La primera vez que escuché hablar sobre esto que llamaban coronavirus, y que me costaba pronunciar, como venezolana sobreviviente al dengue y otros virus típicos de nuestro continente, no tenía miedo pensando que era “solo una gripe” y que con todas las medidas que estaba tomando Wuhan, en China se iba a erradicar fácilmente.
María Virginia Ramírez / Especial La Patilla
El primer caso conocido en España fue bastante lejos de mi residencia, incluso lejos de la península, con lo que aunque los medios de comunicación ya comenzaban a hablar mucho más sobre el tema, seguía pareciéndome algo muy lejano.
Así pasaron los días, cada vez más inmersos en la situación pero sin tomarlo muy en serio. El coronavirus empezaba a formar parte de las conversaciones con mis compañeros de trabajo durante el desayuno, temas como la utilización de tapabocas y guantes, tomar bebidas calientes, los geles antibacteriales y el alcohol, comenzaron a formar parte de mis pensamientos y del de muchos españoles que se preguntaban cómo proceder en el caso de que “la cosa se ponga fea”.
A mediados de febrero llegó a Italia, y justo un día antes de detectar este primer caso, el hermano menor de mi novio habría estado llegando de este destino, creo que en ese momento me di cuenta de que podía pasarnos a nosotros. Le insistí en que llamase a las autoridades sanitarias y se mantuviera en cuarentena. Lo hizo, pero las autoridades le dijeron que continuara con su vida normal hasta presentar síntomas. Creo que las autoridades tampoco se pensaban que esto iba a llegar a tanto.
Algunas noches estacioné el carro a unos 15 minutos andando de mi casa frente al Hospital Civil de Málaga y muchas de ellas vi a varios ciudadano asiáticos, con tapaboca, salir de allí. Ellos empezaron a utilizarlos desde antes de que se supiera de que había salido de China. No me extrañaba y pensaba: “Mientras mantengan abiertos sus negocios, todo está bien”.
Aunque no sea así, da la sensación de que todo comenzó de un momento a otro. Un día lo hablábamos en broma y al día siguiente ya había muerto gente. La alarma comenzó cuando salió en el noticiero que los primeros días de febrero había muerto un hombre en Valencia y semanas después se estaría determinando que su causa fue el coronavirus.
Puedo decir que ahí empezó la cuenta regresiva. Primeros casos en Madrid acompañados de las primeras muertes. De un día a otro los casos aumentaban de cien en cien hasta el pasado jueves que de un día a otro la cifra aumento en mil contagios más.
Desde ese día llevo un termómetro en mi cartera y estoy tomándome la temperatura, al menos tres veces al día, no por miedo al mal rato que podría pasar, sino para ser capaz de tomar medidas oportunas y evitar que mis acciones deriven en que personas que me rodean y que pueden ser parte de la población de riesgo, se contagien.
El miércoles 11 de marzo nadie se lo creía, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaraba el brote de coronavirus como pandemia. Para ese momento, la situación se habría precipitado después de que el número de casos se multiplicase por 13 fuera de China, epicentro del Covid-19, registrándose más de 118.000 casos en 114 países y 4.291 personas muertas, pero el Estado español no había anunciado medidas.
La mayoría de las personas estaban preocupadas por su puesto de trabajo, ese mismo viernes empezamos a ver casos de despidos no justificados, empresas que ilegalmente mandaban a sus empleados a vacaciones forzosas para, más o menos, atenuar la pérdida.
La bolsa de España cayó 14%, en mi trabajo dejaron de llagar pedidos y cancelaron todos los eventos, reuniones y conferencias que estaban pautadas. Ese día, al salir de mi oficina no sabía, pero sí intuía, que la semana siguiente trabajaríamos desde casa.
Los cálculos de pérdidas en muchas empresas van de miles a millones de euros.
Primer fin de semana de aislamiento
A la fecha, 15 de marzo, en España se han registrado más de 8.000 casos y han muerto casi 300 personas, entre los 30 y 90 años. En total se calcula una tasa de mortalidad por encima a la que presentaba China en su peor momento y se cree que se debe a que la población mayor en el país ibérico es más grande.
Las autoridades han llamado especialmente a la calma puesto que la alarma que se habría generado en toda la población, especialmente en los jóvenes, llevó a que los anaqueles de las grandes cadenas de supermercados quedasen vacíos aunque los mismos habrían garantizado el completo abastecimiento. Hoy es difícil encontrar carnes y algunos vegetales y frutas, papel higiénico, alcohol, geles antibacteriales y mascarillas. Una situación que sorprende a los españoles que, en su mayoría y desde la guerra civil, no habrían vivido situación similar.
Desde que comenzó el confinamiento en nuestras casa, los vecinos han buscado la manera de distraerse de balcón a balcón, también se han enviado cadenas alentando a que aplaudamos al personal sanitario desde nuestras ventanas, cosa que ha sido muy bien recibida por la población y resulta bastante emocionante para muchos.
Redes sociales, grupos de Whatsapp, medios de comunicación están al unísono. El coronavirus se ha apoderado de nuestras vidas y promete cambiar para siempre la forma como funcionan las sociedades.
Estado de alarma y políticas
La curva de contagios no ha logrado frenarse y el pasado viernes el Ejecutivo habría anunciado que, el día siguiente, se celebraría un consejo de diputados en el que se decretaría el Estado de Alarma.
