Para que se entienda el tema, Nelson Merentes después de haber dado un tour por distintos ministerios aterrizó en el BCV y con él fue a dar a la Esquina de Carmelitas la abyección, la lujuria y el porcentaje corruptor. Pero otros no han sido mejores. Las pasantías de Ricardo Sanguino y Ramón Lobo por la presidencia del BCV solo pudieron haber ocurrido en la Venezuela decadente de hoy. Y de allí llegamos ver sentado en la presidencia del banco central a Calixto Ortega, un personaje hiperbólicamente ignaro en asuntos monetarios y financieros. Pero la tragedia no es solamente de los presidentes, sino del Directorio completo. Allí no se salva nadie. De veras que tanta insensatez junta no cabe en el salón de sesiones de ese cuerpo. Así, para tratar de estabilizar el precio del dólar en un contexto donde los venezolanos rechazan al bolívar, a esa gente se le ocurrió la idea aplicar una política de encaje bancario de 100%, con lo cual acabaron con el crédito bancario y están terminando de secar la economía.
Pero la historia no concluye con lo anteriormente mencionado. El personal técnico y de apoyo a la gestión ha sido degradado, humillado y depauperado mediante una reducción de sus salarios reales hasta el punto tal que un gerente de área no devenga una remuneración mensual equivalente a US$ 50, para no hablar de los cargos más bajos. El seguro médico y odontológico de los trabajadores literalmente fue eliminado, el crédito hipotecario fue pulverizado y hasta el derecho a usar el comedor que se les había negado a los jubilados tuvo que recuperado con protestas pero con la condición que deben llevar sus propios cubiertos para poder comer. Los jubilados actualmente claman por justicia y que al menos les respondan las comunicaciones exigiendo sus reivindicaciones, Así actúan los llamados socialistas que dirigen al BCV.