En un solo día viajó desde Gran Canaria hasta Sevilla, Venezuela, Estados Unidos o Qatar. “El juego del coronavirus”, una sencilla idea de un enfermero y profesor universitario canario, se propagó incluso más rápido que el mal al que quería hacer frente.
Cuando a Santiago Santana se le ocurrió, el estado de alarma aún estaba lejos y el recuerdo de los carnavales cerca. Tanto que en sus manos aún quedaban restos del espray de pintura rosa con el que pintó el pelo a la pequeña de sus dos hijas como parte del disfraz.
“No se me iba de las manos. Todo el día dándome, dándome y dándome y aquello no se me iba de las manos”, cuenta Santana en una entrevista con Efe.
Cuando una tarde fue a buscar a las niñas al colegio -todavía los centros escolares no habían cerrado sus puertas-, se le encendió la bombilla y pensó: “Mira que me he lavado hoy veces las manos. ¿Por qué no les dibujo un coronavirus en las palmas de las manos y así hago que se las estén lavando todo el día?“.
Dicho y hecho. Al llegar a casa les pintó un círculo a modo de cara sonriente y con patitas alrededor. Las niñas empezaron a lavarse y, como aquello funcionaba, le dio por hacer una infografía y colgarla en las redes bajo el pseudónimo Narwhal Tabarca que creó para hablar de sus viajes en moto.
“Luchar contra el coronavirus puede ser divertido“, asegura el juego que invita a los niños a seguir cuatro pequeños pasos: pedir a los padres que les pinten un coronavirus en el dorso de cada mano; lavar las manos durante el día cuantas más veces mejor para borrar el dibujo; si por la noche lo ha conseguido, el niño recibe un punto; y si se acumulan 20 puntos en 20 días, el premio es suyo.
Una juego fácil que al día siguiente se había “viralizado”. “Fue abrumador”, asegura Santana, que recuerda que estaba dando clases en la universidad y le llegó una foto de un colegio de Sevilla con un montón de “puñitos” con la cara sonriente rodeada de patas.
“La había armado sin esperarlo”, habla con tímida satisfacción, pues a esta imagen le siguieron otras muchas y cada día que pasa la lista se va ampliando. Ya tiene en la cabeza la posibilidad de adaptar el juego a otros idiomas.
Su “invento” lo ha compartido la Asociación Española de Pediatría en Atención Primaria como una buena idea para motivar a los niños y es que, aunque Santana no es experto en pediatría, es una gran seguidor del psicólogo suizo Jean Piaget.
Defiende que se motive a los niños con premios, convirtiendo un reto en un juego ameno que a la postre tienen grandes beneficios, como en este caso es proteger tanto su salud como la del resto de su familia.
Según explica, a determinadas edades los niños son “muy empíricos” y no terminan de saber qué es lo que está pasando y ver el COVID-19 como algo que hay que quitárselo de las manos les ayuda comprender.
“Si visualizas el virus, se lo pones en las manos y les dices que se lo tienen que cargar durante el día, al final tienen una meta visual y tangible”, resalta este enfermero y profesor, cuya idea surgida de los carnavales está ya en las casas de cientos de niños.
EFE