Desde esa comparecencia, muchos de los (as) presidentes (as) de las Comunidades Autónomas habrían comunicado la importancia de no esperar 24 horas para comenzar a tomar medidas. Ciudades de Cataluña, País Vasco y Madrid, que es la más afectada ya que aporta casi la mitad de los contagios y prácticamente la totalidad de muertes, habrían quedado confinadas.
Por esto, para el momento en el que Pedro Sánchez -cuya esposa Bergoña Gómez dio positivo con el virus- anunció las medidas restrictivas, que muchos especialistas catalogan como insuficientes, ya se habría producido la masiva movilización desde la capital hacia ciudades de Andalucía, donde hasta hoy se registran seis muertes.
Entre las medidas está la limitación de movilizaciones, solo permitida en situaciones justificadas como adquisición de alimentos, asistencia a centros sanitarios, desplazamiento al lugar de trabajo y retorno, cuidado a mayores y/o personas dependientes o discapacitadas, desplazamiento a entidades financieras, o por alguna causa de fuerza mayor.
Otra de las medidas anunciadas por el Estado, es que las autoridades competentes podrán acordar, de oficio o a solicitud de las Comunidades Autónomas, que se practiquen requisas temporales de todo tipo de bienes necesarios para mejorar cualquier situación que se presente, mientras dure la alarma: Edificios como hoteles, vehículos, entre otros.
También quedó suspendida la actividad educativa presencial en cualquier modalidad, y se solicita a los empleadores que faciliten el teletrabajo en los casos que fuese posible.
En el ámbito de la actividad comercial, se establece que los centros de esparcimiento, como bares y restaurantes, salas de fiesta, espacios deportivos, salas de conciertos, plazas e instalaciones taurinas y cualquier lugar carácter lúdico donde se pueda producir conglomerado de gente.
Asimismo, los servicios de transporte público disminuyen la oferta total de sus operaciones, pero no dejan de funcionar, puesto que es permitido que las personas se trasladen de una comunidad a otra, por alguno de los motivos sobrevenidos antes mencionados.
Estas, y más, medidas, entraron en vigor este sábado y el no cumplimiento de ellas conlleva sanciones que, en el peor de los casos, van desde los 30.000 hasta los 600.000 euros.
Recomendaciones del personal de salud
Los trabajadores de salud, por su parte, habrían recomendado cumplir varias pautas desde antes de que el Estado se pronunciase, en conocimiento de su situación. La primera de ellas, y una de las más importantes, el evitar que los niños tuviesen algún contacto con personas mayores, puesto que se uniría la población naturalmente transmisora con la población en mayor riesgo.
Es importante tener en cuenta que en España es época de las alergias típicas del inicio de la primavera y muchas personas, especialmente jóvenes, al sentir algunos síntomas que podrían confundirse con los del coronavirus, llenaron las salas de urgencias exigiendo que se les realizase el test con el que se detecta. Esto ha llevado a que el personal sanitario enviase un llamado a no asistir a las unidades de urgencia e invitándolos a que llamasen por teléfono a los números habilitados, donde se les realiza una encuesta sobre síntomas y contactos y en el caso de los valores encajen se les enviaría personal a casa y realizarían el test en la misma residencia.
En la actualidad sabemos que no se está realizando la prueba a todas las personas que presentan síntomas, en su lugar se derivan a cuarentena domiciliaria y sólo son atendidos en urgencias los casos más graves, lo que ha facilitado el trabajo de los sanitarios.
También se ha determinado, a través de un reciente estudio médico, que el Ibuprofeno no es el mejor tratamiento para las neumonías y aunque Sanidad ha afirmado que no existe ningún dato que vincule su consumo a los casos más graves, para evitar cualquier situación complicada recomiendan el uso de paracetamol para el tratamiento sintomático de la fiebre como primera alternativa.
Medidas OMS y alternativas
Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud son las más importantes, conocerlas no solo puede ayudarnos a contener la propagación sino que también nos ayudará a discernir en nuestras compras durante los próximos días.
La más importante, lavarse las manos frecuentemente con agua y jabón que es el mejor desinfectante. Sin embargo muchas personas se habrían decantado por el uso de geles antibacteriales, que solo funcionan contra las bacterias. Al tratarse de un virus, deberíamos buscar un gel que contenga etanol ya que aporta un actividad viricida más fuerte y más amplia, en comparación con otro tipo de alcoholes como los propanoles.
La actividad viricida antes mencionada también se podrá corroborar en el etiquetado. El producto tiene que cumplir con la norma UNE EN 14476. Si uno no encuentra por ningún lado el cumplimiento de esta norma, quizá el producto muestre actividad bactericida pero no viricida.
En caso de no encontrar nada que pueda sustituir el lavado de manos, una opción es la povidona yodada (Povidine) disuelta en agua (o alcohol), utilizada en pocas cantidades a modo de gel. Esto es importante que lo consultes con tu médico previo uso.
Otras de las medidas tienen que ver con la higiene respiratoria como el taparte la boca, para toser o estornudar, con la parte interior del codo, nunca con la mano. Todos los pañuelos que utilices deben ser desechables y nunca reutilizarlos.
Los tapabocas solo están indicados para personal médico, contagiados y personas de riegos. Si estás sano, no compres tapabocas porque dejas a los que lo necesitan sin la opción de protegerse, con lo que quedas tu mucho más expuesto al contagio. Si necesitas llevar mascarilla, en la página web de la OMS puedes ver cómo utilizarlas y sobre todo como desecharlas, para que cortes el contagio.
También es importante el mantener la distancia mínima recomendada, de un metro, con las demás personas.
Seguimos en cuarentena.