado.
Proyectos internacionales “razonables”
En el Foro de Davos 2020, el titular de YPF, Guillermo Nielsen, dijo que apostaba a la exportación de gas a Brasil, pero que “además de la roca, necesitamos el capital”. Por su parte, Paulo Guedes, ministro de Economía de Brasil, respondió a Nielsen que su país “quiere importar energía de Vaca Muerta”, y subrayó la importancia de una conexión de gasoductos desde Neuquén hasta el sur de Brasil. Además, Rusia, a través de su embajador en Argentina, Dmitry Feoktistov, manifestó que su país tiene la intención de colaborar en la reconstrucción del tramo de 800 km de vías férreas entre Vaca Muerta y el puerto de Bahía Blanca. Rusia busca fortalecer los lazos comerciales con Argentina, y está esperando una respuesta del gobierno de Alberto Fernández.
Fausto Spotorno opina que esos “son todos proyectos de exportación totalmente razonables y muy interesantes, pero primero se tienen que resolver los problemas que tiene la economía argentina. Un gasoducto hasta el sur de Brasil sería óptimo, y Brasil pagaría con gusto por ese gas. Pero desde Neuquén hasta el sur de Brasil hay nada menos que 2.700 kilómetros”, apunta. Asimismo, Argentina apenas cuenta con la posibilidad de licuar gas. De hecho, hasta septiembre de 2018, las exportaciones de gas a Chile – que fueron de casi 22 millones de metros cúbicos diarios en los años 90- estaban prohibidas por la falta de suministro en Argentina, y eso representa un riesgo muy grande para las empresas. “El problema es: ¿qué pasa si todos invierten en exportación y después empieza a faltar el gas a nivel local? ¿Cuánto va a tardar el gobierno en suspender las exportaciones? Eso no puede pasar”, advierte el economista, resaltando que por eso muchas empresas desisten de invertir, ya que esos cambios representan un riesgo muy grande.
Otro aspecto potencialmente controvertido en Vaca Muerta es el medioambiental: en diciembre de 2019, el dirigente de la Confederación Mapuche, Jorge Nahuel, lanzó una alerta roja por el avance del fracking en el territorio neuquino, en el marco de la reivindicación de sus derechos sobre los territorios.
Una alternativa: aislar a Vaca Muerta de la crisis
En opinión de Spotorno, la idea de Guillermo Nielsen de “encapsular” Vaca Muerta del riesgo de impago del país creando una especie de fideicomiso en el que parte de las exportaciones garanticen el pago de la deuda, sería una buena alternativa.
Es decir, se necesitan tarifas de gas competitivas para que Vaca Muerta sea explotable, y Argentina tiene que resolver el tema riesgo país, o aislar a Vaca Muerta de la crisis económica. Por eso se espera que el gobierno defina un mecanismo claro acerca del ajuste de tarifas y de los planes de cara a las inversiones en el yacimiento. “Alberto Fernández entiende que hay que subir las tarifas, si no, no va a haber inversiones en el sector y nos va a volver a pasar lo que pasó durante el gobierno de Cristina Kirchner, cuando que el gobierno rogaba que alguien pusiera un dólar en inversiones, y, al mismo tiempo, subsidiaba las tarifas a mansalva. Espero que eso no suceda. No creo que pase lo mismo. El gobierno entiende que eso no debe volver a suceder, porque el costo del subsidio se vuelve explosivo”, concluye el economista.