La aguda crisis económica y política ha derivado en apreciaciones negativas en millones venezolanos, percepciones nada esperanzadoras para el legado de Chávez. La gente se cansó de esperar, se ilusiono con una falsa revolución bonita o redentora, que tuvo muchos dólares y puso a soñar a los desposeídos. La postura de la indiferencia de un pueblo hacia gobierno Maduro cada día cobra una gran dimensión, es una actitud intolerante casi generalizada, rebelde, de mucho rechazó, potenciada por diversas violaciones a los derechos humanos, abusos, inseguridad, represión desmedida de los cuerpos de seguridad enviados por el gobierno de Nicolás Maduro … en buena parte de la población ya no existe el miedo, el pueblo ya se atreve a protestar en sectores populares motivados por el hambre que no se le para firme a los militares, los CLAP y los bonos de la patria no son suficiente para enfrentar su existencialismo, los estratos sociales D/E de la población que fue en mayoría fieles en su tiempos al Chávez, ya valoran sin piedad negativamente la gestión de Nicolás Maduro y todo lo que proponga incluso en nombre de “comandante eterno”. No obstante, Maduro trata de construir verdades sobre las tangibles mentiras. En su complejidad intrínseca que vive el presidente, es un convencido poseedor de la verdad absoluta. Pero, lamentablemente la verdad no se compra en ninguna parte, es relativa, nadie va a una tienda o supermercado a comprar verdades.
El Gobierno entrelazado con el actual CNE siembran dudas frente a la posibilidad de permitir eventos electorales donde acudan a votar sin condiciones 20 millones de electores venezolanos inscritos en el registro electoral, es decir que estos dos poderes de manera inducida construyen entramados para frenar seguras derrotas, tiene su lógica los obstáculos, durante estos 20 años de mandato la revolución de Bolivariana no había tenido un rechazo tan grande como en este momento. Las tendencias de los números hablan y dan lectura concreta: La revolución fracasó y no tiene futuro de continuar con una postura antidemocrática.
Emergen nudos críticos para el oficialismo, más aun cuando sus mejores tiempos electorales son historia, pero quieren perpetuarse en el poder con un apoyo minoritario que se mueve entre 18% y 20% aprobación a la gestión de Maduro. Lo dijimos en Enero 2016 el primer objetivo para ese mes fue la discusión y decisión sobre el “desacato” de la Asamblea Nacional, para Maduro su democracia se debatía con el pueblo Chavista que representa tan sólo en aquel momento 19%, aproximaba imponer su modelo legislativo marxista como es la Asamblea Popular del Congreso de la Patria – Ahora ANC – contra una AN “burguesa” elegida por 65% del pueblo venezolano el pasado 6D 2015. El presidente tiene su desafío de fraguar el tránsito final hacia un mixto sistema político anacrónico llamado Comunismo / militarismo, exigencias de factores de poder político y económicos exógenos.
En los actuales momentos el interpelado proyecto Madurista finge miopía y se aferra al poder, olvida de manera interesada, mucho tiempo en el poder todo gobierno democrático y más si tiene sustancia de dictadura se desgasta y corrompen, la variable rechazo toma un valor cuantitativo muy significativo hasta devastador y más si es una gestión que está en nivel “tóxico” e ineficiente en sus diversas respuestas a las exigencia de un pueblo sometido al hambre, violaciones a sus derechos humanos, violencia… Finalmente, en la complejidad de la decadencia del proyecto revolucionario liderado por Nicolás, existen dos vertientes para su análisis crítico, primero, la mala o muy mala gestión y segundo las insuficiencias en el liderazgo político presidencial. Estas dos vertientes limitan la sobrevivencia dentro de la dinámica de proceso robustecerse como proyecto ideológico – político Madurista y más bien se anuncia un final demoledor para este futuro proyecto revolucionario.
Una nueva variable interviniente germinó, el coronavirus su complejidad deriva efectos y resultados que pueden mover situaciones económicas, sociales y políticas inesperadas. La situación de vulnerabilidad económica que se encuentra el país se articula directamente al contexto político pudiera ser la presión que faltaba para construir una amplificada mesa de negociaciones acorde con el momento histórico de cambios, reflexiones y unión de todos los venezolanos.
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