El presidente de Francia, Emmanuel Macron, anunció el lunes de la semana pasada que estamos en guerra contra “un enemigo invisible y evasivo”. Se refería al coronavirus o covid-19.
Hasta ayer, a las 10:00 am, los datos de la Universidad Johns Hopkins mostraban que, en 169 países, este enemigo invisible había herido a 395.647 personas, de las cuales 103.317 han logrado recuperarse y 17.241 perdieron la vida en la batalla. Más de 250.000 son víctimas del virus (pacientes infectados).
El mayor número de contagiados, 75% del total, se ha registrado en China, Italia, Estados Unidos, España, Alemania, Irán y Francia. Y la gran mayoría de caídos (87%) ha ocurrido en Italia (6.077), China (3.281), España (2.696), Irán (1.934) y Francia (862).
El enemigo invisible surge en China, desde donde comenzó a esparcirse por el mundo. El foco de los agentes transmisores (vectores) se ubicó en la provincia de Hubei, específicamente de Wuhan, ciudad con 11 millones de habitantes. Luego, impactó con fuerza en Corea del Sur, Irán y el norte de Italia.
No fue sino hasta el 11 de marzo que la Organización Mundial de la Salud declaró al enemigo invisible como una pandemia. Ya tenía 2 meses haciendo de las suyas en el mundo. La OMS fue reactiva. “Nunca habíamos visto una pandemia provocada por un coronavirus y nunca hemos visto que pueda controlarse al mismo tiempo”. Su propuesta para combatirla fue con los procesos: detectar los infectados, probar aplanar la curva, tratar la enfermedad, aislar a la población, rastrear la expansión del virus y concientizar a la sociedad para que adopten las medidas preventivas. Lo que permitirá frenar y controlar el enemigo invisible, aunque le “pase factura” a la sociedad y a la economía del país.
Al final, la OMS afirmó la necesidad que tienen los países de alcanzar un “buen equilibrio” entre la protección de la salud de la población y la minimización de los efectos económicos y sociales en cuanto a la aplicación de las medidas de contención del enemigo invisible.
China (81.588 casos), Corea del Sur (9.037 casos), Singapur (558 casos), Taiwán (215 casos) tienen más de dos meses combatiendo esta guerra. Todos, con sus matices, optaron por: examinar (pruebas) masivamente a la población afectada, aplicar protocolos claros de aislamiento del país (suspensión de vuelos), hacer un seguimiento exhaustivo de las personas relacionadas con los infectados y emplear un estricto distanciamiento social. Además, China impuso un bloqueo a la ciudad de Wuhan durante 3 meses.
La civilización confuciana no espero a la OMS para actuar. Algo que sí sucedió con la de Occidente. Por lo que confronta al enemigo invisible de manera reactiva. No dispone de las armas suficientes para enfrentar la guerra: pruebas de laboratorio, mascarillas desechables, batas, respiradores, entre otros bienes sanitarios. Por lo que busca evaluar los daños utilizando modelos matemáticos para tomar decisiones. Fue cuando apareció la simulación del Imperial College de Londres, la cual señala que si Estados Unidos y el Reino Unido no toman medidas el pico de contagios se alcanzará en 3 meses, con 80% de la población infectada. Las estimaciones apuntan a 2,2 millones de personas muertas en la nación de Norteamérica y 510.000 en la británica.
Además, del sistema de salud colapsado.
Con la estrategia de mitigación se reducen a la mitad los casos de muertes, pero quedaría mal herido al sistema de salud para el mediano y largo plazo. Por lo que la estrategia que arroja los mejores resultados es la supresión o lockdown de los países. El modelo del Partido Comunista de China en Wuhan.
Por otro lado, las evaluaciones de los modelos de la Reserva Federal de San Luis determinan que la supresión podría elevar la tasa de desempleo en Estados Unidos del 3,5% actual a 30% en el segundo trimestre de 2020 -sería un récord de desempleo para el país, superior al casi 24% que llegó a tener en 1932 después de la Gran Depresión y el triple del alcanzado en la Gran Recesión de 2008.
En cuanto a la economía, los modelos proyectan una caída anualizada del PIB de 14% para el lapso abril-junio, según JP Morgan Chase. Mientras Goldman Sachs pronostica una contracción de 24%.
En este escenario, el enemigo invisible arrasa las economías de la civilización occidental y empobrece a capas completas de la población, además de las bajas que ha causado.
La narrativa del Partido Comunista de China propone que los países occidentales induzcan un coma a sus economías, dormirlas. Dos ejemplos: el lunes, Boris Johnson cerró el Reino Unido y ayer el gobierno de la India hizo lo mismo, además de ordenar el confinamiento de sus 1.300 millones de habitantes.
Cuando despierte, le tomará tiempo a Occidente recuperarse. Mientras, el centro del poder gravitará en la civilización China, el Estado policial digital.
Por lo tanto, la guerra que libra Occidente contra el enemigo invisible debe ser enfrentada “data driven”, como en Corea del Sur. Pasar de la reacción al ataque quirúrgico para que limite la propagación del virus y permita a la mayoría de las personas volver a trabajar y reanudar sus actividades diarias lo más pronto posible.
Todas las herramientas del big data y la inteligencia artificial deben aplicarse para lograr este objetivo. Y la producción de los insumos del sistema de salud debe regresar a Europa, Canadá, Australia y Estados Unidos, para evitar la dependencia de China.
Habrá bajas en esta guerra. Sin embargo, será para liberar a la humanidad de la amenaza del Estado policial digital. Como en el desembarco de Normandía, los que cayeron permitieron cambiar la historia de la Segunda Guerra Mundial.