No hay ahorros que aguanten una cuarentena en el estado Bolívar, dicen comerciantes

No hay ahorros que aguanten una cuarentena en el estado Bolívar, dicen comerciantes

Yoelia Hernández lleva 26 años dedicándose a la peluquería. Con esfuerzo acondicionó el negocio dentro de su hogar, en el centro de San Félix, y tras el decreto de cuarentena no sabe qué hacer. Con los ingresos diarios compra comida tres días a la semana, pero ahora está en blanco. “¿Qué prevención puede tomar una persona que trabaja a diario para suplir de lo que haga falta en el hogar?”, se pregunta apenas en el primer día de aislamiento social impuesto por el Ejecutivo para contener la pandemia por el coronavirus en Venezuela.

Por Laura Clisánchez / correodelcaroni.com





“Es difícil tomar previsiones si dependes de los ingresos diarios, creo que no existe persona que pueda hacerlo en esas condiciones. Ya no tenemos dinero guardado en el banco por mucho tiempo debido a la crisis en nuestro país”, contó vía telefónica.

Yoelia también es protectora independiente de animales, es una de las tareas que más le desespera en estos momentos: no poder alimentar a sus 9 perros rescatados. “La única prevención que puedo tomar es trabajar de lo que sea que salga, cuidándome y orando para que Dios me supla”, dijo. El testimonio de Yoelia converge con el de muchos otros: lo único que le queda es confiar en el Dios en el que creen, si es que creen en uno.

Ha superado dos crisis económicas y ahora no sabe si lo hará con esta tercera. A esta mujer de 42 años se le hace un nudo en la garganta al recordar los buenos años de su peluquería, Casa estilo Yoelia, en 2017, antes de la hiperinflación y la dolarización de los precios, que hizo que en sectores populares y, en todos los estratos, se priorizaran los ingresos para sobrevivir.

Ahora su negocio es solo un rincón de la sala, solo vende artículos de peluquería y dulces hechos en casa, y con el decreto de restricción de peluquerías, barberías, gimnasios, spa y similares, solo le queda aferrarse al salario de 20 dólares de su hija, con una espiral inflacionaria de 3,276% en lo que va de 2020. “Todo ha ido de mal en peor. Para nadie es un tabú que el dinero no alcanza para comida mucho menos para ropa o lujos”.

La peluquera de la esquina como Yoelia, la señora de al frente que lleva toda su vida vendiendo helados, el taxista que sale todas las mañanas rogando que ese día sea un buen día. Hoy están encerrados, ¿cómo van a sortearlo? La cuarentena tomó a todos los sectores con la guardia baja, y en Venezuela se resiente por la ya deprimida economía. En algún lugar de la ciudad hay una pareja de ancianos que salen a diario a comprar lo que necesiten, mientras su hija o hijo en el extranjero es presa de la ansiedad por los avances de la pandemia en el territorio nacional, sin poder proteger a sus padres de eso.

Incertidumbre

Al negocio de Yosmar Santaella, Electrónica Celular Néstor, la cuarentena que apenas comienza le asestó un golpe que lo derribó de ipso facto y así como este, el negocio de muchos otros. En Venezuela, a diferencia de Europa y Asia, la grave crisis económica, política y social es de larga data y ha contraído dramáticamente la economía: al menos dos tercios de su producto interno bruto (PIB) en los últimos seis años. La consecuencia ha sido una reducción del poder adquisitivo y una migración forzada de más de 4 millones de venezolanos en medio de lo que, organizaciones de Naciones Unidas, denominan emergencia humanitaria compleja.

“Ya las ventas bajaron en un 95%, no tenemos cómo costear los pagos del alquiler, o los gastos de la comida”, comentó con preocupación sobre el negocio que tiene 22 años en Ciudad Bolívar. “Para nosotros que se haya suspendido la jornada laboral es fatal, si se extiende la cuarentena lamentablemente tendremos un desastre económico brutal”, manifestó.

Fue el esposo de Yosmar quien inició las ventas en las calles, en un puesto de buhonero. “Venimos desde abajo, este negocio se levantó de la nada y siempre lo voy a decir con orgullo”, expresó la comerciante. Pero ahora no sabe qué rumbo tomar, “no sabemos a dónde vamos ni qué va a pasar. A este negocio le debemos todo lo que tenemos”. A sus 49 años Yosmar tenía un plan de expansión: mudarse a un local más grande de 6×12 metros, pero ahora se cancela hasta nuevo aviso. “Cuando se acaben los reales ahí sí nos fregamos porque no sé qué vamos a hacer”, afirmó. “Esto es un golpe duro”.

Ana González, buhonera de la terminal de pasajeros en San Félix, opina igual. Depende diariamente de lo que venda a los transeúntes: “No pensamos que iba a ser tan fuerte, de cerrar todo, pensé que solo sería preventivo al nivel de uso de mascarillas y de lavarse las manos”, comentó.

El colchón que amortigua el duro golpe de la cuarentena para Ana, es la pensión, es decir, 250 mil bolívares, pues es jubilada del Ministerio de Educación. “Todo esto me angustia porque se supone que si toman estas medidas tan drásticas es porque las cosas son más drásticas de lo que el gobierno anuncia”.

Al cierre de este martes 17 de marzo, 36 casos de coronavirus fueron confirmados por la vicepresidenta de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez. El régimen apela a dos estrategias para contener la propagación del virus: una fuerte cuarentena en todo el país y una solicitud de préstamo de 5 mil millones de dólares al Fondo Monetario Internacional (FMI) para apalancar el deteriorado sector salud en el país.

Dentro de la narrativa del chavismo, son las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos lo que ha impactado la dotación de los hospitales y medicinas. La oposición y organizaciones de derechos humanos han subrayado que la grave crisis económica tiene su base en la corrupción, la restricción de libertades, el derroche y una errada política monetaria de controles y asfixia a la industria privada.