El zoológico privado de la Hacienda Nápoles fue quizá la excentricidad más grande del capo del Cartel de Medellín, Pablo Escobar, quien durante sus años de mayor poder se dedicó a juntar allí diferentes especies exóticas, muchas nunca vistas en Colombia, como leones o jirafas. Pero una en especial, los hipopótamos africanos, por años se consideró como plaga dañina, lo que podría cambiar un estudio que demuestra el impacto positivo que tiene para el ecosistema.
Por Jorge Cantillo / infobae.com
En la década del 80 Pablo Escobar trajo cuatro de estos hipopótamos desde el África hasta su hacienda, ubicada en Puerto Triunfo, un pequeño municipio que queda a unas cuatro horas de Medellín, su ciudad natal. Tras la muerte del capo en 1993 el Gobierno tomó control de la hacienda y la mayoría de las especies del zoológico fueron trasladas o murieron, pero no los hipopótamos.
Su gran tamaño y peso hacían muy difícil y costoso su traslado, por lo que fueron abandonados a su suerte y con el paso de los años escaparon del lago de la Hacienda Nápoles a las vertientes cercanas del Río Magdalena -uno de los más grandes ríos de Colombia que lo recorre por su zona central- se reprodujeron y hoy en día se calcula que podría haber entre 80 y 100 especímenes habitando en sus aguas.
Los hipopótamos de Escobar fueron un mito durante muchos años, pues tras su escape de Nápoles no fueron vistos nuevamente sino años después cuando su número empezó a aumentar y cada vez más los encuentros entre ellos y las poblaciones de las orillas del río empezaron a ser más frecuentes.
Las condiciones en la hacienda eran ideales para ellos, lo que les permitió tener un terreno con grandes lagos y arroyos, abundantes pastizales, sin depredadores naturales, donde reproducirse.
Sin embargo, peligrosidad de estos animales, que en África producen más muertes que cualquier otra especie herbívora, y su condición de importados en un ecosistema ajeno al suyo, creó un consenso alrededor de ellos que los catalogó como indeseables.
Tanto el Gobierno, los ambientalistas y los pobladores que se vieron forzados a convivir con ellos, llegaron al consenso de que las exóticas bestias eran un problema que tenía que ser solucionado, pues su libre deambular por los ríos del país y la posibilidad de que se esparcieran por el continente latinoamericano suponía un peligro para las especies locales.
Buenos para el ecosistema
Pero un reciente estudio científico publicado en la revista PNAS -Proceedings of the National Academy of Sciences- y liderado por la Universidad de Massachusetts Amherst (Estados Unidos) podría cambiar esa apreciación, pues afirma que los hipopótamos de Escobar guardan características muy similares a otras especies extintas que habitaron en Colombia y Latinoamérica durante el Pleistoceno tardío, hace unos 116.000 a 12.000 años.
Esta semejanza podría traer, contrario a lo que se pensaba hasta ahora, consecuencias positivas para el ecosistema, ya que con su presencia los hipopótamos de Escobar estarían reviviendo “un mundo perdido”.
Para concluir esto, el equipo de investigadores que dirigió el estudio analizó la dieta, el hábitat y la morfología de 427 especies de herbívoros con más de 10 kilos de peso que habitaron desde hace unos 130 mil millones de años hasta hoy y determinaron que algunas especies importadas lejos de ser plagas cumplen funciones que no habrían sido cubiertas por millones de años, teniendo así repercusiones positivas pues han logrado contrarrestas un largo legado de especies extintas.
“Si bien descubrimos que algunos herbívoros introducidos son los sustitutos ecológicos perfectos de algunos los animales extintos, en otros casos la especie introducida representa una mezcla de rasgos de varias especies”, explica John Rowan, investigador del departamento de biología orgánica y evolutiva de la Universidad de Massachusetts Amherst, uno de los coautores del estudio.
Rowan afirma en un comunicado emitido para explicar los resultados de la investigación que para el caso de los hipopótamos salvajes en América del Sur esta condición se cumple, ya que no son sustitutos perfectos pero sí lo son a otras especies que habitaron en estos ecosistemas.
“Los hipopótamos salvajes son similares en dieta y tamaño corporal a las llamas gigantes extintas, mientras que un extraño tipo de mamífero extinto del orden de los notoungulados, comparte con los hipopótamos su gran tamaño y el desarrollo de su vida en hábitats semiacuáticos. Los hipopótamos no reemplazan perfectamente a ninguna de estas dos especies extintas, sin embargo, desempeñan con un éxito aceptable la función ecológica de ambas”, dice el experto.
Por su parte, Erick Lundgren, del Centro de la Universidad Tecnológica de Sydney para la Conservación Compasiva -CfCC- y autor principal del estudio, comentó para la National Geographic que este es el primer estudio riguroso sobre especies herbívoras introducidas a hábitats aparentemente ajenos a ellas y los impactos que esto pudiera tener sobre el ecosistema. Para el experto el aporte fundamental que hace el estudio es la sorprendente conclusión de que la acción del ser humano al importar estas especies terminó haciendo a los ecosistemas más similares a un periodo previo a las grandes extinciones.
Según los investigadores estos se debe a que el 64% de los herbívoros introducidos son más similares a las especies extintas que las propias especies nativas que con los años ocuparon su lugar.
Una reproducción descontrolada
Si bien este estudio supone un cambio de enfoque, lo cierto es que los hipopótamos de Escobar siguen representando para las autoridades colombianas un verdadero dolor de cabeza. Su ritmo rápido de reproducción y el peligro potencial que representan para las personas obliga a buscar soluciones que van desde la castración hasta el sacrificio.
De acuerdo con un estudio de finales del 2019 conducido por la Pontificia Universidad Javeriana encontró que en la actualidad los hipopótamos se encuentran distribuidos en un área de 1.915 kilómetros cuadrados (km2), cubriendo los departamentos de Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cundinamarca y Santander.
Los resultados del estudio arrojaron que en una década esta área se podría ampliar hasta los 13.587 kilómetros cuadrados, llegando a los municipios rivereños del norte del país, y alcanzando una población superior a los 150 especímenes.
Actualmente los hipopótamos de Escobar siguen manteniendo un hábitat cercano a las inmediaciones de la Hacienda Nápoles, especialmente en el corregimiento de Duitama, donde es común verlos deambular cerca al río o incluso en el pueblo mismo.
Allí los locales se han ido acostumbrando a la presencia de los animales e incluso sacan ventajas del turismo que atraen. En la plaza del pueblo, por ejemplo, hay una estatua en forma de hipopótamo y los negocios locales están repletos de objetos alusivos a estos animales.
Si bien las autoridades ambientales del país han iniciado un plan de castración para los machos de la especie y así evitar su reproducción descontrolada, no es suficiente para que la población siga en aumento.
El problema se agrava ante el riesgo de que estos animales, tan territoriales y agresivos como son, comiencen a producir muertes, situación que aún no se ha presentado pero que no deja de ser alarmante.
No obstante, el reciente descubrimiento de los beneficios ecológicos que estarían teniendo los hipopótamos de Escobar al país supone un cambio de enfoque ante la problemática, que pasa por dejar de ver a estas bestias como plagas invasoras, ya que ellas también tienen un derecho ancestral de habitar estas tierras.