En tres semanas (20 de marzo), los 34 países, miembros activos, de la Organización de Estados Americanos elegirán al secretario general y el adjunto para el período 2020-2025.
Tres candidatos aspiran a dirigir el organismo multilateral: Luis Almagro (uruguayo) que busca su reelección; María Fernanda Espinosa (ecuatoriana) y Hugo de Zela (peruano). Por primera vez dos aspirantes son postulados por países distintos a los de su origen, Almagro por Colombia y Espinosa por Antigua y Barbuda junto con San Vicente y las Granadinas. Mientras que De Zela fue postulado por el presidente de su país, Martin Vizcarra.
La elección del secretario general de la OEA determinará la continuidad de la agenda por la democracia y los derechos humanos establecida por Almagro. Esta agenda tiene enemigos en el continente, principalmente el castrismo-chavismo y los partidos que integran el Foro de Sao Paulo. El régimen de la isla, en especial, resolvió oponerse por todos los medios a la reelección del ex canciller de Uruguay: la agenda política regional de la OEA de los últimos cinco años ha puesto en riesgo la sustentabilidad política de la “Revolución cubana”-.
Antes de la llegada de Almagro a la OEA en 2015, los gobiernos de Hugo Chávez, Lula da Silva, Cristina Kirchner, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega, Tabaré Vásquez, Michelle Bachelet (2002-2012) facilitaron la formación de un sistema latinoamericano para fortalecer los regímenes híbridos: el autoritarismo competitivo. Además, permitieron en algunos casos la formación de la empresa criminal conjunta que utilizó la estatal petrolera venezolana Pdvsa y la gran empresa de ingeniería y construcción brasileña Odebrecht para seguir en el poder, a través de la corrupción y el blanqueo de capitales. Acompañado por el superciclo de los commodities (2004-2013) que vivió la región, alcanzando un crecimiento de 4% al año, según la Cepal.
Con la llegada de estos gobiernos y el boom económico, el castrismo lograba financiar con la chequera chavista su proyecto “revolucionario” en Latinoamérica. Iniciativas como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América y Petrocaribe fueron la arquitectura utilizada, que permitió crear unos mecanismos de dependencia y control político sobre los países del Caribe, Suramérica y Centroamérica. Actualmente, 13 Estados están vinculados a estos programas.
En el período 2005-2015 de la OEA, la agenda del castrismo recorrió América Latina. De los 34 países que integran la organización, 25 eran aliados activos-pasivos del “socialismo del siglo XXI”, incluidos el secretario general, José Miguel Insulza, y su jefe de gabinete, Hugo de Zela (laissez-faire).
Por ello, la elección del secretario de la OEA tiene un carácter meramente político. Es la confrontación entre los países que defienden la democracia-derechos humanos y los que sostienen el castrismo-chavismo.
Cuba se la juega con dos candidatos: Espinosa y De Zela. A Espinosa le cuadró 13 votos, de los cuales 10 son del Caribe, más Guyana, Surinam y Nicaragua. Y De Zela lo trianguló con Canadá, buscando restarle votos a Almagro en el Grupo de Lima. A cambio, Cuba le ofreció los votos de los países africanos y caribeños para que ocupe un asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. De Zela contaría con los votos de Perú, Canadá, Panamá, Argentina y México.
Por el lado de Almagro, 16 gobiernos de la región lo apoyan.
Según estos números, habrá segunda vuelta entre Espinosa y Almagro, pues de acuerdo con lo establecido en el artículo 74 del Reglamento de la Asamblea General se necesitan 18 votos para ganar la elección. El resultado final dependerá de los países que apoyan a De Zela, a menos que Espinosa se retire y endose los votos al diplomático peruano.
Si el castrismo logra apoderarse de nuevo de la OEA y Trump es reelegido como presidente de Estados Unidos, estaremos presenciando el final de esta organización multilateral. El objetivo buscado por Cuba desde 1962.
Por lo tanto, los países que apoyan a De Zela deben ser conscientes del riesgo que asumen con su decisión. Porque en la OEA se juega la defensa de la democracia y los derechos humanos contra el autoritarismo y el Estado mafioso en la región.