La inseguridad y la violencia en el país se le salen por completo de las manos, mientras muestra respeto hacia los criminales y minimiza el clamor de las víctimas.
No tiene nada con qué enfrentar el desbordamiento de la criminalidad porque su estrategia de abrazos y perdón a los asesinos era pura demagogia, que muchos aplaudieron y hoy ven las consecuencias de apoyar una insensatez.
Apenas el 13 de mayo de 2017, atacaba, desafiante: “Napoleón decía: Si el crimen y los delitos crecen, es evidencia que la miseria va en aumento y que la sociedad está mal gobernada. Aplica”.
Cuando le tocaron el tema de los asesinatos de mujeres en su conferencia matutina el viernes pasado, dijo “no quiero que los feminicidios opaquen la rifa” del avión presidencial.
Quien conozca a López Obrador sabe que tiene múltiples defectos, pero no era frívolo. Ahora ya lo es, porque no sabe qué hacer ni decir.
Pide a las mujeres que hacen pintas en Palacio Nacional por la indolencia ante los feminicidios, que no lo hagan, porque no va a caer en la provocación. Cuando la CNTE le hacía lo mismo a presidentes anteriores, exigía su renuncia por incapaces para resolver los problemas.
Dice que quienes se manifiestan por los asesinatos de mujeres, en realidad son alentados por opositores para perjudicarlo a él. Él, él, él. Todo es para afectarlo a él.
Es la misma reacción que tuvo cuando la agonía de Juan Pablo II lo desplazó de las primeras notas de los noticiarios: “todo es Papa, Papa, Papa, y nada del desafuero”, se quejó públicamente.
Ante la evidencia de una niña asesinada, violada y torturada en la Ciudad de México, apenas días después de que una mujer fuera desollada por su marido, López Obrador dijo que había que atacar las causas, pues era culpa del neoliberalismo.
Es verdad que con López Obrador no se inauguraron los feminicidios, pero los gobiernos anteriores hicieron un gran esfuerzo por disminuirlos y lo consiguieron, desde el pico que se alcanzó con los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez.
Se volvieron a disparar en su gobierno, y culpa al neoliberalismo. Está rebasado.
Nada de lo que ofreció lo consigue, porque su jumbo no tiene tren de aterrizaje.
Ayer se lanzó contra los jueces que dejan en libertad a criminales, y en muchos casos no le falta razón. Pero es exactamente lo mismo que decían Peña Nieto y Calderón, mientras él se burlaba y demandaba sus renuncias.
Se le olvida que él dejó en libertad al capo del cártel más poderoso del Pacífico, que ha matado más gente que cualquier asesino puesto ante un juez.
A Peña se le fugó El Chapo –por lo cual AMLO demandó su renuncia–, pero lo recapturó.
López Obrador soltó deliberadamente al sucesor.
Al jefe del principal cártel de las drogas y del crimen en la Ciudad de México, no han podido fincarle un cargo sólido y ha salido dos veces de la prisión.
No sabe qué hacer con la delincuencia, y tampoco con la economía, con el petróleo. La realidad le dice que estaba equivocado en todo.
No pudo sostener su promesa de bajar el precio de los combustibles y su gobierno vivió en 2019 gracias al gasolinazo: 300 mil millones de pesos le dio el ajuste del IEPS.
Tuvo que defender el TLC que había prometido echar abajo.
Ayer se dio a conocer que en 2019 la balanza agropecuaria y agroalimentaria tuvo un superávit de nueve mil 091 millones de dólares. El mayor monto desde que hay registro.
Qué duro ha de ser para un Presidente exclamar “bendito TLCAN”, después de haber repetido por años que el Tratado había arruinado al campo.
La realidad lo hizo guardar sus palabras de campaña de que buscaría la autosuficiencia para consumir lo que producimos.
Nada de lo que propuso lo ha podido sostener.
Su gobierno no ha quebrado gracias a las políticas y el dinero que le dejaron los “neoliberales”, a quienes culpa hasta de los feminicidios en este sexenio.
Dijo que no contraría más deuda, y para este año solicitó al Congreso endeudar al país por 600 mil millones de pesos.
¿Adónde van esos 600 mil millones de pesos en deuda nueva bruta? En parte a financiar las altas tasas de interés que se pagan para sostener al peso.
Tremendo ha de ser el golpe para el Presidente y para quienes votaron por él en busca de “una economía moral”, ver que la paridad cambiaria se sostiene con capitales golondrinos.
Ayer también se dio a conocer que la empresa italiana ENI descubrió un yacimiento de alrededor de 300 millones de barriles de petróleo en México, lo que no le costó un centavo al erario y el fisco ganará dinero sin gastar nada.
En contraparte, el gobierno le inyectó 5 mil millones de dólares a Pemex en 2019 y prometió desarrollar 13 campos para producir, en diciembre pasado, 100 mil barriles diarios adicionales. ¿Resultado? Sólo produjo cuatro mil barriles diarios.
Rebasado por completo está el Presidente. Le quedó enorme el cargo. Y buscará quiénes se la paguen, para distraer y ganar las elecciones del próximo año.
Publicado originalmente en El Financiero (México) el 18 de febrero de 2020