La Carta de las Naciones Unidas garantiza la igualdad de derechos de mujeres y hombres. Los principales instrumentos internacionales en materia de derechos humanos estipulan que se debe poner fin a la discriminación por razones de sexo. Casi todos los países han ratificado la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW). Sin embargo, en la actualidad todavía existen importantes brechas y violaciones de derechos en todas las regiones del mundo, así lo reseña amnistia.org
Por Buada Blondell , Gabriela
El Día Internacional de la Mujer surge desde el movimiento obrero de mediados del siglo XIX, en un momento de expansión en el mundo industrializado, en el que las mujeres indignadas por la desigualdad que vivían comenzaron a alzar sus voces. Una lucha que desde entonces continúa mostrando los rostros de las limitaciones y las diferencias impuestas desde la masculinidad como aparato que ejerce el poder.
Ciertamente, luego de dos siglos de distintas luchas enmarcadas por la violencia y la pérdida de la vida de muchas mujeres se han obtenido logros, como lo son; el derecho al voto, al trabajo digno, entre otros y muchos Estados se esfuerzan para implementar políticas sociales a favor de la equidad y la igualdad. Sin embargo, hoy 8 de marzo todavía no hay nada que celebrar. Es un día que debe estar enmarcado en el recuerdo, el homenaje y la conmemoración de las mujeres y movimientos que dan continuidad a la denuncia del retroceso de otros tantos países que no reconocen que los tiempos son otros, y que el bienestar y el acceso a los derechos de las mujeres y las niñas es el desarrollo del futuro.
Derechos en retroceso
Venezuela está sumergida en una crisis de derechos humanos sin precedentes en la historia de la región y para nadie es un secreto que las mujeres en medio de estos contexto suelen ser las más vulnerable. Muchas de ellas, dejan de comer para alimentar a sus hijos y esposos, se exponen a riesgos de trata y esclavitud sexual, huyen del país para salvar sus vidas y las de sus familiares que se quedan y muchas, no toman en cuenta los peligros de una migración forzada sin seguridad. Sin dejar de mencionar a las niñas y adolescentes dejadas atrás o a las que forman parte de la edad adulta que les corresponde quedarse al cuidado de los nietos y que se ven atadas a un sinfín de violaciones de derechos y de su propia dignidad.
Ni maquillaje, ni peinados para seguir formando parte de la principal característica de la mujer venezolana, (“son las más arregladas del mundo”) porque los sueldos pulverizados no dan para otra cosa que no sea alimentación y transporte. Los empleos ya no son tan formales debido a que la gran inflación solo tiene la opción de contratos por tiempo determinado o por prestaciones de servicios dejando en el aire otros derechos que deben ser garantizados. El ansiado “tigrito y/u otro oficio” es el sueño de toda mujer en edad laboral ya que esto les permite reducir sus horas de sueño y descanso pero de alguna manera logran sobrevivir a la Emergencia Humanitaria Compleja que viven desde más de 5 años.
El tema de preocupación son las cifras ocultas de las mujeres que mueren en el país a causa de la indolencia y del no reconocimiento de la crisis, por no tener garantizados sus derechos más básicos incluidos sus derechos sexuales y reproductivos.
Feminicidios que no dan tregua
En Venezuela, solo en el mes de enero 2020 se reportaron al menos ocho feminicidios en diez días. Mientras que en febrero según el monitoreo realizado semanalmente a los medios de comunicación regionales y nacionales por Cotejo.info se reflejaron sesenta y dos mujeres asesinadas, frente a esto, las organizaciones locales con enfoque en los derechos de las mujeres decidieron mantenerse en alerta. Las cifras no han sido verificadas o desmentidas por las autoridades del país, sino que al contrario, el inminente silencio se impone en cada alocución.
La violencia generalizada y hasta normalizada en la ciudadanía originada desde los poderes compite con la evidente ausencia de políticas adecuadas y eficientes que garanticen los derechos de las mujeres en la nación suramericana. Muestra de ello, las reiteradas denuncias de mujeres indicando que en los órganos encargados de investigar delitos de género no les atienden ni hacen lo posible por contribuir al fin de la impunidad y el retroceso en este importante tema, al contrario, son muchas mujeres señaladas y revictimizadas en cada uno de esos espacios.
“Yo decidí denunciar cuando leí lo que le pasó a la mujer encerrada por su pareja en Maracay por más de 30 años. Eso fue terrible porque sentí que me veía en el mismo espejo, que era mi película con la diferencia de que yo podía salir de mi casa solo para comprar comida para los niños. Resulta que no me creyeron que mi esposo me pegaba cuando llegaba tomado si se enteraba que yo hablaba con algún vecino. Se burlaban de mí y me decían que cuando lo metieran preso no llegara llorando para pedir la visita conyugal”. Así lo indicó María, al tiempo que señaló ya no querer hacer público lo que estaba viviendo.
La Ley Orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia? está vigente en Venezuela desde su aprobación en la Gaceta Oficial Nº 38.668 de fecha 23 de abril de 2007. Fue reformada mediante Gaceta Oficial Nº 40.548 el 25 de noviembre de 2014, para incluir el delito de femicidio y de inducción o ayuda al suicidio. El objetivo de este instrumento es disminuir y sancionar directamente a quienes ejercen la discriminación de género abordando la situación del maltrato a las mujeres como un problema de salud pública. También, establece claramente que la violencia contra las mujeres comprende todo acto sexista que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, emocional, laboral, económico o patrimonial; la coacción o la privación arbitraria de la libertad, así como la amenaza de ejecutar tales actos, tanto si se producen en el ámbito público como en el privado.
La responsabilidad de la sociedad civil
Las Mujeres en Venezuela no tienen salarios dignos y muchas de ellas migran para conseguir seguridad, protección y acceso a una mejor calidad de vida. Viven en un escenario muy grave, donde la sociedad civil no solo debe exigir el respeto por sus derechos si no que debe crear conciencia desde todos los espacios para lograr la igualdad.
Ser visibles no significa que se les garantice sus derechos y el movimiento de mujeres, los medios de comunicación y las instituciones también deben estar conscientes de que existe otro grupo que se encuentra en mayor situación de vulnerabilidad como las niñas, adolescentes, lesbianas, trans, con VIH u otra condición de salud, privadas de libertad, mayores, rurales y todas las que de alguna forma continúan siendo limitadas por la ausencia de políticas efectivas que garanticen su vida en dignidad y necesitan que más personas alcen las voces por todas sin discriminación.